Principios básicos de sanación interior

[Predicación en la Asociación Católica “Jesús en ti confío” Junio de 2015.]

* Principios que el Nuevo Testamento nos muestra en cuanto a la sanación interior:

(1) Realismo: nada de esconder, negar, reprimir o huir.

(2) Bondad de la creación: el punto de partida es la realidad de mi cuerpo, historia, contexto, origen, y en cada cosa hay una semilla real de bondad por la creación.

(3) Hay un orden correcto cuando se trata de sanar el corazón: escucha, fe y convicción, acción, sentimiento, reflexión.

(4) Todo camino de sanación apunta a la instauración del reinado de Dios.

(5) La sanación acontece principalmente a través de procesos de Re – Significación: paso del por qué al para qué, que nos lleva a descubrir lo malo que nos sucedió como:

+ Oportunidad de experimentar el propio límite y vencer la soberbia.
+ Victoria sobre toda idolatría de los poderes de este mundo.
+ Experiencia directa de la necesidad humana, que nos abre a la compasión.
+ Narración que sirve de testimonio.
+ Preparación providencial e inesperada de bienes inmensos, como le sucedió a José, hijo de Jacob, en Egipto.
+ Ocasión de penitencia, purificación y unión con la pasión de Cristo.
+ Entender que todo es figura, boceto, prólogo.
+ Invitación a buscar la vida eterna y los bienes que no se corrompen.

¿Por qué necesitamos sanación interior?

[Predicación en la Asociación Católica “Jesús en ti confío” Junio de 2015.]

* Razones por las que ciertamente necesitamos sanación interior:

+ El efecto duradero de las experiencias duras de infancia.
+ El mal intenta instalarse profundamente.
+ Sin sanación interior vamos repitiendo en todas partes nuestros prejuicios y errores.
+ Lo mejor de nuestro futuro brotará de lo más profundo de nuestro pasado, quizás de zonas de nuestro ser que nosotros mismos desconocemos.
+ La vida de pareja y de familia supone muy altos niveles de entrega, como se nota especialmente en la intimidad.
+ Una parte importante del perdón y la liberación empieza con la sanación.
+ La perfección cristiana esta en un amor total, que es imposible si amor esa hay zonas oscuras o enfermas en nosotros.
+ Para la realización de nuestra vocación particular necesitamos sanación profunda.

El Camino de la Misericordia, 3 de 4, Defender la gracia recibida

[Conferencias con la Casa de la Misericordia de Bucaramanga. Abril de 2014.]

Tema 3 de 4: Defender la gracia recibida

* Vivimos en tiempos de profunda necesidad espiritual. Pero ello no significa que la gente esté toda ya dispuesta y deseos de recibir las promesas del Señor. Muchos otros mensajes y falsas promesas invaden los oídos y corazones y por eso no es fácil dar testimonio. Hay que proteger la gracia que va a llegar y proteger la gracia recibida.

* En concreto, eso significa dos cosas: (1) Proteger las “entradas” a la casa del alma, es decir, cuidar nuestros sentidos, y educar a los menores en el discernimiento de lo que reciben. (2) Animar en aquellas actividades y ejercitaciones de caridad y de evangelización que ayuden a salir del egoísmo, y que enseñen a emplear bien el propio tiempo y talentos.

El Camino de la Misericordia, 2 de 4, Formarse en la misericordia

[Conferencias con la Casa de la Misericordia de Bucaramanga. Abril de 2014.]

Tema 2 de 4: Formarse en la misericordia

* Vivimos en un mundo donde la crueldad, la indiferencia y la intolerancia campean por muchas partes. Pronto entendemos que sin la misericordia esta tierra se vuelve jungla del más fuerte.

* Formarse en la misericordia es apreciar el don de Dios; sabernos recibidos por Él así como somos, pero no para quedarnos como somos.

El Camino de la Misericordia, 1 de 4, El Encuentro con Cristo

[Conferencias con la Casa de la Misericordia de Bucaramanga. Abril de 2014.]

Tema 1 de 4: El Encuentro con Cristo

* “Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor” nos dice la Escritura (Juan 20,20). Esa alegría es el fruto natural del encuentro con Aquel que nos ama.

* Cristo nos quita nuestras máscaras; nos acepta como somos, pero no nos “momifica.” Aceptar nuestra realidad actual nos encadenarnos a lo que hoy somos. Más bien: su amor quiere llevarnos a la plenitud de lo que podemos llegar a ser.

La Vocación, 16 de 16, Buscar las cosas de arriba, donde está Cristo

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 16 de 16: Buscar las cosas de arriba, donde está Cristo

* Toda vocación cristiana apunta a una realidad que supera o trasciende al mundo presente. Lo más puro y vigoroso de nuestro impulso hacia Dios no puede ser frenado por la muerte. Ser cristiano no es simplemente una manera entre muchas de mejorar este mundo.

* Partícipes de la trascendencia misma de Dios, los cristianos hacen bien en atender la monición de san Pablo: Buscar las cosas de arriba, donde está Cristo (véase Colosenses 3). No es desinterés por las cosas del mundo. Tampoco es, como denunciaba Marx, que la predicación cristiana justifique las injusticias actuales con el magro consuelo de que el cielo será un banquete magnífico de alegría interminable.

* De lo que se trata es de obrar en las cosas de la tierra con motivaciones que van más allá de lo terreno. Hacemos un bien terrenal con una motivación celestial.

* ¿Y qué es buscar los bienes de arriba? Siguiendo el esquema antropológico de San Agustín y también de Santa Catalina, buscamos respuesta para las tres potencias del alma:

(1) La inteligencia ha de buscar la verdad y no limitarse a opiniones. Ayuda el ejercicio dialéctico de preguntarse en qué tienen razón nuestros adversarios.

(2) La voluntad ha de preferir el bien al simple gusto. Ayuda el ejercicio del dominio de sí, y una medida suficiente de austeridad y ascetismo.

(3) La memoria ha de orientarse de una manera pascual, es decir, no detenerse en los momentos oscuros o bajos sino ver qué bien surgió de allí.

La Vocación, 15 de 16, Sobre los caminos de Moisés y de Pedro

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 15 de 16: Sobre los caminos de Moisés y de Pedro

* El principio intencional de la escucha profunda se puede ver realizado en lo concreto sólo cuando nos acercamos a historias específicas. Tomamos aquí como ejemplo a dos grandes líderes llamados por Dios, uno en el Antiguo Testamento y otro del Nuevo.

* En ambos casos, y es lo natural, encontramos al principio resistencias y dificultades. De hecho, sin muerte no hay resurrección. Un lugar perfecto que no pide nada de mí tampoco puede darme nada.

* En el camino de su vocación Moisés sobresale en tres aspectos:

(1) Humildad: fruto del amor, que lleva a no querer, por nada del mundo, oscurecer o frenar la gloria divina.

(2) Sufrimiento: brota de la necesidad de soportar el ritmo tantas veces lento del crecimiento del prójimo, y el de uno mismo. De fondo, la fuente de ese sufrir es la necesidad de ser fecundo, y si miramos mejor, es la radical insatisfacción ante el mundo tal como es. Viene a corresponder prácticamente al “hambre y sed de justicia” de las bienaventuranzas.

(3) Contemplación: Moisés habla con Dios como un hombre habla con su amigo. El criterio de una vida contemplativa es la desaparición del tiempo en el trato con el Amado.

* Tres pasajes de los evangelios aluden a la vocación de Pedro.

(1) En Juan 1 encontramos que Cristo le cambia el nombre a Pedro. Mi vocación es el camino de búsqueda de mi verdadero nombre.

(2) En Lucas 5 vemos a Cristo que “vence” a Pedro en su propio terreno, es decir, en su barca. Es el episodio de la pesca milagrosa. Subir a Cristo a la propia barca es verle responder a nuestros anhelos más hondos porque cuando somos vencidos somos vencedores.

(3) En Marcos 1 Cristo va de paso por la orilla del mar de Galilea. Su prisa es señal de la agilidad necesaria para no dejar pasar y perder la gracia actual.

La Vocación, 14 de 16, Escucha profunda

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 14 de 16: Escucha profunda

* La profundidad de la escucha es directamente proporcional a la fidelidad en lo escuchado. Percibir la voz de Dios no es el final del camino porque siempre es necesaria una mayor sintonía. De hecho, pocas cosas tan peligrosas como una escucha a medias.

* Escuchamos “a medias” cuando nuestra formación es mediocre pero sobre todo cuando oímos sólo lo que queremos oír. Cada uno tiene sus pasajes bíblicos favoritos, y también su modo preferido de contemplar el misterio de Cristo.

* Es muy natural y muy común, pero muy pernicioso también, que uno empiece a concentrarse en algunos autores y algunas citas, a saber, las que confirman las ideas que uno ya tiene y de las que ya gusta. Si ese proceso no recibe un correctivo, uno termina afirmando no lo que Dios dice sino lo que uno ha aprendido a usar para defender lo que uno piensa y quiere. Si tal cosa sucede ya no estamos más escuchando a Dios sino sólo oyéndonos a nosotros mismos: es lo que suele suceder en las herejías y movimientos radicalizados o fanáticos.

* La escucha profunda requiere, entonces, que uno abra la mente y el corazón a toda la Escritura, a todo el Magisterio de la Iglesia, a todas las necesidades del Pueblo de Dios, con un deseo sincero de acoger y amar todo lo que Dios ha querido ofrecernos.

La Vocación, 13 de 16, Conocimiento de sí mismo

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 13 de 16: Conocimiento de sí mismo

* Iniciamos la cuarta y última sección de nuestro retiro espiritualEs fácil asociar el llamado vocacional al primer momento consciente en que uno considera un cierto estilo de vida. Según ese modo de pensar, la vocación “empieza” en esa primera propuesta recibida, o deliberación realizada.

* La verdad es que la vocación no sucede por pura fascinación de una invitación exterior. Es más bien la coincidencia, aunque sea sólo parcial, entre la propuesta exterior y las disposiciones interiores, lo que hace saltar una chispa de alegría y un motivo de esperanza.

* Esto significa que una clave fundamental del camino vocacional es aquello que uno es. Dios empezó a llamarnos no cuando nos dimos cuenta sino cuando él pensó en nosotros, es decir, en cierto modo, desde siempre.

* Como lógica consecuencia, es preciso examinar la propia historia, y buscar el recto conocimiento de sí mismo en Dios, si uno desea definir su camino vocacional, y después avanzar en él con gratitud, alegría y provecho.

La Vocación, 12 de 16, Amor de caridad

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 12 de 16: Amor de caridad

* El Concilio Vaticano II apunta al corazón de la vida consagrada con el título que ha querido dar al Decreto sobre los institutos religiosos: Perfectae Caritatis. De lo que se trata es siempre, y en primer lugar, de amar.

* Toda forma de consagración dentro de la Iglesia es un llamado del amor y un servicio de amor. Puede decirse que, faltando el amor, se puede todavía empujar una vida de consagración, por lo menos por un trayecto, pero sólo como quien remolca un carro sin motor.

* Ahora bien, no todo amor corresponde al ejemplo y camino propuesto por Cristo. Para su funcionamiento, la sociedad requiere de “amor de transacción” en el cual es natural esperar una contraprestación. Pero Cristo anuncia e instaura el Reino desde el “amor de caridad,” aquel que apunta de modo directo al bien que se quiere propiciar, y no a los merecimientos previos ni a las utilidades futuras.

* Este amor de caridad, o amor de gracia, o amor de misericordia, es el que hace posible la vida de los pequeños, los débiles y los excluidos. Es el tipo de amor que puede verdaderamente volverse al prójimo porque no busca el agrado, ni tampoco juega con la imaginación, sino que se fundamenta en el dato teológico firme y fundamental de la imagen de Dios en el hermano; imagen quizás deformada, oscurecida o sepultada pero siempre presente.

* Lo que amamos en el hermano no es entonces lo que resulte amable de lo que ahora es, sino aquello que llegará a ser precisamente por la acción transformante del amor que Dios le ofrece, por ejemplo, a través nuestro.

La Vocación, 11 de 16, Los verbos de Jesús

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 11 de 16: Los verbos de Jesús

* Hechos 10,38 condensa la misión de Cristo en estas palabras: “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.” Ese dato es punto de referencia y mandato para todo cristiano.

* Los religiosos, sin embargo, deseamos acercarnos más a lo específico de la vida que él llevó. Sobresalen así siete verbos que podemos considerar descriptivos del ser y la misión de Cristo:

(1) Enseñar: lo vemos en su predicación y sus consejos.

(2) Sanar: desde su corazón compasivo, cada curación es expresión de la llegada del Dios que se abaja y se compadece.

(3) Liberar: lo dice expresamente Pedro en su discurso de Hechos 10; las heridas más hondas provienen de la maldad del enemigo del género humano, y sólo liberados de su nefasto poder podemos aspirar el aroma de libertad de los Hijos de Dios.

(4) Orar: Su descanso y la fuerza viva de su ministerio están en la unión con el Padre.

(5) Padecer: No es simplemente aguantar; es detener la cadena de irresponsabilidades y complicidades que transfieren a otros, más inocentes que nosotros, los males que nosotros sufrimos.

(6) Ocultarse: Ser “paisaje” es dar ocasión a otros para que sobresalgan, pero sobre todo para que se sientan acogidos.

(7) Acampar: Acompañar y dejarse acompañar es santificar con el hecho mismo de su existencia–su ser Encarnado–a quienes así pudieron “contemplar su gloria” (Juan 1,14).

La Vocación, 10 de 16, Jesucristo pasó haciendo el bien

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 10 de 16: Jesucristo pasó haciendo el bien

* Si la vida consagrada es “cercano seguimiento de Cristo,” es preciso acercarse a su misterio para descubrir cuál es su vida, para que sea nuestra.

* En su profunda simplicidad, el deseo de hacer el bien compendia lo mejor del corazón humano. Sirve de criterio para evaluar nuestra presencia en las comunidades o lugares donde estamos: al pasar por este mundo dejamos un rastro o aroma, y hemos de preguntarnos si es el buen olor de Cristo.

* Hemos sido ungidos con el crisma, aceite consagrado y perfumando, en el bautismo y en la confirmación. La vida religiosa es una plenitud de vida bautismal que, en unión con Cristo, hace presente el Reino.

* Pedro, muy cerca de Cristo, no habla de un Cristo “de visita” sino de la verdad de una bondad que brota del ser más íntimo del Señor.

* El Mesías no sólo es auténtico, en el sentido de mostrar exteriormente lo que es interiormente, sino que es verdadero, en el sentido de que su ser interior es conforme con el verdadero querer de Dios, en el cual está siempre nuestra plenitud. Tal ha de ser nuestro ideal.

La Vocación, 09 de 16, Seglares y religiosos

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 9 de 16: Seglares y religiosos

* La definición más común sobre la esencia de la vida religiosa es “seguimiento de Cristo.” Pero esa expresión requiere de algunas aclaraciones porque se supone que todo discípulo debe ser seguidor del Señor.

* El punto de partida es que el Evangelio es anuncio de gracia que nos llama a sabernos amados por el Padre del Cielo, y que al integrarnos en la comunidad de creyentes, nos da también la fuerza del Espíritu para anunciar e impulsar el Reino de Dios en todo y en todos.

* Al aceptar el Evangelio puede decirse que acogemos el fruto que Cristo ganó para nosotros con su abundante amor particularmente manifiesto y eficaz en la Cruz. Ese fruto recibido es motivo de gratitud y fuente de vida para todos los creyentes, sin distinción alguna.

* Ha querido el Espíritu, sin embargo, que el servicio al Reinado de Dios suceda de modos diversos, pues en efecto ninguna creatura expresa en su perfecta totalidad al Dios infinitamente sabio, compasivo y poderoso. Dos modos principales de vivir la vocación cristiana son:

(1) Hay algunos que se sienten fascinados por el camino o manera que siguió Cristo, en su existencia concreta, hasta darnos ese fruto de salvación. Quienes esto sienten se inclinan hacia la que llamamos “vida consagrada” (aunque el bautismo es la consagración primera y fundante). Los consagrados se convierten así en memoria del misterio de la Encarnación y profecía de lo que un día todos seremos, pues en el Cielo no habrá necesidad de nada distinto al amor y alabanza a Dios.

(2) Otros, en cambio, agradeciendo siempre el fruto de salvación, no fijan su corazón en primer lugar en unirse al modo de vida del Verbo Encarnado sino que anhelan ver la extensión de su reino en las realidades de este mundo, que precisamente ha sido renovado por Él. Tal es la vocación laical.

La Vocación, 08 de 16, Pobreza y comunidad

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 8 de 16: Pobreza y comunidad

* Pertenece al plan de Dios que seamos incompletos, y a la vez, que recibamos dones, gracias y cosas que no son para que se queden con nosotros. En un sentido somos escasos, y por eso necesitamos de los demás; en otro sentido, abundamos en bienes y dones que otros necesitan de nosotros.

* El plan de Dios es lo opuesto del individualismo que gusta tanto al dios Mercado. El mundo del comercio nos quiere egoístas de modo que nadie comparta y todos tengan que comprar. El Dios verdadero, en cambio, quiere que la vida sea un fluir de bienes, a partir de Él mismo, como fuente que no se niega a nadie sino que es gustoso de darse.

* Ese continuo recibir y compartir es la ley de gracia que hace correr el agua de la vida; en su recorrido se dibuja la obra que el Espíritu, y sólo Él, conoce y de la cual cada uno de nosotros es pequeña parte. Quien pretende ser el primero, el protagonista, es como una “aspiradora” que retiene lo que era para otros, y empobrece el cuadro general que quería Dios.

* Por eso un santo como Francisco habla de desposarse con la “Dama Pobreza,” porque la unión con ese continuo despojo y gratuidad es la clave misma de la fidelidad al Espíritu en cercana y fecunda imitación de Cristo.

La Vocación, 06 de 16, ¿Por qué los carismas?

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 6 de 16: ¿Por qué los carismas?

* El Espíritu mismo es Don: es uno de sus nombres propios. Es entonces “khárisma,” es carisma. Pero desde su unidad hace posible que la diversidad de las vocaciones florezca y dé fruto, como lo hace la lluvia, que siendo una y la misma, produce tantos efectos benéficos en las diversas plantas, según la comparación de San Basilio Magno.

* ¿Por qué el Espíritu obra de modos tan diversos? Porque los seres humanos somos diversos, claro está, pero también porque en nosotros son diversas las necesidades.

* Necesitamos, por ejemplo, que nuestra inteligencia sea iluminada, así como también necesitamos que nuestra voluntad sea sanada, fortalecida e incluso movida por el mismo Espíritu.

* De particular importancia son los dones de ciencia (que nos permite reconocer el paso de Dios en la naturaleza y la historia) y el de entendimiento (que cautiva nuestro corazón con la verdad luminosa de la Palabra).

* Ciertamente necesitamos el auxilio de un aliado (Paráclito) tan poderoso. Basta meditar en las muchas estrategias y la temible audacia traidora del espíritu malo, que como león rugiente ronda buscando a quien devorar (véase 1 Pedro 5,8-9). Es preciso conocerse a sí mismo, e identificar las principales debilidades, pero sería necio fiarse de las propias fuerzas. El discernimiento y la fuerza del Espíritu no son un adorno: son nuestra única esperanza de victoria.

La Vocación, 05 de 16, La obra del Espíritu

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 5 de 16: La obra del Espíritu

* Iniciamos aquí la segunda sección de nuestro retiro. Vistos los aspectos más personales, conviene dirigir la atención a la dimensión comunitaria.

* La Iglesia misma nace de la Palabra, que adviene a nosotros desde fuera, por el testimonio apostólico, y nace también del Espíritu, que en cierto modo brota como desde dentro de uno mismo y que se experimenta como testimonio interior, que persuade y mueve.

* La Iglesia es la gran vocacionada, y toda vocación ha de leerse según el modelo de la Iglesia. No ha sido llamada por intereses o conveniencias, sino que es la voz de Dios la que la levanta y alimenta. En esto se diferencia de toda otra forma de asociación humana.

* La grandeza de la obra del Espíritu es que nos revela el bien de Dios como bien propio nuestro, y cambia además nuestro gusto y paladar para que, como dice la oración, “gustemos siempre el bien y gocemos de su consuelo.”

* Por eso sólo el Espíritu nos da inteligencia profunda de los mandamientos divinos, así como de las leyes y costumbres de la Iglesia. Sólo Él nos permite ser fieles en libertad y libres en fidelidad.