Estamos llamados, en cuanto cristianos, a ser mansos y humildes, pero no ingenuos ni cómplices de los ataques contra la fe.
En ciudades como Bogotá, y en otros sitios, se han difundido infografías que presentan como “lo más peligroso” para la propagación del coronavirus la realización de actos religiosos con asistencia de personas. Según esas imágenes y según los Decretos oficiales, ir a misa es más peligroso que ir a un restaurante o a una plazoleta de comidas en un centro comercial.
Los católicos no debemos ser ilusos: estamos claramente ante actos de discriminación disfrazados de “medidas de protección.” Y debemos tomar nota de quiénes son los líderes políticos que empujan esas agendas contra nuestra fe porque cuanto más poder tengan mayor será su hostigamiento.
No caeremos en la trampa de ser violentos pero tampoco nos envolverán con sus mentiras bien maquilladas.
¡Viva Cristo Rey!