LA GRACIA del Miércoles 30 de Marzo de 2016

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Jesús sediento es quien nos ofrece bebida, Él sin recibir salario ni alimento es quien nos alimenta y al sufrir en su Pasión, Él mismo alivia nuestros dolores.

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La libertad religiosa, un derecho humano fundamental

421 El Concilio Vaticano II ha comprometido a la Iglesia Católica en la promoción de la libertad religiosa. La Declaración « Dignitatis humanae » precisa en el subtítulo que pretende proclamar « el derecho de la persona y de las comunidades a la libertad social y civil en materia religiosa ». Para que esta libertad, querida por Dios e inscrita en la naturaleza humana, pueda ejercerse, no debe ser obstaculizada, dado que « la verdad no se impone de otra manera que por la fuerza de la misma verdad ».857 La dignidad de la persona y la naturaleza misma de la búsqueda de Dios, exigen para todos los hombres la inmunidad frente a cualquier coacción en el campo religioso.858 La sociedad y el Estado no deben constreñir a una persona a actuar contra su conciencia, ni impedirle actuar conforme a ella.859 La libertad religiosa no supone una licencia moral para adherir al error, ni un implícito derecho al error.860

422 La libertad de conciencia y de religión « corresponde al hombre individual y socialmente considerado ».861 El derecho a la libertad religiosa debe ser reconocido en el ordenamiento jurídico y sancionado como derecho civil.862 Sin embargo, no es de por sí un derecho ilimitado. Los justos límites al ejercicio de la libertad religiosa deben ser determinados para cada situación social mediante la prudencia política, según las exigencias del bien común, y ratificados por la autoridad civil mediante normas jurídicas conformes al orden moral objetivo. Son normas exigidas « por la tutela eficaz, en favor de todos los ciudadanos, de estos derechos, y por la pacífica composición de tales derechos; por la adecuada promoción de esa honesta paz pública, que es la ordenada convivencia en la verdadera justicia; y por la debida custodia de la moralidad pública ».863

423 En razón de sus vínculos históricos y culturales con una Nación, una comunidad religiosa puede recibir un especial reconocimiento por parte del Estado: este reconocimiento no debe, en modo alguno, generar una discriminación de orden civil o social respecto a otros grupos religiosos.864 La visión de las relaciones entre los Estados y las organizaciones religiosas, promovida por el Concilio Vaticano II, corresponde a las exigencias del Estado de derecho y a las normas del derecho internacional.865 La Iglesia es perfectamente consciente de que no todos comparten esta visión: por desgracia, « numerosos Estados violan este derecho [a la libertad religiosa], hasta tal punto que dar, hacer dar la catequesis o recibirla llega a ser un delito susceptible de sanción ».866

NOTAS para esta sección

857Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 1: AAS 58 (1966) 929.

858Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 2: AAS 58 (1966) 930-931; Catecismo de la Iglesia Católica, 2106.

859Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 3: AAS 58 (1966) 931-932.

860Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2108.

861Catecismo de la Iglesia Católica, 2105.

862Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 2: AAS 58 (1966) 930-931; Catecismo de la Iglesia Católica, 2108.

863Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 7: AAS 58 (1966) 935; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2109.

864Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 6: AAS 58 (1966) 933-934; Catecismo de la Iglesia Católica, 2107.

865Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1999, 5: AAS 91 (1999) 380-381.

866Juan Pablo II, Exh. ap. Catechesi tradendae, 14: AAS 71 (1979) 1289.


Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Palabras de libertad

[Reflexión ofrecida a un grupo de internos de un centro penitenciario.]

Tres palabras para recordar: distancia, nombre y esperanza.

Jail

* DISTANCIA. La pregunta fundamental es:¿A qué distancia estás de la decisión más importante de tu vida? tres testimonios bíblicos nos ayudan a descubrir el perfil de aquellos que en circunstancias duras de encierro no perdieron la cercanía con Dios. Brillan José, hijo de Jacob; Daniel, el profeta; y Pablo, el apóstol.

* NOMBRE. Al lugar de tu vivienda lo puedes llamar “cárcel” pero también lo puedes llamar “salón de clase” o “templo” o tu “plataforma” para una nueva vida. Recuerda que tu futuro no está escrito.

* ESPERANZA. Palabra que no debe confundirse con sustitutos fáciles, como fantasía o ilusión. La esperanza es confianza cierta en un futuro mejor, arduo pero posible, a partir de la firmeza de nuestra fe en Dios. Y esa firmeza deja obrar a Dios en nosotros, en nuestra conversión.

Democracia y Totalitarismo

“Algunos afirman que si no se es agnóstico o relativista, no se es un verdadero demócrata, porque el pensar que hay una Verdad y un Bien objetivos imposibilita el diálogo sincero entre las personas. Para éstos «la libertad os hará verdaderos», que es la antítesis de la frase evangélica «la verdad os hará libres» (Jn 8,32)…”

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Fundamentación teológico-moral de la libertad y la conciencia

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* La condición cultural en que nos encontramos obliga a iniciar la reflexión teológico-moral en la libertad. Sin una clarificación inicial sobre la libertad lo que digamos, por racional que sea, por bien intencionado que sea, y por bien fundamentado que se encuentre en la revelación, se enfrentará a una objeción pueril pero inexpugnable por parte de aquellos que consideran su propia capacidad de decidir como el tesoro que debe ser custodiado a toda costa. Quienes hacen de su libertad una especie de absoluto de inmediato responderán a las exigencias de lo razonable con expresiones notoriamente irresponsables como “viva y deje vivir” o “no pretenda imponer su religión a toda la sociedad.” Por ello es necesario iniciar con una reflexión sobre la libertad como tal, y ese es el marco más externo de nuestro discurso.

* Lo que no puede negar quien quiere ejercer su libertad es que sus actos tendrán consecuencias. Somos libres, en cierto modo y dentro de ciertos límites; libres somos para elegir una u otra opción pero no podemos escapar de las consecuencias de lo que elegimos u optamos. El encuentro con las consecuencias de nuestras opciones está indicando un límite externo, inevitable, obstinado, al que pueden darse varios nombres, por ejemplo: principio de realidad. Las consecuencias de lo que hacemos son nuestro primer encuentro con algo que llamamos “objetividad.” Es un engaño la libertad puramente subjetiva porque ningún ejercicio de la libertad carece de consecuencias externas que recaen sobre quien ha optado, y luego, de muchos modos, sobre los demás seres humanos y la naturaleza.

* Si hay consecuencias que seguirán a los actos, se impone el uso de la inteligencia antes de actuar. Sin esa inteligencia no se podría considerarnos verdaderamente libres pues más bien habría que tenernos por esclavos de nuestros ímpetus o caprichos, que luego nos dejan encadenados a las consecuencias de lo optado. Es evidente entonces que toda genuina libertad requiere un grado de previsión, análisis, inteligencia, racionalidad (no racionalismo, que es la hipertrofia de la razón, tomada como absoluto).

* Es evidente que la inteligencia busca entre las diversas opciones, algún género de bien. Posiblemente un bien real; o tal vez un bien aparente, parcial, transitorio o engañoso. Pero no puede negarse que busca algún tipo de bien. Esta relación intrínseca entre el ejercicio de la voluntad y el conocimiento del bien es el sello mismo de nuestra libertad, en el que se ve que ser libre no puede consistir simplemente en hacer lo que venga en gana. Obrar en contra del bien reconocido o del bien desconocido pero posible no es libertad.

* Identificar el bien propio requiere entonces reconocer qué es lo propio de cada ser, y del ser humano mismo. Esto es lo que captura el concepto de “naturaleza.” Somos libres solamente en el reconocimiento del bien propio de cada ser en cada circunstancia,y ello se traduce: somos libres dentro de la ley natural, entendida esta “ley” no como algo definido o promulgado exteriormente por una instancia de la sociedad (como decir: por la Iglesia) sino como el reconocimiento del ser propio de cada cosa. Los que atacan el concepto de ley natural como si fuera algo así como “otro nombre para el pensamiento de la Iglesia” se engañan tristemente. Esas mismas personas, ¿cómo responden a una pregunta como esta: por qué es más grave matar a un ser humano que a un mosquito? Cualquier análisis semejante obliga a afirmar bienes propios de los humanos que no se dan en los mosquitos, y eso es hacer un análisis de distintas “naturalezas”: la del humano y la del mosquito.

* Dentro de la concreción de la ley natural, entendida así como ámbito natural de la libertad humana, cabe preguntarse por la moralidad, es decir: ¿qué hace que un acto sea bueno o malo? La tradición clásica nos lleva al análisis de Santo Tomás, para quien los factores fundamentales son: qué se quiso hacer (objeto), con qué propósito (intención) y en qué condiciones y con qué consecuencias (circunstancias).

Ser o no ser Charlie Hebdo: cinco preguntas

1.

¿Por qué el mundo es más sensible a unas tragedias que otras? Ejemplos de otras tragedias: En su última avanzada, Boko Haram asesinó dos mil personas; en Iraq continúa la persecución sistemática de kurdos y cristianos; los abortos voluntarios se cuentan por miles y miles cada día. ¿Dónde están esas otras marchas?

2.

En las marchas de París, y otros lugares, ¿qué concepto hay de “libertad de expresión”? En particular, ¿cómo se supone que debe articularse esa libertad con la responsabilidad social de tener una voz pública? ¿Estamos dispuestos a respaldar la libertad para insultar, denigrar, humillar, y todo queda resulto con decir que es un lenguaje “sarcástico”? ¿El antisemitismo, la islamofobia, la blasfemia quedan automáticamente aprobados por las marchas en Francia?

3.

Una muerte violenta, a manos de cobardes armados, no hace automáticamente buena la vida así mutilada. Hay en esto un extraño principio hermenéutico que ha sido implantado exitosamente por el comunismo en muchos lugares, y que pretende exaltar al agredido con el propósito de castigar al agresor. ¿Somos conscientes de que entre la consigna “el que sufre es inocente” y la consigna “el que sufre se merece su sufrimiento” hay una amplia serie de matices? ¿Nos damos cuenta que en el caso del periodismo irresponsable de Charlie Hebdo nos quieren obligar a saltar del extremo de la reprobación al extremo de la canonización? ¿Y si yo prefiero rechazar A LA VEZ la violencia de esa clase de periodistas y la de los terroristas, sin caer en ninguno de los dos extremos?

4.

Es clara la hipocresía política de una marcha en la que lo único que parece grave es no hacerse presente. Como anotaba Michele Tribalat, ¿cuántos de los medios de comunicación que cubren las marchas estarían dispuestos a republicar las grotescas caricaturas contra Mahoma que hicieron tristemente famoso a Charlie Hebdo? ¿Cuántos países que envían altos representantes a las calles de París contienen leyes que de hecho impedirían la publicación o reimpresión de Charlie Hebdo en su propio territorio? ¿No resulta excesivamente fácil ser valiente con los muertos ajenos?

5.

¿Qué sigue después de las marchas? Reivindicada así la “libertad (irresponsable) de expresión,” queda claro que las religiones deben aceptar que en una “sociedad democrática y libre” cualquiera puede blasfemar y que lo malo es oponerse porque ello, según esa mentalidad, lo sitúa a uno del lado de los terroristas salvajes, primitivos, ignorantes, fundamentalistas y dogmáticos. ¿Tienen consciencia de ello los sacerdotes y religiosos que pasan un cheque en blanco de respaldo a los manifestantes de “Je Suis Charlie“?

Jóvenes liberados en Cristo, 2 de 3

[Ciclo de reflexiones para jóvenes, en retiro con la Fundación MOCE. Octubre de 2014.]

Tema 2 de 3: ¿Qué es ser libre?

* La definición más común de libertad es hacer lo que a uno le gusta, le parece bien o sencillamente lo que uno quiere.

* Pero esa definición es problemática. Mi gusto y lo que yo quiero hacer puede implicar un daño para otra persona o incluso para toda una sociedad.

* La verdad es que no se puede vivir sin alguna forma de organización y límites, y eso implica autoridad, y por lo tanto, límites al deseo de cada uno de hacer lo que quiere.

* Por eso en algunos jóvenes se da la paradoja de que se consideran rebeldes, pero sólo frente a la familia y algunas autoridades civiles porque ya en su grupo o pandilla ciertamente son obedientes.

* Tampoco consideramos un asalto a nuestra libertad las recomendaciones que nos dan los médicos aunque también ahí es necesario obedecer fielmente, si uno aprecia su vida y su salud.

* Lo más grave de la definición de libertad como “hacer lo que a uno se le da gana” es que quien le maneje a uno las ganas lo maneja a uno. Y hay especialistas en manejar las “ganas”: son los especialistas en marketing y publicidad.

* La libertad sólo puede existir unida a la verdad porque sólo en la búsqueda de lo verdaderamente bueno, conveniente, justo, es posible decidir sin esclavitud a los intereses de quienes nos manipulan desde las dimensiones del placer o del miedo.

* Los verdaderamente libres son también los verdaderos líderes. Aquellos que saben del sufrimiento y de la compasión conocen cuáles son los caminos de la esclavitud y de la libertad.

* Entre todos ellos brilla Jesucristo. Los que conocen el dolor pero no el amor se llenan de amargura. Los que conocen el amor pero no el dolor se llenan de egoísmo.

* Amor recibido de Dios, y dolor por el propio pecado, por las privaciones y por la necesidad del prójimo: tal es el camino común de los santos.

* Libertad es construir desde la verdad el bien posible.