Pregunta para los católicos (circula en Internet): ¿Por qué los judíos no realizan imagen de Dios, de Moisés, de Abraham? ¿Por qué ellos no realizan imágenes para venerarlos? ¿No será que la razón es porque ellos sí entienden la Ley y no hacen sino lo que Dios les mandó?
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La llegada del Mesías no es un acontecimiento menor. No debemos pensar que fue algo leve que dejó intacta a la Ley de Moisés. Nos damos cuenta que lo prescrito para el sábado, para la circuncisión o para definir qué se puede comer y qué no, todo ello cambió en el régimen de la Nueva Alianza. Así que la pregunta no es: “¿Por qué los cristianos empezaron ya desde la época de las catacumbas a hacer imágenes esculpidas de Cristo, por ejemplo, como Buen Pastor?” La verdadera pregunta es: “¿Tenían que sentirse ellos vinculados al precepto de no hacer representaciones de Dios después de que Dios mismo se había revelado plenamente en Cristo (Juan 14,9), y después de que el apóstol Pablo había enseñado que Cristo es “imagen VISIBLE del Dios invisible” (Colosenses 1,15)?”
Quienes ponen el mandamiento de Moisés por encima de la revelación plena y perfecta del misterio de Dios en Cristo tratan a Cristo, por lo menos con respecto a este asunto, como si fuera un profeta más. ¿No dice la Escritura que “el Verbo se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Juan 1,14)? Ver a Cristo, y por extensión: representar a Cristo para que esa representación nos lleve al recuerdo cercano de él, es ver en su plenitud la misericordia salvadora y transformante de Dios. Y no se quite importancia al verbo “ver” porque ya había dicho la Escritura: “Mirarán al que traspasaron” (Zacarías 12,10; Juan 19,37).
Alguien podrá preguntar qué sucede con la Santísima Virgen o los demás santos y bienaventurados, así reconocidos por la autoridad de la Iglesia, ya desde los primeros siglos. La respuesta es sencilla. El apóstol Pablo dice en 2 Corintios 3,18: “Nosotros llevamos en nuestro rostro descubierto la gloria de Cristo.” esto se demuestra también por el hecho de que el apóstol Pedro, para sanar al paralítico del templo (Hechos 3), le manda: “¡Míranos!” El rostro de quien está unido a Cristo refleja la gloria de Cristo. Por eso también cuando Esteban estaba a punto de ser martirizado “todos los que estaban sentados en el Sanedrín, cuando fijaron los ojos en él, vieron su cara como si fuera la cara de un ángel” (Hechos 6,15).
Por esa comunión de espíritu que hay entre Cristo y sus santos sabemos que todo cuanto hay de bueno y bello en ellos proviene de Él. Y tal es el significado de las imágenes de esos bienaventurados hombres y mujeres: mostrar las infinitas facetas de la santidad del único Cristo.
Por otra parte, llama la atención que el protestante que hace la pregunta ya admite que el mismo Dios sí mandó hacer algunas imágenes, como en efecto es el caso de los querubines puestos encima del arca. Lo curioso es que al final dice: “Sólo hacen (en cuanto a imágenes) lo que Dios les mandó.” La idea que este protestante tiene es que el mandato de Dios termina en el Antiguo Testamento, es decir, que ya no podía venir un cambio en las disposiciones divinas, siendo así que la Biblia misma muestra que, en cuanto a muchas costumbres y preceptos de la Ley, ciertamente hubo cambios, y no pequeños.