El Poema del Hombre-Dios de Maria Valtorta

Padre, La PAZ esté con Ud. Quería preguntarle si de casualidad, sabe algo de la obra: “El Evangelio como me ha sido revelado-El Hombre-Dios” de María Valtorta. Disculpe quería pedir su opinión, es que a mí me ha hecho, llorar, reir, sentir serenidad de DIOS… PD esa obra de Valtorta tiene detalles que no pueden estar en la biblia. Se que ud tiene muchos conocimientos y segurísimo lo conoce pero para mí es como estar sabiendo todo todo sobre Jesús … — J.O.

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Precisamente el dar tantos detalles que no están en la Biblia es el punto débil de esa obra. Son cosas que no se saben, no se pueden demostrar, y que difícilmente se pueden rebatir, tampoco. El único valor que se les podría dar es el de elaboraciones más o menos razonables y verosímiles de la imaginación de una persona.

Pero aquí viene lo grave: María Valtorta (italiana, 1897-1961) quiso presentarse como “secretaria” de Jesús y de María, y utilizó el nombre, tan solemne y grave en nuestra Iglesia de “revelación” para referirse a sus escritos. Esa clase de lenguaje induce a error porque en la mente de muchos, quizás en la tuya propia, hace creer que tiene el mismo nivel lo que dicen los Evangelios y lo que esta señora italiana escribe.

La Iglesia ha rechazado expresamente los escritos de Valtorta: El 16 de diciembre de 1959, la Congregación del Santo Oficio ordenó que “El Poema del Hombre-Dios” fuera puesto en el Índice de Libros Prohibidos. El Papa Juan XXIII aprobó el decreto y ordenó que se publicará la condena. Después, el decreto fue promulgado por el Santo Oficio, el 5 de enero de 1960. El periódico del Vaticano “L’Osservatore Romano”, publicó el día siguiente un artículo que resume las investigaciones del Santo Oficio. Ninguna de las obras de esta autora ha sido aprobada por la Iglesia.

Enseñanza: no por el hecho de que una obra pueda inspirarnos ciertos sentimientos de piedad y devoción es verdadera ni es recomendable.

La plenitud de los tiempos

La plenitud de los tiempos

Todas las grandes intervenciones de Dios en la antigua alianza estaban orientadas a la intervención definitiva y plena de Dios, hacia «aquel que había de venir» hacia el Mesías que establecería el Reino de Dios en el mundo. Este momento -la plenitud de los tiempos- aconteció cuando «Dios envió a su Hijo nacido de una mujer» (Gál. 4,4-5).

De hecho, el Antiguo Testamento es una preparación y todo en él anuncia a Cristo y confluye en Cristo. Él es el centro del plan de Dios (Ef. 1,3-19; 3,1-12). Con él han llegado los «últimos tiempos» (Heb. 1,2), el «tiempo de la salvación» (2Cor. 6,2). Con su muerte se realiza la victoria de Dios sobre el mal y sobre Satanás (Jn. 12,31; 16,11). En Él Dios realiza la alianza nueva y eterna (Mc. 14,22-23). Con Él se abre el paraíso, tanto tiempo cerrado (Lc. 23,42-43). Por Él se nos da el Espíritu, que transforma el hombre dándole la nueva vida y realizando la nueva creación (Jn. 19,30-34; 20,22; 3,5; 7,37-39). Él es el centro de la historia, “el Principio y el Fin”, “el Alfa y la Omega” (Ap. 22,13). Él es “el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb. 13,8), “el que era y es y viene” (Ap. 1,8), continúa presente en su Iglesia y «no se nos ha dado otro nombre en el que podamos ser salvos» (Hech. 4,12).

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En Jesucristo se cumple el acontecimiento decisivo de la historia de Dios con los hombres

28 La benevolencia y la misericordia, que inspiran el actuar de Dios y ofrecen su clave de interpretación, se vuelven tan cercanas al hombre que asumen los rasgos del hombre Jesús, el Verbo hecho carne. En la narración de Lucas, Jesús describe su ministerio mesiánico con las palabras de Isaías que reclaman el significado profético del jubileo: « El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor » (4,18-19; cf. Is 61,1-2). Jesús se sitúa, pues, en la línea del cumplimiento, no sólo porque lleva a cabo lo que había sido prometido y era esperado por Israel, sino también, en un sentido más profundo, porque en Él se cumple el evento decisivo de la historia de Dios con los hombres. Jesús, en efecto, proclama: « El que me ha visto a mí, ha visto al Padre » (Jn 14,9). Expresado con otras palabras, Jesús manifiesta tangiblemente y de modo definitivo quién es Dios y cómo se comporta con los hombres.

29 El amor que anima el ministerio de Jesús entre los hombres es el que el Hijo experimenta en la unión íntima con el Padre. El Nuevo Testamento nos permite penetrar en la experiencia que Jesús mismo vive y comunica del amor de Dios su Padre —Abbá— y, por tanto, en el corazón mismo de la vida divina. Jesús anuncia la misericordia liberadora de Dios en relación con aquellos que encuentra en su camino, comenzando por los pobres, los marginados, los pecadores, e invita a seguirlo porque Él es el primero que, de modo totalmente único, obedece al designio de amor de Dios como su enviado en el mundo.

La conciencia que Jesús tiene de ser el Hijo expresa precisamente esta experiencia originaria. El Hijo ha recibido todo, y gratuitamente, del Padre: « Todo lo que tiene el Padre es mío » (Jn 16,15); Él, a su vez, tiene la misión de hacer partícipes de este don y de esta relación filial a todos los hombres: « No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer » (Jn 15,15).

Reconocer el amor del Padre significa para Jesús inspirar su acción en la misma gratuidad y misericordia de Dios, generadoras de vida nueva, y convertirse así, con su misma existencia, en ejemplo y modelo para sus discípulos. Estos están llamados a vivir como Él y, después de su Pascua de muerte y resurrección, a vivir en Él y de Él, gracias al don sobreabundante del Espíritu Santo, el Consolador que interioriza en los corazones el estilo de vida de Cristo mismo.

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Congreso de la Fe, 2 de 4, Renovados al contacto con Jesucristo

[Congreso en Poza Rica, México, en Marzo de 2013.]

Tema 2 de 4: Renovados al contacto con Jesucristo

* Aunque sean diversas las presencias de Cristo, es siempre el mismo Cristo.

* El actuar sigue al ser, decían los filósofos medievales. Cristo no está pasivamente presente sino “activamente” presente. Donde está actúa.

* Memoria, ayuda pedagógica o referencia: ese es el tipo de presencia de los personajes históricos. ¿Es así la presencia de Cristo? Una comparación ayuda a ver que no es así.

* Una expresión como “¡Mao vive!” en realidad significa sólo que sus ideas o su lucha permanecen vigentes.

* Por el contrario, los Evangelios nos muestran que el Resucitado tuvo prácticamente que imponerse sobre los discípulos, que no estaban mal dispuesto sino completamente indispuestos para aceptar algo tan absolutamente nuevo como es la noticia de la resurrección.

* Así pues, la expresión “¡Cristo vive!” no es, como en el caso de Mao, un modo de referirnos a la vida que nosotros le damos a su memoria, sino la vida que él nos da.

* Recibir vida de Jesús es entonces permitirle que él actúe en nosotros, y entrar en interacción con él. Y conviene ver que en cada una de las formas de presencia mencionadas en la primera predicación hay un camino abierto para interactuar de modo vivo con Cristo.

Congreso de la Fe, 1 de 4, La fe y los modos de presencia de Cristo

[Congreso en Poza Rica, México, en Marzo de 2013.]

Tema 1 de 4: La fe y los modos de presencia de Cristo

* ¿Por qué celebrar un “Congreso de Fe”? Porque la fe brota en el encuentro con Cristo, siempre: en el Antiguo Testamento, es encuentro con el Cristo esperado, anunciado, anhelado; en el Nuevo Testamento, es encuentro con la Palabra hecha carne, cuya gloria hemos contemplado, dice San Juan (1, 14); en el tiempo de la Iglesia, es encuentro con el Cristo Total, según expresión de San Agustín.

* Pueden destacarse siete modos principales de presencia de Cristo:

(1) En la Comunidad creyente: “Donde dos o tres se reúnen en mi Nombre, ahí estoy yo,” dice el Señor.

(2) En la creación entera: “Todo fue hecho por él y para él.”

(3) En la Divina Eucaristía, de la que dijo el Señor: “Tomad y comed; esto es mi Cuerpo.”

(4) En los pobres: “Lo que hicisteis a uno de mis humildes hermanos, a mí me lo hicisteis.”

(5) En las Escrituras: “Ellas hablan de mí,” dice Jesús.

(6) En el Cielo: “A la derecha de Dios Padre,” según expresión de San Pablo.

(7) Con los que anuncian el Evangelio: “Cooperando con los que anuncian por todas partes,” según dice el Evangelista Marcos.