ESCUCHA, La unidad de las virtudes en Cristo

* Dice Cristo: “Cuando yo sea levantado, atraeré a todos hacia mí” (Juan 12,32).

* De modo exterior, esta frase y promesa puede entenderse como la unidad que Cristo crea entre pueblos comunidades y personas.

* De modo interior, puede entenderse de otras maneras: (1) Como le explicó Dios a Santa Catalina, a saber: unidad de las potencias del alma (inteligencia, voluntad, memoria), que en Cristo hallan su alimento y meta. (2) Unidad entre el ser y el deber-ser, o entre la “razón” y el “corazón” o entre lo que realmente quiero y lo que realmente hago, según aquello que expone de manera vívida el apóstol Pablo al final del capítulo 7 de la Carta a los Romanos. (3) Unidad entre las virtudes, tanto humanas como teologales.

* Son eje para todas las demás virtudes humanas estas cuatro:

(1) Prudencia, que lleva a hacer o dejar de hacer según conviene en cada caso.

(2) Justicia, que lleva dar a cada uno lo que le corresponde.

(3) Fortaleza, que mueve a acometer cosas arduas pero valiosas y posibles; o también a resistir en los momentos de dolor o dificultad.

(4) Templanza, que trae dominio de sí mismo, especialmente en los placeres propios de la sexualidad, los alimentos o la comodidad.

* Las virtudes teologales brotan de la predicación de la revelación cristiana y sólo acontecen verdaderamente a través de la acción del Espíritu Santo.

(1) La fe nos mueve a entregarnos confiadamente al Dios que ha mostrado su bondad, y ene sa entrega, acoger la verdad de Dios que así se muestra.

(2) La esperanza nos lleva a fiarnos de sus promesas y por lo tanto a saber nuestro futuro seguro en Dios.

(3) La caridad es el fruto de la acción del amor divino en nosotros, de modo que también nosotros podamos amarlo a Él, a nosotros mismos y a nuestro prójimo según Él.

* La unidad de las virtudes teologales radica en el binomio fe – caridad. Es unidad que proviene de acoger el amor que Dios nos concede gratuitamente en su Hijo, y luego permitirle a ese amor reinar en nuestras vidas y obrar en nosotros y a través de nosotros.

* La unidad de las virtudes humanas proviene, o bien de la prudencia, que lo rige todo, o bien de la justicia que da un criterio sobre cada actuar.

* La unidad del conjunto de la vida humana puede encontrarse entonces cuando la prudencia se deja gobernar por el mandato de Cristo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros” (Juan 13,34).

Invitación a Lumen Fidei, 04 de 10, Jesucristo

[Estudio introductorio a la Encíclica Lumen Fidei, del Papa Francisco. Predicación en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma, en España, Octubre de 2013.]

Tema 4 de 10: Jesucristo

* Las diversas líneas y caminos del Antiguo Testamento convergen en la persona adorable de Jesucristo: reyes, profetas, sacerdotes, y el pueblo pobre y humilde de algún modo miran hacia una plenitud que no queda contenida en el mismo Antiguo Testamento. Sin Cristo, como clave de bóveda, estos antiguos textos quedarían irremediablemente anclados en el pasado, y de alguna forma, incomprensibles.

* No puede hablarse propiamente de “fe” en Jesucristo, porque su conocimiento del misterio divino no puede ser comparable a nuestra condición, pero sí hay algo que le hace próximo a nosotros y ejemplo nuestro: su confianza en el Padre. Su manera de depositarlo todo, de no reservarse nada frente al plan de Dios es el paradigma de la fe cristiana.

La Vocación, 11 de 16, Los verbos de Jesús

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 11 de 16: Los verbos de Jesús

* Hechos 10,38 condensa la misión de Cristo en estas palabras: “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.” Ese dato es punto de referencia y mandato para todo cristiano.

* Los religiosos, sin embargo, deseamos acercarnos más a lo específico de la vida que él llevó. Sobresalen así siete verbos que podemos considerar descriptivos del ser y la misión de Cristo:

(1) Enseñar: lo vemos en su predicación y sus consejos.

(2) Sanar: desde su corazón compasivo, cada curación es expresión de la llegada del Dios que se abaja y se compadece.

(3) Liberar: lo dice expresamente Pedro en su discurso de Hechos 10; las heridas más hondas provienen de la maldad del enemigo del género humano, y sólo liberados de su nefasto poder podemos aspirar el aroma de libertad de los Hijos de Dios.

(4) Orar: Su descanso y la fuerza viva de su ministerio están en la unión con el Padre.

(5) Padecer: No es simplemente aguantar; es detener la cadena de irresponsabilidades y complicidades que transfieren a otros, más inocentes que nosotros, los males que nosotros sufrimos.

(6) Ocultarse: Ser “paisaje” es dar ocasión a otros para que sobresalgan, pero sobre todo para que se sientan acogidos.

(7) Acampar: Acompañar y dejarse acompañar es santificar con el hecho mismo de su existencia–su ser Encarnado–a quienes así pudieron “contemplar su gloria” (Juan 1,14).

La Vocación, 10 de 16, Jesucristo pasó haciendo el bien

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 10 de 16: Jesucristo pasó haciendo el bien

* Si la vida consagrada es “cercano seguimiento de Cristo,” es preciso acercarse a su misterio para descubrir cuál es su vida, para que sea nuestra.

* En su profunda simplicidad, el deseo de hacer el bien compendia lo mejor del corazón humano. Sirve de criterio para evaluar nuestra presencia en las comunidades o lugares donde estamos: al pasar por este mundo dejamos un rastro o aroma, y hemos de preguntarnos si es el buen olor de Cristo.

* Hemos sido ungidos con el crisma, aceite consagrado y perfumando, en el bautismo y en la confirmación. La vida religiosa es una plenitud de vida bautismal que, en unión con Cristo, hace presente el Reino.

* Pedro, muy cerca de Cristo, no habla de un Cristo “de visita” sino de la verdad de una bondad que brota del ser más íntimo del Señor.

* El Mesías no sólo es auténtico, en el sentido de mostrar exteriormente lo que es interiormente, sino que es verdadero, en el sentido de que su ser interior es conforme con el verdadero querer de Dios, en el cual está siempre nuestra plenitud. Tal ha de ser nuestro ideal.

Formados en la Fe, 3 de 6, Cristo vence las distancias

[Jornada de Evangelización en Chajarí, Provincia de Entre Ríos, Argentina, en Julio de 2013.]

Tema 3 de 6: Cristo vence las distancias.

* Aquellas distancias que nos alejaron de Dios han sido vencidas en la persona y el ministerio de Cristo Jesús.

(1) Nos sana de la vergüenza al tratarnos con gran providencia: interiormente nos hace sentir disgusto de lo que somos; nos deja ver nuestras necesidades y nos hace buscar al médico; exteriormente, nos envía al médico, que no es otro que su propio Hijo.

(2) Nos salva de la idolatría al mostrarnos que todo ídolo cobra una enorme cuota de amor, dolor y sangre; de modo que podamos detestar aquello que así nos explota.

(3) “Vengan a mí,” dice Cristo, ofreciendo descanso, perdón, e incluso su propio Corazón; así nos sana de todo temor enfermizo. Ante el Crucificado, el único que debe temer es Satanás.

(4) Cristo nos salva del “dios cómplice,” ese falso dios que piensa de manera idéntica a nosotros. Donde mejor se ve esta salvación de Cristo es en el Sermón de la Montaña, en donde Cristo sube los estándares, hasta llamarnos a ser perfectos como el Padre es perfecto. Cristo es misericordioso, para abajarse hasta nosotros, y exigente, para llevarnos hasta donde Dios está.

(5) Contra la falsa saciedad Cristo usa una especie de duro taladro que denuncia la hipocresía. Pero esa dureza es siempre fruto de su amor, que no tolera ver que nos perdemos. En ocasiones, Dios tiene que remover las certezas, hasta las que parecían más firmes.

Descubrir a Cristo en tu juventud

[Reflexión compartida con un grupo de jóvenes de origen hispano, en Lafayette, LA, Estados Unidos. Mayo de 2013.]

* Es relativamente fácil encontrar de qué quejarse cuando se trata de los jóvenes. Violencia, superficialidad, facilismo, son algunas de las críticas que se les hacen. Pero el ejercicio de culpabilizar es estéril, y a menudo se vuelve contra la generación precedente. Uno ve que de las mutuas acusaciones no saldrá nada útil.

* De hecho, no es difícil encontrar raíces profundas para esa agresividad expresa o implícita de tantos jóvenes:

(1) Vivimos en un mundo que miente sistemáticamente. La publicidad presenta el uso de tal producto como la causa inmediata e instantánea de compañía atención o felicidad. Pero nada de eso llega.

(2) Desbordamiento de información. La voluntad queda desbordada por una multitud de propuestas, y es triste ver que detrás de muchas de esas voces hay solamente intereses y lucro.

(3) Culto al instante y al multi-tasking (multi-tarea: hacer muchas cosas al tiempo). Eso implica que lo que no responda al ciclo corto de deseo y satisfacción es descartado, no reparado. En la práctica tal tendencia engendra seres humanos solos que desechan y son desechados ágilmente.

* Este diagnóstico no debe quedarse con la última palabra. En concreto, quien ha encontrado a Jesucristo ha encontrado un modo de relación señalado por las coordenadas de la verdad, la sanación y un camino con propósito.