“Con esta página pretendo potenciar el gran valor de los medios de comunicación que posee la iglesia católica de venezuela y el mundo. Sirva como herramienta de evangelización por estos medios. Id predicad el evangelio a todo el mundo…”
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
“Los cruceros que recorren el Mediterráneo son vistos en las publicidades como grandes centros lúdicos y lo son. Con la noticia del hundimiento de la nave Costa Concordia, entretanto vino a flote algo que normalmente no se tiene en cuenta sobre los cruceros: estas ciudades flotantes cuentan con la presencia de un capellán. En este caso el padre Raffaele Malena, que vivió en primera persona el naufragio. Junto a él, el párroco de la isla del Giglio ayudó a los náufragos y el director de la pastoral del mar de la Iglesia italiana, Giacomo Martino, explicó a ZENIT el papel de un capellán a bordo…”
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Cristo Vivo. Retiro con Frailes Dominicos del Vicariato del Ecuador, en Enero de 2012. Tema 6: Ideas insuficientes sobre el Reino de Dios.
* Hay cuatro imágenes que, más que falsas son insuficientes, sobre el Reino de Dios.
(1) Hacer equivalente al Reino con el Cielo. Esta imagen parece construida exclusivamente sobre la base de una interpretación simplista de la parábola de Lázaro y el rico “epulón” ( = el que banqueteaba), y ha dado fuerza a la acusación de que la religión es “opio del pueblo.”
(2) Hacer equivalente al Reino con la Iglesia. Esta imagen mira el poder de la Iglesia en la sociedad como algo deseable y por eso termina en estrecho maridaje entre Iglesia y Estado. Aunque algunos bienes parece que pueden salvaguardarse mejor con esa asociación, a la larga el Estado pasa factura por sus servicios de protección y financiación, y la Iglesia termina justificando excesos, perdiendo credibilidad y adquiriendo un estilo cortesano que repugna muy de lleno con el Evangelio.
(3) Hacer equivalente al Reino con una serie de “valores” (o más tradicionalmente, el cultivo de ciertas virtudes individuales y sociales). No es error destacar algunos valores que emergen del Evangelio o de la Escritura: el problema es creer que podemos tener un reino sin rey, de modo que terminamos promoviendo simplemente una visión de sociedad, y estableciendo una falsa oposición entre lo “tangible” y lo “espiritual.” En la visión de la Teología de la Liberación, por ejemplo, se cometen dos errores graves: (a) identificar lo “real” con lo económico-material-cuantificable; (b) suplantando el mensaje de la Escritura con agregados ajenos a ella, como sucede con la idea de que los pueblos deben ser “sujetos” de su historia.
(4) Hacer equivalente al Reino con una institución, región, programa político, tipo de comunidad: todo lo cual contradice la clara aserción de Cristo de que el Reino no está ni aquí ni allí. No es un programa en nuestras manos.
50. El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole. Los hijos son, sin duda, el don más excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres. El mismo Dios, que dijo: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gen 2,18), y que “desde el principio … hizo al hombre varón y mujer” (Mt 19,4), queriendo comunicarle una participación especial en su propia obra creadora, bendijo al varón y a la mujer diciendo: “Creced y multiplicaos” (Gen 1,28). De aquí que el cultivo auténtico del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar que de él deriva, sin dejar de lado los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar con fortaleza de espíritu con el amor del Creador y del Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece diariamente a su propia familia.
En el deber de transmitir la vida humana y de educarla, lo cual hay que considerar como su propia misión, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus intérpretes. Por eso, con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su misión y con dócil reverencia hacia Dios se esforzarán ambos, de común acuerdo y común esfuerzo, por formarse un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida tanto materiales como espirituales, y, finalmente, teniendo en cuanta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia. Este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente. En su modo de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, lo cual ha de ajustarse a la ley divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente esta ley a la luz del Evangelio. Dicha ley divina muestra el pleno sentido del amor conyugal, lo protege e impulsa a la perfección genuinamente humana del mismo. Así, los esposos cristianos, confiados en la divina Providencia cultivando el espíritu de sacrificio, glorifican al Creador y tienden a la perfección en Cristo cuando con generosa, humana y cristiana responsabilidad cumplen su misión procreadora. Entre los cónyuges que cumplen de este modo la misión que Dios les ha confiado, son dignos de mención muy especial los que de común acuerdo, bien ponderado, aceptan con magnanimidad una prole más numerosa para educarla dignamente.
Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación, sino que la propia naturaleza del vínculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también el amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando ordenadamente. Por eso, aunque la descendencia, tan deseada muchas veces, falte, sigue en pie el matrimonio como intimidad y comunión total de la vida y conserva su valor e indisolubilidad.
[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 50]
49. Muchas veces a los novios y a los casados les invita la palabra divina a que alimenten y fomenten el noviazgo con un casto afecto, y el matrimonio con un amor único. Muchos contemporáneos nuestros exaltan también el amor auténtico entre marido y mujer, manifestado de varias maneras según las costumbres honestas de los pueblos y las épocas. Este amor, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la persona, y , por tanto, es capaz de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como elementos y señales específicas de la amistad conyugal. El Señor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la gracia y la caridad. Un tal amor, asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a un don libre y mutuo de sí mismos, comprobado por sentimientos y actos de ternura, e impregna toda su vida; más aún, por su misma generosa actividad crece y se perfecciona. Supera, por tanto, con mucho la inclinación puramente erótica, que, por ser cultivo del egoísmo, se desvanece rápida y lamentablemente.
Esta amor se expresa y perfecciona singularmente con la acción propia del matrimonio. Por ello los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y favorecen el don recíproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de gozosa gratitud. Este amor, ratificado por la mutua fidelidad y, sobre todo, por el sacramento de Cristo, es indisolublemente fiel, en cuerpo y mente, en la prosperidad y en la adversidad, y, por tanto, queda excluido de él todo adulterio y divorcio. El reconocimiento obligatorio de la igual dignidad personal del hombre y de la mujer en el mutuo y pleno amor evidencia también claramente la unidad del matrimonio confirmada por el Señor. Para hacer frente con constancia a las obligaciones de esta vocación cristiana se requiere una insigne virtud; por eso los esposos, vigorizados por la gracia para la vida de santidad, cultivarán la firmeza en el amor, la magnanimidad de corazón y el espíritu de sacrificio, pidiéndolos asiduamente en la oración.
Se apreciará más hondamente el genuino amor conyugal y se formará una opinión pública sana acerca de él si los esposos cristianos sobresalen con el testimonio de su fidelidad y armonía en el mutuo amor y en el cuidado por la educación de sus hijos y si participan en la necesaria renovación cultural, psicológica y social en favor del matrimonio y de la familia. Hay que formar a los jóvenes, a tiempo y convenientemente, sobre la dignidad, función y ejercicio del amor conyugal, y esto preferentemente en el seno de la misma familia. Así, educados en el culto de la castidad, podrán pasar, a la edad conveniente, de un honesto noviazgo al matrimonio.
[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 49]
ANAIN – Taller Mínimo de Evangelización en la Vida Diaria. Tema 3 de 3: Invitar.
* La señal de que ya se puede pasar de la narración y los testimonios a una invitación explícita es que la persona hace una pregunta de este tenor: “¿Qué debemos hacer, hermanos?” (véase el discurso de Pedro en Hechos 2).
* Una buena invitación tiene en cuenta estos cinco puntos: (1) Llega como agua para el sediento; (2) Ofrece pero no impone (de hecho, hemos de estar preparados para escuchar rechazos e indiferencia, sin por eso perder nuestro ánimo); (3) La verdadera invitación brota del amor a Cristo y al prójimo, y se aleja de toda vanidad, pretensión de ganar discusiones, etc. (4) Toda auténtica invitación llama a la conversión y se sella con el sacramento de la confesión. Para ello facilita ofrecer oportunidades en que evangelizado y evangelizador puedan compartir la experiencia de una buena confesión. (5) Las invitaciones eficaces van seguidas de una buena labor de pastoreo.
ANAIN – Taller Mínimo de Evangelización en la Vida Diaria. Tema 2 de 3: Narrar.
* Los seres humanos usamos distintas clases de lenguaje. En términos de transmisión de la fe son especialmente importantes estos tres: (1) Catequético, que da gran importancia a la memoria; (2) Esquemático, que enfatiza en el entendimiento; (3) Imperativo o moralizante, que espera lograr que se tomen decisiones y se persevere en ellas. ¿Cómo se compara el lenguaje narrativo con estos tres?
* Las narraciones son una forma privilegiada de lenguaje porque sucede que la vida humana tiene elementos que son propios y típicos de la narración: personajes, eventos y una línea temporal.
* Además, las narraciones son la primera manera de lenguaje que aprendemos a disfrutar como por sí misma, cuando somos infantes, y son la última forma de lenguaje que compartimos con gusto en la edad madura.
* Una gran cualidad de las narraciones es que, si están bien hechas, los varios elementos se “llaman” los unos a los otros, de modo que la unidad del relato es fácil de ser recordada, transmitida, explicada y aplicada.
* Una vez que hemos acogido al prójimo y tenemos una idea razonablemente justa de haber calibrado su necesidad o dolor, y el impacto que ello ha causado en él, lo que sigue no es imponer, ni demostrar, sino testimoniar y ofrecer, y ello se logra mejor con las narraciones.
* Para que la narración ayude en la transmisión de la fe: (1) No debe ser un paquete prefabricado que lanzamos sobre el oyente; al contrario, debe enlazar con sus preguntas o necesidades. (2) Debe alimentarse de la inmensa riqueza de vida de la Iglesia, esto es: Biblia, liturgia, historia, legislación, vidas de santos, testimonios personales, etc. (3) No debe pretender sacar una moraleja o conclusión.
* Y al hablar de nosotros mismos, dando nuestro testimonio personal: (1) El testimonio se da, se regala con un solo propósito: invitar a creer y ayudar a crecer; (2) El protagonista sólo puede ser Cristo. (3) No es un ajuste de cuentas ni la imposición de nuestro punto de vista sobre una situación (por ejemplo, vida de pareja); (4) La conclusión hay que dejar que suceda en el encuentro entre la acción de Dios y la respuesta libre de esa persona.
“El Papa recordó como el beato Juan Pablo II decía que “el camino de la paz es el camino de los jóvenes” y por eso dijo al cuerpo diplomático que su mensaje para el día mundial de la paz había sido dirigido a la educación de las nuevas generaciones como vehículo de la paz. Dijo que la educación necesita de lugares. El primero es la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer…”
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ANAIN – Taller Mínimo de Evangelización en la Vida Diaria. Tema 1 de 3: Acoger.
* La Evangelización no empieza cuando empezamos a hablar, sino en la manera como acogemos con amor y atención las necesidades, dolores e incluso las contradicciones que padecen nuestros hermanos.
* Saber escuchar implica tres cosas: (1) Familiarizarse realmente con la voz de Cristo. (2) Recibir la historia o drama del prójimo; asegurarse de estar percibiendo el calibre de sus dolores y preguntas. (3) Escuchar el propio corazón, hasta saber que se ha recibido el impacto del dolor y el impacto del amor, y ya uno tiene la convicción interior de la victoria del amor divino en la historia humana.
Gente de Espíritu: Retiro Espiritual para Coordinadores de la Renovación Carismática Católica en Lima, Perú. Tema 5: La victoria del Señor.
* Es importante descubrir que nuestra lucha contra las tinieblas: (1) Es antigua, muy antigua, así parezcan novedades cosas como la cultura gay; (2) Hunde sus raíces en el odio del demonio a la obra divina; odio que se alimenta del rechazo del diablo hacia Dios y todo lo que Dios haga.
* Sabiendo que la lucha es a ese nivel: (1) Hemos de tomarla en serio; (2) Pero con serenidad y sin escándalos ni aspavientos. Escandalizarnos es brindar al mal el homenaje de nuestra admiración.
* Los pasos que los santos, ya desde tiempo de los apóstoles, practicaron siguen siendo válidos: (1) Acoger al ser humano, roto y rebelde como está; (2) Presentar primero con obras y luego en palabras la narración de la obra del Señor en nosotros; (3) Propiciar o confirmar el SÍ al Señor en el ámbito de un hogar espiritual que se llama comunidad: hay que ser claros, sin arrogancia, sobre nuestra pertenencia a la Iglesia Católica; (4) Contar con un hecho fundamental: las conversiones las hace Dios por el poder de su Espíritu. No reemplazamos a Dios, sino que le preparamos, en cuanto podemos, los corazones, para que Él se glorifique.
Como Juan Bautista, nuestra evangelización tiene como meta que todos reciban a Cristo con corazón libre de idolatría y sin reservas.
Padre, me gustaria saber para que se estudia la filosofia de Kant en el seminario y también que es el sentido común. muchas gracias por todo lo que hace por la evangelización. Dios bendiga su ministerio y que Maria Santisima lo lleve cada dia mas a la santidad… – Preguntado por J.F. en FRAYNELSON.NET
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“Sabemos que a menudo nuestros visitantes [los de “Fe y Razón”] disponen de poco tiempo libre y se desalientan frente a los textos largos. Por eso hemos creado esta sección, que contiene sólo artículos breves (de una o dos páginas), de estilo catequístico o periodístico. Esperamos que, aunque su lectura sea más ligera que la del resto del sitio, su contenido no sea menos verdadero…”
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