Perfectae Caritatis, 11 de 12, Superiores y formadores

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 11 de 12: Superiores y formadores

* Es imposible la renovación de la vida religiosa sin la presencia y acción de superiores que miren con ojos nuevos a las comunidades que se les han encomendado. La novedad de esa mirada está en reconocer, junto a las necesidades corporales y materiales, aquellas otras necesidades que pertenecen al orden de la gracia y la vocación.

* Si preguntamos a los religiosos qué superiores que quieren, cuatro cualidades suelen subrayarse: fraternos, comprensivos, atentos y muy humanos.

(1) Lo importante es que esa fraternidad nazca de Aquel que es “primogénito de muchos hermanos” (Romanos 8,29).

(2) Y si la comprensión y la compasión implican tomar sobre sí los dolores o preocupaciones que otros sufren, entonces el superior verdaderamente comprensivo no se limita a los sufrimientos visibles y materiales sino que entiende que es una tragedia traicionar a Dios o poner en riesgo la suerte eterna.

(3) Estar atento entonces es llamar la atención sobre aquello que hace falta o se ha debilitado y amenaza ruina. No descuidar lo físico o psicológico pero tampoco quedarse en ello. San Pablo escribe: “Está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién es débil sin que yo sea débil? ¿A quién se le hace pecar sin que yo no me preocupe intensamente?” (2 Corintios 11,29).

(4) Y sí, ser muy humanos, sabiendo que Cristo “revela el hombre la hombre mismo” (véase Gaudium et Spes, 22). Un pragmatismo y un materialismo práctico nos han llevado a limitar los diálogos entre superiores y sus religiosos sólo al ámbito de la salud, las vacaciones y los edificios. Pero, ¿es justo cuidar los pisos y descuidar los cimientos de la vocación?

Perfectae Caritatis, 10 de 12, Juventud renovada

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 10 de 12: Juventud renovada

* El pasaje del joven rico, en la recensión de Marcos (10,17-27), nos presenta un dato que hay que destacar: Jesús mira con amor a ese joven. En esa mirada, el Señor le ofrece el tesoro de su compañía, gracia y amistad, que tenían que haber pesado más que los tesoros que aquel joven ya conocía. Al rechazar la mirada de Cristo, el joven hace un pésimo “negocio,” y la certeza de la terrible pérdida de inmediato lo envuelve en tristeza.

* Cristo sigue regalando su mirada que invita, muy especialmente a los jóvenes. Es preciso entonces tener ojos que no se dejen engañar y que luego deban lamentar lo perdido. Los engaños son tres fundamentalmente:

(1) El engaño por acumulación, que pretende mostrar como imposible que logremos cosas grandes porque al hacer la suma de las renuncias a lo largo del tiempo nos sentimos incapaces. Pero esa suma es un engaño; Cristo dice: “a cada día le basta su afán” (Mateo 6,34) Lo que él pide hoy es la respuesta de hoy; mañana será mañana, y eso de acumular sobre el presente las angustias y cargas futuras no sólo es ilógico sino que nos paraliza ante la propuesta divina.

(2) El engaño por impaciencia, que se ve exacerbada por la mentalidad tecnológica que todo lo logra con un “click.” Es tentador desalentarse ante una primera dificultad o ante la propia tardanza en superar malas costumbres. Pero nadie dijo que el camino era corto o los frutos inmediatos.

(3) El engaño por egoísmo, que agranda todo lo propio y descuida o minimiza los dolores, necesidades o problemas de los demás.

Perfectae Caritatis, 09 de 12, Pilares de la renovación

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 9 de 12: Pilares de la renovación

* Tres elementos van íntimamente unidos: la llegada de nuevas vocaciones, la renovación espiritual de la Congregación, y la fecundidad apostólica.

* En el proceso de renovación tienen un lugar destacado las Hermanas mayores porque de manera natural, y en cierto modo inevitable, sus opciones y actitudes son una expresión del futuro que aguarda a las nuevas generaciones.

Perfectae Caritatis, 08 de 12, Camino de Consagración

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 8 de 12: Camino de Consagración

* Santo Tomás de Aquino destaca que la vida religiosa apunta a una perfección “en camino.” Esto indica que el primer deber del religioso es NO DETENERSE.

* Es importante, en este sentido, no contentarse con una definición “negativa” de los votos, como si la perfección del voto estuviera únicamente en aquella de lo que nos priva. Los votos quieren encauzarnos por la ruta de un amor que no puede dejar de crecer y perfeccionarse, hacia una plenitud cada vez mayor de paz, de alegría y de fecundidad apostólica.

* ¿Qué clase de eventos o situaciones tienden a detenernos en el camino? Examinamos tres:

(1) El escándalo, que produce un “shock” de desconcierto y desmotivación. La respuesta es recordar que no vinimos a seguir a tal o cual persona sino a Cristo mismo.

(2) La desesperación, en el sentido de “pérdida de la esperanza.” Se produce a veces por desilusión progresiva que viene como de afuera hacia adentro, o por incoherencia o acedia propia, que va como de dentro hacia afuera. La respuesta es triple: (a) Perseverar en la oración, sobre todo vocal, apoyándose en un texto y no sólo en la propia mente o espontaneidad; (b) Profundizar en el examen de conciencia, pidiendo sincero dolor por nuestros pecados, que incluyen las ingratitudes y las faltas por omisión; (c) Alimentarse del ejemplo de los que han vencido, sobre todo a través de las vidas de los santos.

(3) El cinismo, que tiene siempre como expresión rebajar el ideal en vez de tratar uno de crecer para alcanzarlo. El cinismo suele ser hijo de la desesperación: la persona frustrada por no poder crecer espiritualmente o no poder superar tal o cual vicio, decide declarar que su mediocridad es la norma, y que así están bien las cosas. Pasa entonces a llamar bien al mal, y mal al bien, en contra de la advertencia del profeta Isaías.

Las justificaciones típicas del cínico provienen de tres fuentes: (a) Llamar “normal” a lo que se ha vuelto común; (b) Razonar como si lo reciente o nuevo fuera necesariamente mejor, por ejemplo para justificar un comportamiento vicioso diciendo que “ya estamos en el siglo XXI;” (c) Proclamar que hay que “ampliar la mente” sin tener en cuenta que ampliarla para llenarla de falsedad o de ignominia no es ninguna ganancia.

La respuesta principal al cinismo es recobrar sincero apetito por la verdad; no contentarse con el engaño seductor de la mentira sino dar un paso que restablezca la capacidad de discernir lo verdadero y lo bueno.

Perfectae Caritatis, 07 de 12, frenos y barreras

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 7 de 12: frenos y barreras

* Deben quedar claras dos cosas: (1) No todo lo sucedido después del Concilio se puede atribuir al Concilio: “post Concilium” no es lo mismo que “propter Concilium.” (2) Las dificultades de religiosos o con los religiosos no son fenómeno privativo de los siglos XX y XXI. Ya se trate de los “fratricelli” en el siglo XIV o de las consagradas que difundieron con eficacia la doctrina arriana a partir del siglo III, uno ve que el intento de ser sólo para Dios no siempre termina bien, y con alguna frecuencia la Iglesia ha recibido heridas muy profundas de quienes deberían serle más fieles.

* Dejando eso claro, hay que señalar por lo menos unos cinco frenos y barreras en el camino de la genuina renovación de la vida religiosa:

(1) El desquite. No es poco el peso de un pasado ancestral de explotación o abuso. La presión acumulada genera una rebeldía sorda. O también la necesidad de colmarse de las cosas o placeres de los que uno fue privado en la infancia.

(2) Los vacíos. Aludimos a la parte afectiva. No sólo genera situaciones de incoherencia en la castidad sino también satisfacciones vicarias, como por ejemplo, a través del ansia de poder, o la pretensión de controlar a otros. Otra consecuencia de estos vacíos es el buscar atención, a veces a través de tendencias hipocondríacas o de adolescente.

(3) El mundo. Sus propuestas van en directa contravía a nuestros votos. No puede uno saturarse la cabeza de mundo y pretender que el corazón permanezca colmado de Cristo.

(4) El gremio. Es la tendencia a protegerse uno protegiendo a los que viven como uno, o piensan como uno, o son de la generación de uno, o tienen el mismo oficio de uno, como por ejemplo: teólogos que a toda costa defienden a sus colegas, aún en asuntos de clara heterodoxia.

(5) El “yo.” La tendencia permanente a refugiarse uno en una agenda y unas metas propias, egoístas, a corto plazo, mirando sólo por la propia conveniencia, ganancia o prestigio.

Perfectae Caritatis, 06 de 12, Las causas y los efectos

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 6 de 12: Las causas y los efectos

* ¿De verdad tenemos que ser los religiosos, como lo estamos siendo tan a menudo en esta época, el rostro de la desobediencia y el capricho? Hay ejemplos públicos, dolorosos, bien visibles, como sucede, y se la ha dicho, con Teresa Forcades, Alfonso Llano o Anselm Grün. La teología de muchos otros es confusa o francamente contraria la enseñanza de la Iglesia.

* ¿De donde proviene todo esto? Ciertamente, no del Concilio porque, como se ha mostrado, la doctrina conciliar es sumamente escueta y además muy ceñida a lo que siempre se ha dicho sobre la vida religiosa.

* Parece que la raíz está en un deseo intenso de lograr lo que las comunidades religiosas lograron en otro tiempo pero sin la espiritualidad, la formación y la obediencia que caracterizaron a los que obtuvieron tales frutos. Queremos los efectos pero no las causas.

* Los religiosos santos, entre los cuales hay un buen número de fundadores, llevaron claramente tres sellos: ardiente amor a Cristo; gozosa obediencia a la Iglesia; predilección por los necesitados. Esa es la fuente, o causa, de la que ha surgido su modo de estar en vanguardia, hacer misiones, ser audaces en el pensamiento o abrir formas nuevas de vida cristiana. Sin esa raíz lo que podemos conseguir es repetir un cierto impacto en la gente, pero sólo de manera forzada, puramente externa, por breve tiempo, y con grave mezcla de daños y escándalos.

* El llamado que claramente nos hace el Señor es a una verdadera renovación, como quería y como dispuso el Concilio Vaticano II. Desde un amor renovado se renueva la vida. La consigna que nos queda es: renovemos lo que somos y renovaremos lo que significamos.

Perfectae Caritatis, 05 de 12, Atentos a la raíz

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 5 de 12: Atentos a la raíz

* El número 7 de Perfectae Caritatis destaca el lugar único que la vida dedicada a la contemplación y la penitencia tiene en la Iglesia. La expresión central es “vacar para sólo Dios,” (vacare Deo), es decir: liberarse de todo y estar sólo para Dios.

* Esa expresión va en plena consonancia con lo dicho en el capítulo VI de Lumen Gentium: el religioso ha entregado su “todo” a Dios; se ha convertido en sacrificio pleno, en holocausto.

* El planteamiento conciliar no es un elogio a las vidas de personas específicas sino una clarificación teológica sobre el valor de un signo. La vida monástica, como signo, expresa de modo pleno lo que significa el absoluto de Dios. Si hay elementos monásticos en las demás formas de vida consagrada—por ejemplo: los tiempos de oración y meditación, o el hacer retiros espirituales—es porque la Iglesia quiere que de un modo vital y experiencial todos los consagrados estén atentos a la raíz que histórica y orgánicamente les sostiene.

* Esto no disminuye el valor de la vida apostólica, por supuesto. Según indica el número 8 del mismo Decreto Perfectae Caritatis, el quehacer evangelizador y de caridad pertenece a la naturaleza de esta forma de consagración. Lo que hay que cuidar es que la raíz esté en el amor que nos ha fascinado por completo, y que el signo de nuestro amor sea claro para todos, de modo que nos fiemos de la tecnología, o de la capacidad administrativa, o de los recursos que tengamos en el momento de dar testimonio del Señor. Nada reemplaza el encuentro con un corazón de verdad enamorado de Dios. Es algo que no se puede fingir y que, cuando sucede, cambia vidas.

Perfectae Caritatis, 04 de 12, Palabras del Concilio a los religiosos

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 4 de 12: Palabras del Concilio a los religiosos

* En dos lugares principales se dirigen los padres conciliares a los religiosos: en el Capítulo VI de la Constitución sobre la Iglesia (Lumen Gentium) y en el Decreto sobre la Renovación de la Vida Religiosa (Perfectae Caritatis). De esos textos surge un claro perfil de la vida religiosa:

(1) Es un don del Espíritu Santo para la Iglesia; don que la embellece pero también le ayuda de muchas maneras a cumplir su misión.

(2) Tiene una referencia directa a Cristo, en la donación concreta y específica de sí mismo; este aspecto lo hace visible la profesión de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.

(3) La vida consagrada no es intermedia entre la forma de vida de los clérigos y la de los laicos; no pertenece de suyo a la jerarquía de la Iglesia sino que vale ante todo por su carácter de signo.

(4) La vida consagrada re-presenta y manifiesta a la vez el carácter de la existencia que Cristo llevó en esta tierra, y el carácter definitivo de los bienes celestiales, término al que todos los bautizados tienden.

(5) La vida religiosa no constituye una “iglesia dentro de la Iglesia” sino que, desde su nacimiento depende del mismo alimento y está bajo el cuidado de los mismos pastores que todos tienen.

(6) La consagración religiosa tiene carácter de holocausto o inmolación, y en ese sentido resulta incomprensible sin la abundancia de un amor que quiere darse por completo.

(7) Es sello característico de la consagración religiosa la alegría. Cuando esta falta, la causa inmediata hay que buscarla en la falta de la donación, pues es ésta la que lleva a percibir el sabor del Evangelio.

* Si es necesaria una “renovación” de la vida religiosa, es ante todo porque el carácter de “signo” de la primacía del Reinado de Dios se ha opacado u oscurecido.

* Este diagnóstico no habría de mejorar en el postconcilio. El mundo de la postguerra, esilusionado de las grandes verdades y de los “grandes relatos” (Vattimo) se vuelca y derrama en una pluralidad de pequeñas y transitorias certezas por lo menos en lo que respecta a definir el sentido de la ida y los criterios sobre el bien y el mal.

* Toda una generación está convencida de la tecnología y es obediente a la voz de la ciencia, por ejemplo, en la medicina, pero no serían capaces de confiar hasta el fondo en temas tan urgentes y profundos como el detestar el pecado o el amar con generosidad y sin límites el proyecto y la persona de Jesús.

* Por supuesto, quitado el alimento de la generosidad, la vida religiosa se enreda en muchos proyectos sobre realidades más o menos atrayentes o populares, pero carentes de la fascinación y hondura que sólo tiene el darlo todo por Cristo.

* Y de ello mismo entendemos dónde está el antídoto: es el que señala Perfectae Caritatis cuando nos invita a ir a la fuente.

Perfectae Caritatis, 02 de 12, Contexto histórico del Concilio Vaticano II

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 2 de 12: Contexto histórico del Concilio Vaticano II

* En la sesión inaugural del Concilio Vaticano II, el papa Juan XXIII subrayó el carácter “pastoral” de aquel evento. Para comprender qué implican esas palabras hay que acercarse a los tres últimos siglos de la historia de la Iglesia.

* A la base está una ruptura que se hizo visible en el siglo XVIII con la Ilustración y con la Revolución Francesa. La nueva clase de “intelectuales,” formados en el enciclopedismo y la masonería, sentía particular repulsión hacia la Iglesia, a la que consideraban una institución corrupta y egoísta que se alimenta de la ignorancia y la superstición.

* Aquellos intelectuales del XVIIII no eran todavía ateos, sino “deístas,” es decir, aceptaban que un “dios” era necesario para completar una explicación racional del mundo pero negaban que ese dios tuviera una injerencia en las vidas de los seres humanos particulares. Les repugnaba la idea de una “revelación” y por tanto, de un “clero” que en algún sentido pudiera representar a ese dios.

* Del deísmo no es difícil el paso al ateísmo: un dios tan lejano e inocuo como el que enseñaban aquellos arrogantes intelectuales en realidad no hacía falta ni en la vida personal ni menos en la vida social. La consecuencia práctica de esta postura fue el desprecio sistemático a la fe revelada y el ataque frontal a la Iglesia.

* La primera reacción de la Iglesia fue también contundente. El Syllabus del Papa Pío IX es una colección de condenaciones y anatemas. Décadas después, la encíclica Pascendi de San Pío X resumiría la situación de la Iglesia ante el mundo en términos de pura confrontación. El enemigo central, según señala esa encíclica, es el Modernismo.

* ¿En qué consiste el Modernismo, como herejía? En la presentación de la verdad como completamente dependiente del contexto. Según el modernismo, nada sería realmente estable y ninguna afirmación sería realmente definitiva pues, si no los enunciados mismos, las interpretaciones de los enunciados estaría siempre sujetas a las condiciones culturales, filosóficas y científicas, al punto de que algo que se dijo y creyó en un cierto contexto ya no sería posible enseñarlo en otro contexto.

* Es comprensible la actitud firme y beligerante de la Iglesia frente a tantos ataques frontales pero hay que tomar nota que poco a poco se fue gestando otro modo de respuesta, especialmente a través de tres corrientes vitales:

(1) El Movimiento Litúrgico, que tuvo su epicentro en la Abadía de Solesmes, destaca la necesidad de una liturgia más participativa y fructuosa, con mayor presencia de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia, y con un centro más claro en la Pascua y por consiguiente en torno al Año Litúrgico.

(2) El Movimiento Bíblico quiere evitar dos extremos: el racionalismo de la Ilustración niega la posibilidad de la revelación y por tanto propone “pensar y no creer;” por otro lado, algunas formas de piedad miran con desconfianza la tarea del intelecto y en la práctica proponen “creer y no pensar.” Fr. José Ma. Lagrange, O.P., fundador de la Escuela Bíblica de Jerusalén, quiere afirmar ambos, el creer y el pensar, que ciertamente incluye investigar. Un primer fruto, pequeño pero enormemente significativo, fue la entrada franca de la enseñanza sobre los géneros literarios de la Biblia en el magisterio de la Iglesia.

(3) Movimiento Teológico. Desde la neoescolástica hasta la teología narrativa, el final del siglo XIX y la primera mitad del XX vieron una floración de tendencias de muy diversos estilos, no todos ortodoxos. Una convicción sí quedó clara: que la teología no puede verse como un saber de piedra, establecido para siempre e inalterable, pero tampoco como un bulto amorfo al estilo del pensamiento modernista. La imagen apropiada es la de la evolución homogénea del dogma, es decir, como un árbol de hondas raíces, y con un tronco y ramas principales bien firmes, pero que no cesa de crecer, como organismo vivo que es.

Perfectae Caritatis, 01 de 12, Introducción

[Meditaciones para el Retiro Espiritual anual de un grupo de Hermanas Dominicas de la Inmaculada, en Quito, Ecuador.]

Tema 1 de 12: Introducción

* Al convocar el Año de la Fe, el papa Benedicto XVI subrayó el hecho de que hemos alcanzado 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II: es tiempo que invita a un balance sobre la recepción de los documentos conciliares, y en este caso, sobre todo el decreto sobre la Vida Religiosa, que lleva por título, en latín, Perfectae Caritatis.

* Hay que acercarse entonces a la historia del Concilio Vaticano II, y eso implica dar una mirada a la vida del Papa Juan XXIII, que lo convocó. Fuente invaluable para ese conocimiento es el “Diario de un Alma,” obra autobiográfica única, en la que Angelo Giuseppe Roncalli nos permite recorrer su camino vocacional desde la época de seminarista hasta su servicio en la Sede de Pedro.

* Tres rasgos se destacan en esa semblanza autobiográfica.

(1) Roncalli, ya de joven, comprende que la búsqueda de la voluntad de Dios es esencial para su vocación. Pero este “buscar,” a medida que avanza su vida, se convierte sobre todo en un “confiar.” La certeza de que la Providencia guía su vida, y la certeza de que el amor de Dios lo espera detrás de cada incertidumbre se convierten en fuente de fortaleza e incluso de optimismo.

(2) De una familia numerosa, sencilla, devota y alegre, Roncalli tiene un perfil de personalidad notablemente sano. Esa sanidad interior se refleja en una personalidad equilibrada que se aparta instintivamente de los extremos, y que sabe salir de sí misma para preocuparse con sinceridad por los demás. Tal armonía interior y exterior le hace particularmente amable.

(3) Roncalli recibió diversos encargos y comisiones en contextos muy diversos, desde la Bulgaria comunista hasta la secularizada Francia. Encontró un idioma común para la humanidad en el hecho simplísimo de ser bueno y de buscar hacer el bien. Una de sus frases favoritas: “La bondad ha hecho serena mi vida.”

* Confianza, armonía y bondad describen en alguna medida el perfil interior de este hombre llamado por la providencia divina para suceder a Pío XIII.

ESCUCHA, La fe en Cristo y la vida de pareja

[Predicación en el XXVI Congreso de Parejas de la Comunidad Alegría, en Bogotá.]

1. La fe es respuesta que el hombre, movido por la gracia del Espíritu Santo, le da a Cristo, presentado y presente en quienes anuncian el Evangelio. Es respuesta que se hace posible desde y para una comunidad que llamamos Iglesia.

2. La fe nos abre al señorío real de Cristo en nuestra vida. El que descarta a Dios de su vida usurpa su lugar. Un mundo sin fe es una jungla donde se impone el más fuerte, con lo cual la astucia, la trampa, la traición y la indiferencia abundan. Una sociedad así se vuelve homicida de los pequeños, los marginados, los débiles y los pobres.

3. La sociedad más pequeña es también la célula básica de toda sociedad, es decir, la pareja humana. En esta “sociedad pequeña” comienzan todos los bienes y males de la sociedad “grande.” A la vez, lo que sucede en la sociedad en general se convierte en presión que pretende modelar a cada pareja y cada familia. Sólo sobreviven los que tienen en sí una fuera mayor, que es la que da Cristo.

4. El plan de Cristo se lee bien en Lucas 4: Dar buena noticia a los pobres; Liberar a los cautivos; Dar vista a los ciegos. Cuando aplicamos ese pasaje a la pareja, vemos que es pobreza perder los mejores años de la vida en medio de discusiones y amargura; es prisión tener que quedarse en una relación humillante y también es prisión separarse para repetir la misma historia con otros; es ceguera llenarse de rabia y no ser capaz de ver los defectos propios ni las virtudes de la pareja.

5. La pareja renovada en Cristo no sólo experimenta nueva vida sino que siente la necesidad de compartirla, primero a los hijos y luego a través de diversos apostolados.

Recorriendo el Credo, paso a paso

El tercer capítulo de la Escuela de Vida Interior va meditando aspectos del Credo. último tema: Cristo “por nosotros y por nuestra salvación” hizo y padeció cuando hizo y padeció. ¿Y qué es ser salvado? ¿Por qué importa?

Credo

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Palabras del Papa Francisco a obispos y sacerdotes

El Papa Francisco ha celebrado en la Catedral de San Sebastián de Río de Janeiro una Eucaristía con los obispos, sacerdotes y seminaristas. En la homilía, el Santo Padre se ha centrado en tres aspectos de la vocación de los sacerdotes: «Llamados por Dios», «Llamados a anunciar el Evangelio» y «Llamados a promover una cultura del encuentro».

Papa a los obispos y sacerdotes

Click!

¿Sacramentos virtuales?

Estamos en la era de la comunicación. Nuestra generación esta cada dia mas dependiente de ella. Nuestras necesidades (muchas) tienen respuesta usando los medios que la ciencia a logrado para servicio de la humanidad contemporanea. Usted y su ministerio son un ejemplo de ello. ¿Podría entonces la Iglesia considerar ofrecer el Sacramento de la CONFESION on line? Gracias y bendiciones. JC

* * *

Hay razones prácticas que hacen ver, de entrada, lo extraño de la propuesta de “sacramentos virtuales.” Entre los tesoros de nuestra Iglesia está el sigilo sacramental que en ningún caso se puede garantizar a través de comunicaciones que no sean directas. Entendamos que toda comunicación mediada por escritos, chat, email, teléfono o videoconferencia es susceptible de ser interceptada y espiada. Las noticias de los últimos días con PRISM lo confirman. Pero hay razones más profundas, aun suponiendo, que no se puede suponer, que se llegara a al comunicación encriptada “perfecta.”

Los sacramentos no son actos mágicos (que funcionarían con el sólo hecho de que se sigan unos pasos y se digan unas palabras) ni tampoco burocráticos (que requieren únicamente que se siga lo prescrito en un protocolo o manual de procedimientos). Los sacramentos de la fe son expresiones de esa misma fe, la cual no hemos recibido por libro o por pantalla, sino al contacto con personas reales. En efecto, la fe no es una idea o una simple convicción interior: es un modo de vida que abarca todas las dimensiones de la persona humana en todo su ser: sus sentidos, su imaginación, sus recuerdos, sus proyectos.

Nada que sea parte de mi vida puede quedar por fuera de la vida de fe. Esto se nota particularmente en los sacramentos de la fe que se dirigen no únicamente a la mente o la inteligencia sino a todo el ser. El agua del bautismo recorre la cabeza y el cuerpo del bautizado; la unción brilla en la frente del confirmado, que además recibe la cálida mano del obispo; la eucaristía la comemos y se deja sentir en la boca. Lo que acompaña los sacramentos es sensible también, o sea, llega a través de los sentidos: los ambientes, el perfume del incienso, el hecho mismo de hacer parte de una asamblea y sentir el calor de la presencia de los hermanos.

Es verdad que estos elementos, que son parte de una rica antropología, a veces se descuidan en las celebraciones litúrgicas pero nuestra actitud no debe ser dejar perder sino más bien recuperar en su plenitud y hermosura cada sacramento. Cada uno de ellos es acontece dentro de la comunidad creyente y se alimenta de todo lo que sucede en un encuentro real entre personas reales. Esto vale también, y en altísimo grado, para la confesión. El tono de la voz del penitente es también lenguaje que habla de contrición o de cinismo. Uno puede decir: “He colaborado como en unos quince o veinte abortos” de muchas maneras, y ese tono, que se percibe al encuentro real con la persona real es parte del sacramento.

Pareciera que eso se puede reemplazar con una video-conferencia pero lo que el corazón humano pide y necesita es mucho más que eso. Lo que sucede en una confesión no es una pura declaración de paz y salvo de un documento: ¡es el reencuentro vivo con Dios nuestro Padre! Jesús dijo que hay fiesta en el Cielo cuando un pecador se convierte; ese lenguaje está indicando que en la absolución sacramental se trata de algo que sólo se compara a una nueva creación: es un reencuentro precioso que pide que todo nuestro ser se haga presente.

En síntesis: la legislación de la Iglesia es clara: no hay sacramentos virtuales. Y la razón es clara: el lenguaje de Dios en los sacramentos es total; abarca todo nuestro ser y supone un reencuentro pleno, en lenguaje total de alma y cuerpo con la comunidad creyente, y en particular con el ministro del sacramento.