En torno a una polémica teológica

Alejandro Bermúdez me pregunta por un castigo específico…

En el contexto de la polémica sobre si Dios castiga o no, ha habido desarrollos bien fundamentados y que considero muy completos. Recomiendo los escritos de José Miguel Arraiz

http://www.apologeticacatolica.org/Descargas/Dios_Castiga.pdf

y de Adrián Ferreira:

http://www.apologeticacatolica.org/Descargas/Dios_Castiga2.pdf

así como un sólido post del muy ilustrado Néstor Martínez

Todos ellos manifiestan la enseñanza común de la Iglesia: Dios, sin dejar su amor, ciertamente castiga, por razones siempre conectadas con su providencia, su pedagogía y el orden debido de la justicia, que es parte de la santidad misma de Dios.

En una orilla distinta se ha situado el bien conocido Alejandro Bermúdez, que no suele dar información sobre sus opositores, con lo cual quien lo lee se queda sin contexto incluso para situar los propios argumentos de quien es Director de Aciprensa. Para no repetir el mismo error, comento que este laico católico ha publicado también una obra en que reúne argumentos sobre por qué, a su entender, Dios no castiga.

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Una felicitación para Infocatólica

Es importante felicitar a Infocatólica–a quien modestamente apoyo con alguna contribución a través de mi blog–por su postura valiente y a la vez tan respetuosa en este enojoso asunto que tiene origen definido: la postura, mal fundamentada, pero tan especiosamente presentada y tan ampliamente difundida, del cardenal Walter Kasper sobre el acceso a la sagrada comunión por parte de los divorciados vueltos a casar.

Por supuesto que la conclusión que hay que sacar de todo esto es que sólo puede calificarse de lamentable la condición doctrinal de nuestra Iglesia. Como si fuera de un adorno que puede modificarse a placer, o como si se tratara del reglamento de un club en manos de sus socios: así tratan muchos el depósito de la fe que nos dejaron los apóstoles y que fue refrendado por el sello de su propia sangre, y la de centenares de mártires nobles y llenos de amor a Dios y al prójimo. ¡Que ellos intercedan por nosotros, y particularmente por el Papa Francisco, en estas horas de incertidumbre y penosa desorientación!

En diálogo cordial con todos los saberes

76 La doctrina social de la Iglesia se sirve de todas las aportaciones cognoscitivas, provenientes de cualquier saber, y tiene una importante dimensión interdisciplinar: « Para encarnar cada vez mejor, en contextos sociales económicos y políticos distintos, y continuamente cambiantes, la única verdad sobre el hombre, esta doctrina entra en diálogo con las diversas disciplinas que se ocupan del hombre, [e] incorpora sus aportaciones ».[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 59: AAS 83 (1991) 864] La doctrina social se vale de las contribuciones de significado de la filosofía e igualmente de las aportaciones descriptivas de las ciencias humanas.

77 Es esencial, ante todo, el aporte de la filosofía, señalado ya al indicar la naturaleza humana come fuente y la razón como vía cognoscitiva de la misma fe. Mediante la razón, la doctrina social asume la filosofía en su misma lógica interna, es decir, en la argumentación que le es propia.

Afirmar que la doctrina social debe encuadrarse en la teología más que en la filosofía, no significa ignorar o subestimar la función y el aporte filosófico. La filosofía, en efecto, es un instrumento idóneo e indispensable para una correcta comprensión de los conceptos básicos de la doctrina social —como la persona, la sociedad, la libertad, la conciencia, la ética, el derecho, la justicia, el bien común, la solidaridad, la subsidiaridad, el Estado—, una comprensión tal que inspire una convivencia social armónica. Además, la filosofía hace resaltar la plausibilidad racional de la luz que el Evangelio proyecta sobre la sociedad y solicita la apertura y el asentimiento a la verdad de toda inteligencia y conciencia.

78 Una contribución significativa a la doctrina social de la Iglesia procede también de las ciencias humanas y sociales: [Resulta significativa, al respecto, la institución de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. En el Motu proprio de erección se lee: « Las investigaciones de las ciencias sociales pueden contribuir de forma eficaz a la mejora de las relaciones humanas, como demuestran los progresos realizados en los diversos sectores de la convivencia, sobre todo a lo largo del siglo que está por terminar. Por este motivo, la Iglesia, siempre solícita por el verdadero bien del hombre, ha prestado constantemente gran interés a este campo de investigación científica, para sacar indicaciones concretas que le ayuden a desempeñar su misión de Magisterio ». Juan Pablo II, Motu proprio Socialium Scientiarum (1º de enero de 1994): AAS 86 (1994) 209.] Ningún saber resulta excluido, por la parte de verdad de la que es portador. La Iglesia reconoce y acoge todo aquello que contribuye a la comprensión del hombre en la red de las relaciones sociales, cada vez más extensa, cambiante y compleja. La Iglesia es consciente de que un conocimiento profundo del hombre no se alcanza sólo con la teología, sin las aportaciones de otros muchos saberes, a los cuales la teología misma hace referencia.

La apertura atenta y constante a las ciencias proporciona a la doctrina social de la Iglesia competencia, concreción y actualidad. Gracias a éstas, la Iglesia puede comprender de forma más precisa al hombre en la sociedad, hablar a los hombres de su tiempo de modo más convincente y cumplir más eficazmente su tarea de encarnar, en la conciencia y en la sensibilidad social de nuestro tiempo, la Palabra de Dios y la fe, de la cual la doctrina social « arranca ».[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 54: AAS 83 (1991) 860]

Este diálogo interdisciplinar solicita también a las ciencias a acoger las perspectivas de significado, de valor y de empeño que la doctrina social manifiesta y « a abrirse a horizontes más amplios al servicio de cada persona, conocida y amada en la plenitud de su vocación ».[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 59: AAS 83 (1991) 864]

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 12 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

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Tema 12 de 12: La Iglesia, comunidad de frontera

* Debemos particularmente al dominico Felicísimo Martínez la convicción de que la evangelización, y en realidad, la Iglesia entera está llamada a estar presente sobre todo en las fronteras. por ejemplo: la frontera entre la vida y la muerte; entre la creencia y la increencia; entre una vida miserable y una vida digna; en la pertenencia o no a la fe católica.

* En la misma línea, algunos filósofos y teólogos de la liberación acertaron sin duda al subrayar el riesgo de complicidad con el mundo en que incurre la Iglesia cuando se aficiona al “centro,” al poder, a tenerlo todo a punto, a mano y a placer. Una Iglesia “instalada” es a menudo una Iglesia traidora de su propia vocación e incapaz de realizar con verdad y eficacia su misión.

* Los dominicos sabemos algo de esto por un evento que está grabado en nuestros orígenes: aquellos monjes que con aparatosa caravana querían argumentar con los herejes lograron poco y nada. La “agilidad” del obispo Diego, y de Domingo; su “flexibilidad” para aprender de sus propios adversarios; su “libertad” para apegarse a lo esencial y desprenderse de lo demás, los hicieron instrumentos idóneos para el Evangelio, y para la implantación misma de la Iglesia en regiones que ya estaban prácticamente perdidas.

* Si volvemos a los textos mismos del Evangelio, ¿qué encontramos? A Cristo rodeado de lo más despreciado del mundo. Cristo es el “Dios-con-nosotros” pero los primeros que pueden decir eso, y que lo dicen con el alma colmada de gozo, son los pobres. El mismo Señor lo dijo: “los pobres son evangelizados,” citando a Isaías 61.

* Una anotación parecida hace Pablo a la comunidad de Corinto: “Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; para que nadie se jacte delante de Dios. Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención, para que, tal como está escrito: EL QUE SE GLORIA, QUE SE GLORIE EN EL SEÑOR.” (1 Corintios 1,26-31). Y también Santiago, especialmente en 1,9-11; 2,1-7.

* Queda claro entonces el camino de la Iglesia, a partir de la sobriedad, el servicio, la generosidad, el usar las cosas sin dejarnos poseer por ellas, y el buscar en todo cómo se da gloria a Dios y cómo se expresa mejor su amor inconmensurable en favor de los pequeños.

La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 02 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

Tema 2 de 12: El itinerario espiritual y de fe de Jorge Mario Bergoglio

* Contexto latinoamericano:

(1) A la luz del Concilio Vaticano II, los obispos de Latinoamérica, reunidos en Medellín (1968) leen con particular atención la relación entre Iglesia y mundo. Salta a la vista una realidad escandalosa: la injusticia social.

(2) En 1971 Gustavo Gutiérrez, entonces sacerdote diocesano del Perú, publica su obra “Teología de la Liberación” privilegiando de modo casi unilateral la categoría “Pueblo de Dios” y la descripción de la obra de Dios como un “éxodo.”

(3) En la década de los 70s muchos quieren leer el Concilio en clave de una serie de contraposiciones que harán mucho daño: sacramentalizar vs. evangelizar; religiosidad popular vs. comunidad formada; clero vs. pueblo de Dios; y sobre todo ortodoxia vs. ortopraxis.

(4) Al final los ánimos se van exacerbando y se planteará descaradamente la incompatibilidad entre una Iglesia llamada “verticalista” (la cual se quiere hacer coincidir con todo lo anterior al Vaticano II) y una Iglesia “horizontal” o “de comunión” (que sería la propia del Vaticano II). Surge de aquí una mirada de desconfianza, desprecio o confrontación hacia el magisterio de la Iglesia.

(5) La escogencia de unos mismos textos bíblicos, usados hasta el hastío, toma las características de un “canon dentro del canon” : parece importar sólo lo que apoye una determinada línea de pensamiento y acción, a la espera de que el resto de la Biblia sea “releído” como simple apéndice o preparación para los textos considerados centrales, que son,por supuesto, los que van en la línea de un cambio en las condiciones de vida de los pobres.

(6) Y como se quiere definir a la Iglesia por un único aspecto, a saber, la elevación de la dignidad humana, entonces se buscan los medios más eficaces para generar cambios en al sociedad. Es aquí donde se comete el peor error: adoptar el análisis marxista de la realidad social, aun en contra de tantas evidencias de la Sagrada Escritura.

(7) La caída del comunismo soviético y las vigorosas intervenciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida en ese momento por el cardenal Joseph Ratzinger, producen un cambio de interés y de dirección, que llevará poco a poco a la teología de la liberación hacia un declive cada vez más profundo.

bergoglio

* Jorge Mario Bergoglio, S.J., testigo de excepción de este itinerario, define su perfil de cara a la realidad que ha conocido, amado y servido desde su juventud. Surgen así cuatro claves de su pensamiento y acción:

(1) La injusticia en la comunidad humana es una herida en el corazón de Dios.

(2) Ninguna ideología, y en ningún caso el marxismo, da verdadera respuesta a los pobres, a quienes sencillamente usa para sus propósitos.

(3) Debe entonces uno empezar por sí mismo: por la sobriedad, la sencillez y sobre todo el servicio.

(4) No se trata sólo de ver a Cristo en los pobres sino de aprender de los pobres cómo ver a Cristo.

La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 01 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

Tema 1: El itinerario que llevó al Papa Benedicto a declarar un Año de la Fe

* El Espíritu Santo nos ha concedido, para la cátedra de Pedro, hombres grandes en su unión con Dios y su docilidad al Espíritu, cada uno con su don particular. En Benedicto vemos a un maestro de la fe; en Francisco a un profeta de la pobreza evangélica.

* ¿De dónde nace en Benedicto XVI la idea de un “Año de la Fe”? Guiándonos por sus propias palabras encontramos motivaciones “ad extra” y “ad intra” de la Iglesia.

* Ad extra:

(1) La tiranía del relativismo, que mira con escepticismo y descalifica de entrada todo empeño serio de llegar a la verdad;

(2) Las erupciones de fundamentalismo: reacciones obnubiladas al relativismo, que tampoco se ponen en marcha hacia la verdad porque se consideran en completa posesión suya;

(3) La ideología del secularismo, que no se plantea la verdad religiosa sino que por principio quiere excluirla del debate público.

Benedict-Francis

* Ad intra:

(1) La primacía, entre los teólogos, de una mentalidad de gremio, con lo cual no se consideran en primer lugar a servir a la verdad del Evangelio sino a protegerse mutuamente;

(2) La mentalidad de funcionario que penetra amplios sectores del sacerdocio ministerial, con graves consecuencias: doble vida, consideración externalista de las funciones del ministerio, etc.

(3) Empuje de una hermenéutica de la ruptura con respecto al Concilio Vaticano II, con lo cual se ve a Dios como presente únicamente hasta, o únicamente desde el mismo Concilio.

Maestros en la Fe, 6 de 6, Juan Pablo II y la circularidad entre fe y razon

[Curso a las Monjas Dominicas del Monasterio de Santa Ana, en Murcia, España.]

Tema 6 de 6: Juan Pablo II y la circularidad entre fe y razón

Esquema de Fides et Ratio, del Beato P.P. Juan Pablo II (1920-2005)

Introducción (Conócete a ti mismo)
Capítulo I: La revelación de la sabiduría de Dios
Jesús revela al Padre
La razón ante el misterio

Capítulo II: Credo ut intellegam
“La sabiduría todo lo sabe y entiende” (Sb 9,11)
“Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia” (Pr 4,5)

Capítulo III: Intellego ut credam
Caminando en busca de la verdad
Diversas facetas de la verdad en el hombre

Capítulo IV: Relación entre la fe y la razón
Etapas más significativas en el encuentro entre la fe y la razón
Novedad perenne del pensamiento de santo Tomás de Aquino
El drama de la separación entre fe y razón

Capítulo V: Intervenciones del magisterio en cuestiones filosóficas
El discernimiento del Magisterio como diaconía de la verdad
El interés de la Iglesia por la filosofía

Capítulo VI: Interacción entre teología y filosofía
La ciencia de la fe y las exigencias de la razón filosófica
Diferentes estados de la filosofía

Capítulo VII: Exigencias y cometidos actuales
Exigencias irrenunciables de la palabra de Dios
Cometidos actuales de la teología

Conclusión

Sobre la Circularidad de Fe y razón, Filosofía y Teología

73. A la luz de estas consideraciones, la relación que ha de instaurarse oportunamente entre la teología y la filosofía debe estar marcada por la circularidad. Para la teología, el punto de partida y la fuente original debe ser siempre la palabra de Dios revelada en la historia, mientras que el objetivo final no puede ser otro que la inteligencia de ésta, profundizada progresivamente a través de las generaciones. Por otra parte, ya que la palabra de Dios es Verdad (cf. Jn 17, 17), favorecerá su mejor comprensión la búsqueda humana de la verdad, o sea el filosofar, desarrollado en el respeto de sus propias leyes. No se trata simplemente de utilizar, en la reflexión teológica, uno u otro concepto o aspecto de un sistema filosófico, sino que es decisivo que la razón del creyente emplee sus capacidades de reflexión en la búsqueda de la verdad dentro de un proceso en el que, partiendo de la palabra de Dios, se esfuerza por alcanzar su mejor comprensión. Es claro además que, moviéndose entre estos dos polos —la palabra de Dios y su mejor conocimiento—, la razón está como alertada, y en cierto modo guiada, para evitar caminos que la podrían conducir fuera de la Verdad revelada y, en definitiva, fuera de la verdad pura y simple; más aún, es animada a explorar vías que por sí sola no habría siquiera sospechado poder recorrer. De esta relación de circularidad con la palabra de Dios la filosofía sale enriquecida, porque la razón descubre nuevos e inesperados horizontes.

74. La fecundidad de semejante relación se confirma con las vicisitudes personales de grandes teólogos cristianos que destacaron también como grandes filósofos, dejando escritos de tan alto valor especulativo que justifica ponerlos junto a los maestros de la filosofía antigua. Esto vale tanto para los Padres de la Iglesia, entre los que es preciso citar al menos los nombres de san Gregorio Nacianceno y san Agustín, como para los Doctores medievales, entre los cuales destaca la gran tríada de san Anselmo, san Buenaventura y santo Tomás de Aquino. La fecunda relación entre filosofía y palabra de Dios se manifiesta también en la decidida búsqueda realizada por pensadores más recientes, entre los cuales deseo mencionar, por lo que se refiere al ámbito occidental, a personalidades como John Henry Newman, Antonio Rosmini, Jacques Maritain, Étienne Gilson, Edith Stein.

No comparto la postura de Gelabert sobre Torres Queiruga

Lo que sigue es mi comentario a esta entrada del blog Nihil Obstat de los Dominicos Españoles. La entrada que comento fue escrita por Martín Gelabert Ballester, OP.


Hubiera apreciado mucho que Gelabert hubiera dado alguna respuesta a las objeciones fundamentadas que presenta la reciente Notificación de la Conferencia Episcopal Española. Lo que aquí escribe mi estimado hermano de Orden parece diseñado simplemente para que sintamos conmiseración o indignación, pero falta responder a los interrogantes que quedan planteados.

La palabra “pluralismo” no es un talismán que disuelva automáticamente las contradicciones. Tampoco parece firme sugerir que el esfuerzo sostenido “de toda una vida” es prueba anticipada de acierto en el fondo o la forma de un autor. Eso hay que verlo en puntos específicos pues en asuntos de exposición de la fe no todo es materia de discusión.

De hecho, la Notificación presenta algunos de esos puntos específicos; es en ellos en los que hay que mostrar si Queiruga abraza y expone la fe de la Iglesia Católica o no. Un ejemplo. ¿El “caer en la cuenta” de Queiruga es coherente con la conciencia de la Iglesia sobre la relación entre la predicación y la fe, por una parte, y entre la fe y el Don gratuito del Espíritu, por otra parte?

Si alguien me predica; si el Espíritu “viene” o “desciende” (imágenes imperfectas de una realidad que en todo caso no nace “adentro”), entonces llegar a creer no es un avance de la mente perspicaz solamente. No es deducible. Como Queiruga no ha publicado otra noción sobre la revelación sino la que es analizada en la Notificación citada, es correcto y respetuoso decir que este es uno de “los elementos de la fe de la Iglesia que quedan distorsionados en los escritos del profesor Torres Queiruga” Llamemos las cosas por su nombre, que eso es servicio a la Iglesia y a la verdad.

Teologia Post-Internet

Aunque Internet, como hecho cultural, debe catalogarse como una realidad reciente, conviene desde ahora prepararnos para el mundo post-Internet. Por supuesto, el prefijo “post” alude a lo que viene “después” de algo, y por eso puede parecer extraño plantearse qué puede venir después de Internet, por dos razones. Primera, porque Internet está todavía lejos de dar de sí todo lo que podría; segunda, porque uno siente que la conectividad es un bien tecnológico del cual no parece que vaya a despedirse la humanidad en ningún futuro cercano, de modo que no parece útil preguntar por algo que no va a suceder.

Y sin embargo, ¿qué tal este interrogante: cada cuánto tiempo piensa Ud. en las redes eléctricas que mantienen funcionando computadores y electrodomésticos en su casa? La verdad es que el servicio eléctrico es un bien tan asimilado, virtualmente tan establecido en el tejido de nuestras vidas, que en condiciones normales ya no pensamos si va a haber o no fluido eléctrico sino que sólo pensamos en lo que vamos a hacer o conseguir con ese fluido que, por definición, consideramos presente. La electricidad en casa se ha convertido para muchos millones de personas en un bien que se ha vuelto “transparente,” de modo que ya no lo miramos a él sino que miramos a través de él hacia las cosas que realmente nos interesan por trabajo o placer. En este sentido, vivimos en una era “post-electricidad,” no porque no usemos la electricidad sino porque ya la usamos de modo “transparente”: contamos con ella sin pensar más en ella, sino sólo mirando a través de ella hacia algo más.

Es una hipótesis razonable la que afirma que el mismo camino ha de seguir Internet. A medida que el tiempo avanza y los portales, redes e información se entretejen con la vida cotidiana, estar “conectado” se vuelve algo tan natural como contar con que al mover un interruptor se va a encender la luz de la habitación en un hotel. La pregunta es: Una vez que esta hiperconectividad, con todo lo bueno y lo malo que pueda tener, se haya instalado firmemente en nuestra vida, ¿cómo afecta ello el hacer teología?
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La Teologia Hoy

““Teología hoy: Perspectivas, principios y criterios” es el título del texto, suscrito por la Comisión Teológica Internacional y ratificado por la Congregación para la Doctrina de la Fe…”

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Importancia de la Sagrada Escritura para la Teologia

24. La Sagrada Teología se apoya, como en cimientos perpetuos en la palabra escrita de Dios, al mismo tiempo que en la Sagrada Tradición, y con ella se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el misterio de Cristo. Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología. También el ministerio de la palabra, esto es, la predicación pastoral, la catequesis y toda instrucción cristiana, en que es preciso que ocupe un lugar importante la homilía litúrgica, se nutre saludablemente y se vigoriza santamente con la misma palabra de la Escritura.

[Constitución Dei Verbum, n. 24, del Concilio Vaticano II]