Viacrucis – Segunda Estación

JESÚS CARGA CON LA CRUZ

Te adoramos, oh Cristo…

“Pilato se lo entregó para que lo crucificasen.
Jesús, llevando su propia cruz, salió de la ciudad hacia un lugar llamado “La Calavera”, que en la lengua de los judíos se dice “Gólgota”.

Jesús carga con esa cruz que es mi cruz:
la cruz que lleva a la muerte, la cruz de mis egoísmos,
de mis injusticias, de mis pecados.
Para que así yo pueda llevar su cruz,esa cruz que lleva a la vida.

Por la fuerza de tu cruz, Señor del Socorro,
que nuestra cruz, con sus heridas, nos consuele,
con su dolor, nos salve.

Padre nuestro

Hacia ti, Morada santa,

Viacrucis – Primera Estación

JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.

Te adoramos, oh Cristo…

“En Pascua, Pilato concedía la libertad a un preso.
Había entonces uno llamado Barrabás. Un homicida.
La gente pidió que les soltaran a Barrabás.
-¿Y qué hago con el que llamáis rey de los judíos?
Ellos gritaron: -¡Crucifícale!
Pilato preguntó: Pues ¿cuál es su delito?
Pero ellos gritaban más y más: -¡Crucifícale!
Entonces Pilato, queriendo quedar bien con la gente, ordenó que pusieran en libertad a Barrabás
y que a Jesús le azotaran y le crucificaran.

Otra vez hemos condenado al inocente, a tantos inocentes … Porque es más fácil condenar que comprender, más cómodo rechazar que compartir,
menos comprometido callar que defender.
Y en cada inocente condenado, condenamos a Jesús a morir en la cruz, en la cruz del desprecio, del hambre,
del abandono, de la indiferencia.

Enséñanos, Señor, a no condenar.
Padrenuestro…

Cristo nos da la Libertad, S, E, Amor.

Caminaré en presencia del Señor.

Cristo y Tú

Te invito a abrir el Evangelio y a descubrir eso que Cristo quiere ser para tí…

1. El quiere ser “amigo”, un amigo sincero de sus vidas (Jn.15,14). “¿No ardía nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”. Así hablaban Cleofás y su amigo de su encuentro con Jesús. Así hablan los que experimentan su amistad. Su corazón arde.

Nosotros buscamos estima. Nadie nos estima como Él.
Buscamos aplausos. Nadie nos aplaude como Él.
Buscamos afecto. Nadie nos ama ni nos amará como Él.

Pero es un amor que nos eleva, nos hace sufrir, según el dicho: “Quien bien te quiere te hará llorar”. Porque no exigir de la persona amada que sea lo mejor, sería indiferencia, lo contrario del amor. Como el amor de Cristo a nosotros es muy sincero no puede permitir que seamos mediocres.

Tu amor no me permite ser un mediocre.

2. Él quiere ser tu “compañero”, un compañero de camino, como quiso serlo, para llenarles de optimismo, de aquellos discípulos atormentados y desanimados de Emaús (Lc. 24,13.35).

No es lo mismo trabajar por Él que trabajar con Él. Tenemos que hacer el apostolado juntos: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo…”
Nos da, además, la compañía de su Madre: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?”; palabras dichas por la Virgen a San Juan Diego. A veces nos empeñamos en caminar solos por la vida, como huérfanos tristes…

3. Él quiere ser “vida”, tu vida, como lo fue para aquel joven muerto de Naín o para aquel corazón también muerto por la ambición de Zaqueo (Lc.19, 1.10)
Vida es entusiasmo, felicidad, ideal, triunfo, satisfacción, juventud perenne. Jesucristo dice tener todo esto y quiere comunicarlo. “Si conocieras… pedirías, y Él te daría agua viva”, le dijo a la Samaritana.

Cuantos jóvenes envejecidos prematuramente por el vicio, con el alma lacerada por el hastío, por el desengaño, la frustración o el aburrimiento; su vida ha perdido la brújula, ¿para qué y por qué vivir? No tienen respuesta. De aquí al suicidio no hay sino un paso lógico, que muchos, por desgracia, dan. Y todo porque no conocen ni tienen a Cristo.

4. Él quiere ser “camino”, tu camino, para ti que tanteas en las tinieblas anhelando una salida a tus ansias de felicidad (Jn.14,5)
Todos queremos ser alguien, realizarnos, valer para algo, realizar grandes cosas, ser líderes.

¿Cómo lograrlo? La Santísima Virgen nos da la solución en las bodas de Caná: “Haced lo que Él os diga”. La solución consistió en que en que en una boda en la que faltaba el vino se sirvió el mejor vino del mundo.

5. Él quiere ser “verdad”, tu verdad por la que luches y vivas. La verdad de la vida y de las cosas, el sentido y razón y felicidad de tu vida.
Mi vida tiene una verdad; voy rumbo al puerto, mi vida tiene esperanza, tiene frutos realizaciones, tiene plenitud con Cristo.

6. Él quiere ser “resurrección”, tu resurrección, es decir, tu esperanza, tu anhelo de una vida sin fin.
Resurrección de todas las ilusiones muertas o moribundas, también de las ilusiones humanas, intelectuales. Resurrección de las grandes ideales y metas de la vida.

7. Él quiere ser “alegría”, la fuente de tu felicidad. La tristeza, La amargura y el desaliento tienen otro dueño. Mi tristeza y amargura son cadena que utiliza el enemigo para dominarnos.
A Cristo le gusta abrir jaulas, quitar cadenas, abrir puertas de cárceles, tender puentes en el abismo… “He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir”.

8. Él quiere ser “amor”, ese amor que inunde de plenitud tu existencia. El deseo más fuerte del hombre es amar y ser amado. En el cielo este anhelo se transforma en éxtasis. Por la calle y por la vida pasan amores que nos acalambran por un rato…amores que engañan, que prometen felicidad total, y nos dejan con unos pétalos marchitos en las manos. Cristo es el Amor eterno, que te ama desde siempre y para siempre, y te hace plenamente feliz, si tú quieres.

9. Él quiere ser “roca”, la roca en donde tu debilidad encuentre fortaleza y optimismo.(Mc, 4,35.41)
Rompeolas, roca de cimiento, muralla que defiende. Esto significa sentir seguridad, valor, certeza, fuerza, ímpetu juvenil, audacia, pasión por la misión y por la vida.

10. Él quiere ser “paz”, paz para tu corazón a veces atribulado y a veces probado por el dolor y el sufrimiento. Quiere que luches, pero con paz interior. “Aquí me sorprende el recuerdo de la realidad más radiante que vivimos los cristianos. Tengo a Dios en medio de mi corazón…¡ Todo está arreglado; adiós tristeza, adiós soledad, adiós lágrimas! ¡Lo tengo todo! El está conmigo, Él me consuela, Él me sanará…”

“La vida del alma, minuto a minuto es siempre bella preciosa y emocionante, cualquiera que sea la condición del cuerpo. Ningún precio es suficiente para pagar la intimidad con Cristo”.

Santa Teresa de Jesús: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada la falta. Sólo Dios basta”.

11. Él quiere ser “pan”, pan que fortalezca tu espíritu en tus luchas y desgastes.
Pan espiritual que me da la vida eterna. “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna…” Pan de la ilusión y el entusiasmo por los grandes ideales. Pan de la victoria y de los resultados. Pan de la perseverancia. Pan para repartir a los hambrientos.

12. Él quiere ser “perdón”, para consolarte en tus caídas y debilidades. Un perdón eterno, de todo y de siempre. Mucho me tiene que querer el que me ha perdonado tanto. “El que siempre nos soporta y nos perdona, olvidando nuestras pequeñas o tremendas ofensas a su amor”. “Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen”.

P. Arcesio de Jesús Alzate

Conocer a Jesús

Una bellísima petición

Me has pedido conocer a Jesús. Es la petición más bella que nadie ha podido hacerme. Me hace recordar un texto del Evangelio de Juan: “Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: Señor, queremos ver a Jesús”. (Juan 12,20-21).

¿Qué hizo Felipe? Sigamos leyendo: “Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús”(Juan 12,22). Felipe le dijo a Jesús que querían verlo. Fue como un mensajero, como un intermediario. Algo así debo y quiero ser yo. Le digo a Jesús: “Mira, Lunabella quiere conocerte”. Yo sé que Jesús no dejará de responder a esa petición.

Además, no pienses, por favor, que tu deseo ha nacido simplemente de ti. Hay otro pasaje que nos orienta sobre esta materia, allí donde Jesús dice: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae” (Juan 6,44). Eso me hace entender que si tú quieres saber de Jesús es porque “Alguien” obrando en ti te ha empujado, haciendo atractivo el mensaje y la persona de Jesucristo.

Por eso hemos de empezar este camino con gratitud y amor, con fe y humildad, con esperanza y paso firme. Porque Dios está detrás de nosotros empujándonos y delante de nosotros atrayéndonos.

Primero los hechos

Jesucristo no es una idea. No es tampoco un personaje de fantasía al que podamos ponerle las características, cualidades o defectos que a nosotros nos parezcan. Conocer a Jesús no es enterarse de un grupo de ideas, de una colección de anécdotas o de las aventuras de algún personaje extraño y más o menos simpático.

Conocer a Jesús es acercarnos a una vida. Él pertenece a nuestra historia. Mira cómo empieza Lucas su testimonio sobre Jesús y su Evangelio: “Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”(Lucas 1,1-4).

Aquí se nos habla de “testigos oculares”, de una “narración ordenada” y sobre todo de un propósito: “para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”. La imaginación puede ser bella, pero no es sólida. Tratándose de Jesús, los hechos tienen la primera y definitiva palabra.

Algo parecido aprendemos de otro evangelista: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida… os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros” (1 Juan 1,1.3).

¡Qué bello ese lenguaje: “lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida…”! Jesús, la “Palabra de Vida”, se ha dejado y se deja contemplar; es visible, y es posible tocarlo.

¿Quedó todo esto reservado para las gentes del siglo primero y está ya prohibido para nosotros? No nos precipitemos en dar una respuesta. Por ahora una cosa debe quedarnos muy en claro: Jesucristo existe en la historia humana.

Jesucristo en acción

El Evangelio de Marcos es tal vez el texto bíblico que mejor nos acerca en primer plano al actuar de Jesús. Si hubiera que buscar un subtítulo para este Evangelio, un buen candidato sería “Jesucristo en acción”. Marcos nos ofrece palabras de Jesús, pero indudablemente su gran énfasis son los hechos. Parece que este evangelista quisiera decirnos: “no hablemos tanto sobre Jesús, simplemente acerquémonos, vamos a mirar quién es, cómo obra, con quiénes se trata, qué hace en la gente…”

Podemos decir que Jesús, en este evangelio, es aquel que “hace una diferencia” en la vida de la gente. Leamos algunos de los primeros versículos:

Después que Juan había sido encarcelado, Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio. Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores. Y Jesús les dijo: Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando al instante las redes, le siguieron. Yendo un poco más adelante vio a Santiago, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes. Y al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras El. (Mc 1,14-20)

Es Jesús predicando, pero es también cambiando la vida de personas concretas, en este caso Simón, Andrés, Santiago y Juan. El poder de su palabra va junto con la elocuencia de su hechos.

De aquí podemos sacar una primera enseñanza: nadie se encuentra “impunemente” con Jesucristo. Su modo de hablar ilumina una verdad, marca un rumbo, destruye una enfermedad, devela una mentira, en fin: hace de cada persona otra persona.

Sin embargo, esta transformación no sucede de cualquier modo ni en cualquier dirección. Jesús no es remolino que revuelve la corriente de la vida al azar. Su actuar tiene una dirección, precisamente la que indican sus palabras: que Dios reine. Si examinamos bien todas, literalmente todas sus acciones, siempre encontraremos ese sello: el reino de Dios, el anhelo y el anuncio de que Dios reina.

Los enfermos curados, los posesos exorcizados, los engaños desenmascarados, el consuelo para los pobres y el llamado a los discípulos, todas son acciones con un solo propósito: que Dios reine.

¿Cómo volverá Cristo a Europa?

Cristianos Confinados a la Irrelevancia

Bueno, Cristo no se ha ido de Europa: es Europa, o una gran parte suya, la que ha dejado a Cristo. Y la pregunta es si ese estado de cosas podrá revertirse, es decir, si veremos un cristianismo socialmente reconocido y floreciente en el continente europeo.

Los indicadores actuales son menos que aceptables: desde el laicismo crispado de los franceses – o de la Francia en el gobierno – hasta el paganismo entusiasta de la Escandinavia, pasando por los hielos del racionalismo inglés y la indiferencia de la nación alemana. Parece que la tácita consigna fuera que ser más europeo es ser menos cristiano. A lo sumo, es de recibo un cristianismo “menor”, algo que no haga mucho estorbo y que sirva para darle un poco de sal a una conversación de salón. Lo cristiano es una anécdota, es una novela medieval, es una película sobre la Inquisición (nunca acabarán), es una catedral impávida, espectadora muda de una ciudad que a su vez la tolera en razón del turismo que atrae.

Y si quedan grupos – grupúsculos – de cristianos entusiastas, existe ya un rápido diccionario para descalificar lo que pretendan. Si aplauden y alaban a Dios, son fanáticos pentecostalistas; si defienden la vida del embrión y se manifiestan en defensa de la familia tradicional, son fundamentalistas católicos; si predican con fervor, son ilusos; si invitan a la oración, son por decir lo menos unos ignorantes, que desconocen los últimos avances de la meditación, el yoga, el channelling, y todo lo de hoy.

El cristiano, no cualquiera, sino el que quiera hacer visible su fe, es prontamente maniatado y relegado a la irrelevancia. Proceso que se realiza sumariamente, ágilmente, como cosa ya sabida y caso ya resuelto: “¡Ah, tú eres de tal grupo! Mira, tu lugar y tu casilla son estos: vete a tu rincón y procura no fastidiarnos”.

Teóricamente es posible salirse de ese corral. Es posible, por ejemplo, hacer una ONG. Callar todo el mensaje y explicar de la manera más convincente posible que uno no está predicando nada, que uno va a ayudar por igual a todos, que toda la ayuda será invertida en bienes y servicios comprobables y certificables por terceros. Si tienes éxito en demostrar que Cristo importa tan poquito que casi podría no estar, y que en realidad tú haces las cosas por amor a la gente y no por una motivación “sobrenatural”, entonces tu ONG recibe dinero y es socialmente viable.

Así que los tiempos no son los mejores para el cristianismo.

El Islam a las Puertas

Me acuerdo de un libro de Vittorio Messori en que se pregunta por el papel de Islam en la historia; algo así como “¿por qué Dios permitió que existiera el Islam?” Y su respuesta, dicha de modo simplísimo, es: a modo de acicate, de desafío. Hay mucho que criticar a Messori, pero quizá los hechos le estén dando la razón, después de todo.

Frente a una amenaza musulmana compacta y vigorosa, Europa no puede negar estas tres cosas:

(1) Hay una motivación religiosa detrás de los ataques de Al Qaeda, y los cargos de que se imputa a Europa son, ante todo, su cristianismo, así la misma Europa pretenda verse y presentarse como imparcial y aséptica a lo religioso.

(2) El arrojo de los atacantes, que es fácil calificar de demencia o de fanatismo, tiene también un motivo religioso. Es gente que está dispuesta a morir por algo. Europa carece de ese caudal de locura o de amor, según se mire. En todo caso, la Historia muestra que, sin la capacidad de morir por lo que uno cree, uno se vuelve cobarde, y las guerras las pierden los cobardes.

(3) En el supuesto de un cese de hostilidades del lado musulmán, ¿qué queda en Europa? ¿No es el asco, no es el hastío, no son el egoísmo refinado y la soledad más yerta quienes parecen extenderse por doquier? ¿Es entonces tan sencillo decir que del Mediterráneo hacia abajo empiezan la barbarie y el fanatismo y que de esa frontera hacia arriba están la racionalidad y el paraíso?

Todo eso no significa que Europa vaya a buscar los templos y se apreste a oír a los predicadores cristianos. Yo no esperaría jornadas intensas de confesiones, ni largas vigilias ante el Santísimo, aunque quizá ello sería lo más sano y saludable para todos. Simplemente anoto que la amenaza musulmana probablemente terminará reviviendo las preguntas, las preguntas hondas sobre el sentido de la vida y el modelo de la sociedad. Y es un favor que habrá que agradecer a los devotos de Alá, porque revivir las preguntas es no dar por hechas las respuestas. Y el hecho parece ser que una sociedad tecnológicamente avanzada y económicamente exitosa termina durmiendo sobre sus éxitos, a precio de silenciar las cuestiones hondas y vitales.

Fogatas de fe

En otro sentido, encontramos las que podríamos llamar “fogatas de fe”, es decir, los grupos tipo renovación carismática, camino neocatecumenal, o en general aquellos que han nacido al calor de un movimiento eclesial. Sus características son reconocibles en medio de las explicables diferencias: fe explícita, moral clara, celebración litúrgica viva, acción social o eclesial definida, una nueva valoración de lo comunitario y el cara-a-cara.

Se les ha criticado con rabia, dentro y fuera de la Iglesia Católica, y quizá esa sea la señal más clara de que algo interesante está sucediendo en estas “fogatas”. Con todo, yo tampoco esperaría que la red de fogatas llegara a producir un cambio en el clima social con respecto a la religión. La razón es que una “fogata” sufre pero también aprovecha la sensación de ser minoría, porque el ser minoría te da un cierto sabor de haber sido elegido, de ser distinto, y eso va unido a otros sentimientos que pueden incluso darse, como sentirse mejor que otros, o tener derecho a condenar al mundo, y así sucesivamente. No es muy cristiano, pero sucede. Además, ser minoría hace que tu pequeña comunidad o grupo se convierta en un refugio emocional o incluso en un escape.

No niego las virtualidades y posibilidades de las fogatas de fe, que en muchos casos son las únicas que están sosteniendo a la mayor parte de quienes somos creyentes y evangelizadores en Europa, pero precisamente por su valor intrínseco es deber nuestro mirar qué pueden y qué no pueden; qué están haciendo y qué están preparando para que suceda más adelante. Por ejemplo, si parte del éxito de las fogatas de fe viene del sentimiento de ser pocos y elegidos, es claro que esta motivación declinará a medida que haya un cierto éxito. Aún más: es posible que toda la afinada capacidad de crítica hacia el mundo se vuelva después agria crítica hacia la propia comunidad o hacia la Iglesia. Esto podría explicar la gente que queda “vacunada” de la Renovación Carismática, por ejemplo, una vez que comprueban que, como era natural, no hay sólo santidad en las comunidades que alaban con gozo a Jesucristo.

Aun con esos reparos, hay que decir que los movimientos eclesiales están brindando a Europa algo irremplazable. Si bien ellos no serán la solución ni cabe esperar una Europa con millones y millones de fogatas, sí es verdad que en esas fogatas se cocina algo que va más allá de los movimientos mismos. Los renovadores de la fe, en Europa y el mundo; los nuevos fundadores y los nuevos sacerdotes muy probablemente habrán pasado por la experiencia imborrable y grata de haber sido alimentados y tenidos en cuenta como seres únicos y amados en alguna “fogata de fe”.

¿Y la Iglesia “de siempre”?

Junto a las “fogatas de fe” coexiste la Iglesia “de siempre”, la del bautismo del sobrino y el matrimonio de la prima; la del funeral de la abuelita y la misa del domingo. Esa no se ha acabado. Parece languidecer y quedarse sólo con los adultos muy mayores, pero de hecho reúne muchas veces más personas que todos los movimientos eclesiales juntos. Además, es la primera referencia, buena o mala, de “cristianismo” que tiene existencia social como tal. Es la iglesia también más directamente relacionada con la jerarquía eclesiástica, y por tanto, la que “pone la cara” cada vez que algún monseñor dice algo o declara algo.

También en la Iglesia “de siempre” veo las obras educativas regentadas por comunidades religiosas. Incluso la vida religiosa como tal, en otro tiempo más equiparable a los actuales movimientos eclesiales, hoy está más en la orilla de “lo establecido”, simplemente porque ya está muy inserta en el conjunto del tejido social y tiene que responder ante las instancias del Estado, como decir el ministerio de educación para el caso de los colegios. El hecho es que los servicios que la vida religiosa ofreció un día como vanguardia en la caridad han pasado mayormente a control y presupuesto del Estado y por tanto son leídos ahora no como expresiones de benevolencia sino como obligaciones de un aparato social que puede usar o no unos funcionarios que serían los religiosos.

El cuadro, sin embargo, no es tan simple, si se piensa, por ejemplo, en las implicaciones de la enseñanza de la religión. La razón por la que hay polémica en este punto, creo que es que la clase de religión; es la intersección misma entre lo mínimo que los cristianos pueden pedir al Estado para existir socialmente en las nuevas generaciones y lo máximo que el Estado está dispuesto a conceder a un grupo particular de sus ciudadanos. Lo cierto del caso es que, por lo menos si se mira a países como Inglaterra o Alemania, la batalla parece perdida, en el sentido de que parece que poco puede esperarse de fuerza evangelizadora de la clase de religión entendida en los parámetros de un Estado fervorosamente aconfesional.

Esto dicho, sin embargo, pienso que nadie debe desestimar las sorpresas que vengan de la Iglesia “de siempre”. Y en todo caso, dígase lo que se quiera de las parroquias, la Iglesia Católica no tendrá otro modo real de presencia en el 80% o más de los lugares si no es a través de sus párrocos y sus parroquias. Cosa que nos hace recordar el proceso que vivió el catolicismo en torno al Concilio de Trento. En aquella época, a lo doctrinal y teológico, como las cuestiones sobre la esencia de la justificación, vino luego lo litúrgico y lo pastoral. Pero entre lo uno y lo otro, santos con la visión profética de Felipe Neri o con la visión amplísima de Carlos Borromeo percibieron que hacía falta cuidar el eslabón clave: el sacerdote. Después de ellos, otros grandes, en Italia y sobre todo en Francia, dejarían su huella en el camino de renovación de la Iglesia: Vicente de Paul, Olier, Eudes..

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Una Asomada al Futuro

Creo que aquella historia se dará en nuestros días también. Me explico: el proceso, como lo imagino, tendrá varias fases. Reflexionando y orando he pensado que quienes hoy vivimos apenas veremos algo de la primera. La secuencia quizá será esta:

(1) El proceso de descristianización o secularización avanzará. Algunas de las fogatas de fe se afianzarán y poco a poco la Iglesia joven irá dando un vuelco, a veces agresivo, hacia las posiciones conservadoras, simplemente porque la mayor parte de las vocaciones vendrán de experiencias de fe en las que la conversión moral ha tenido un peso específico grande. Entre tanto, el decrecimiento de la población joven, el aumento de la inmigración, las tensiones raciales y tendencias xenofóbicas avanzarán en paralelo con nuevas amenazas de parte de los grupos terroristas. No creo, sin embargo, que haya que suponer victorias del Islam más allá de lo simbólico o emblemático; es decir, no pienso en ningún gobierno fundamentalista islámico gobernando en el Occidente europeo.

(2) Si la Iglesia aprobara la ordenación de hombres casados o si se perpetuara en el interior de la academia teológica la discusión sobre la ordenación de mujeres, se retrasaría mucho la nueva oleada de sacerdotes, que vendrán, como ya se dijo, con tendencias de cuño más conservador que el promedio actual. Sin embargo, los claros precedentes que ha dejado Juan Pablo II hacen muy difícil que esas hipótesis se presenten, de modo que la discusión de tales temas irá quedando relegada a una curiosidad de tertulias entre gente mayor. Será el tiempo de ir viendo cómo surgen ya no “fogatas” sino como “islotes”, algunos de los cuales serán herederos de los actuales experimentos eclesiales (Comunidad Emmanuel, León de Judá, Foyer de Charité). Los movimientos como tales irán declinando en su componente laical-horizontal, especialmente a causa de la desaparición de las figuras carismáticas iniciales (Kiko Argüello, Mons. Luigi Giusani, por ejemplo).

Tales “islotes”, con todo su impacto social, se verán primero en los Estados Unidos y detrás de su ejemplo, en Europa. El éxito de este modo de vivir la fe, que implicará parroquias asociadas o pequeños poblados enteros, dependerá de su capacidad de lanzar políticos coherentes con estos principios, no para discutirlos ante los grandes parlamentos (como hoy se hace con lo del aborto, por dar un ejemplo), sino para defender su viabilidad y custodiar su realización en los islotes respectivos. Aunque imagino este proceso casi simultáneo en Europa, supongo que los primeros países implicados serán Italia, Francia, España y Alemania, quizá en ese orden.

(3) Vendrá entonces una gran renovación de las Comunidades Religiosas, aunque ciertamente muchas ya habrán dejado de existir (estamos hablando de unos 50-80 años adelante). Una cierta primavera para el franciscanismo habrá acompañado la fase anterior, la (2), aunque sin demasiado protagonismo. Los dominicos creceremos paulatinamente, sin mayor sobresalto y sin mayor relieve. El panorama cambiará a medida que se haga necesario comprender y dirigir los procesos nuevos de esos “islotes”. Para entonces la Compañía de Jesús habrá desechado la mayor parte de los experimentos pastorales y teológicos con que hoy se le asocia y bajo liderazgo entusiasta de algún mediterráneo, probablemente un español, tendrá un crecimiento cuantitativo y cualitativo asombroso. De aquí a unos cien años por primera vez la Iglesia sentirá que, como conjunto, está en mejor condición de lo que fue el siglo XX.

(4) La globalización, para aquel entonces, habrá completado su primer gran ciclo y el mundo será presentado de manera sumamente unificada en los estudios iniciales de chicos y chicas. La Orden Benedictina florecerá especialmente en aquel tiempo y las vocaciones contemplativas conocerán horas sorprendentes. Por primera vez habrá la sensación de que el Evangelio realmente avanza en Asia y ello despertará también una oleada de vocaciones, esta vez en Europa, como no se la veía desde hacía muchos siglos. Es posible que a finales de ese siglo XXII el ecumenismo entre en una fase sin antecedentes y se llegue casi a palpar la unidad de los cristianos, aunque de la fecha probable de esto último no estoy seguro.

Nelson Medina, O.P.

Preguntas y Respuestas – 22

En Mateo 19,19 la Biblia Latinoamericana trae esta traducción: “Os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio.” Otras traducciones dicen: “salvo en caso de fornicación.” La pregunta es doble: ¿cuál de estas traducciones es la correcta? Y segundo: ¿no da ese criterio mayor flexibilidad para el estudio del tema de la indisolubilidad del matrimonio como lo predica la Iglesia Católica? -A.G., México
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Preguntas y Respuestas – 8

Estimado fray Nelson Medina, quien le escribe es un joven de 18 años que sabe muchas cosas traumáticas de la vida y está conociendo acerca del amor de Dios, sólo que en su caminar le nace una interrogante: ¿Dónde esta Dios cuando ocurre una violación o un asesinato? ¿Dónde esta Dios cuando se clama auxilio? ¿Por qué no manda angeles a detener a los abusadores de inocentes? ¿Acaso si se viola a un niño se lo está castigando por algo que ha hecho?

Perdone la crudeza de la pregunta pero creo que las dudas se resuelven cuando están candentes, le pido por favor me responda y me ayude. Gracias. (Gabriel Marcos)

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Respuesta Positiva

A veces no tenemos victoria en nuestra vida Cristiana
porque creemos en un Dios a nuestra medida y no buscamos la medida de lo que Dios es…

Usted dice: “Es imposible”
Dios dice: Todo es posible. (Lucas 18, 27)

Usted dice: “Estoy muy cansado.”
Dios dice: Yo te haré descansar. (Mateo 11, 28-30)

Usted dice: “Nadie me ama en verdad.”
Dios dice: Yo te amo. (Juan 3, 16 y Juan 13, 34)

Usted dice: “No puedo seguir.”
Dios dice: Mi gracia es suficiente. (II Corintios 12, 9 y Salmos 91, 15)

Usted dice: “No puedo resolver las cosas.”
Dios dice: Yo dirijo tus pasos. (Proverbios 3, 5-6)

Usted dice: “Yo no lo puedo hacer.”
Dios dice: Todo lo puedes hacer. (Filipenses 4, 13)

Usted dice: “Yo no soy capaz.”
Dios dice: Yo soy capaz. (II Corintios 9, 8)

Usted dice: “No vale la pena.”
Dios dice: Si valdrá la pena. (Romanos 8, 28)

Usted dice: “No me puedo perdonar.”
Dios dice: YO TE PERDONO. (I Juan 1, 9 y Romanos 8, 1)

Usted dice: “No lo puedo administrar.”
Dios dice: Yo supliré todo lo que necesitas. (Filipenses 4, 19)

Usted dice: “Tengo miedo.”
Dios dice: No te he dado un espíritu de temor. (I Timoteo 1, 7)

Usted dice: “Siempre estoy preocupado y frustrado.”
Dios dice: Echa tus cargas sobre mi. (I Pedro 5, 7)

Usted dice: “No tengo suficiente fe.”
Dios dice: Yo le he dado a todos una medida de fe. (Romanos 12, 3)

Usted dice: “No soy suficientemente inteligente.”
Dios dice: Yo te doy sabiduría. (I Corintios 1, 30)

Usted dice: “Me siento muy solo.”
Dios dice: Nunca te dejaré, ni te desampararé. (Hebreos 13, 5)