Dimensión Institucional de la Vida Religiosa, 07 de 10: Exorcizar el lenguaje

[Retiro a la Provincia de Bogotá de las Hermanas de la Presentación. Junio de 2015,]

Tema 07 de 10: Exorcizar el lenguaje

* El término “demonizar” se usa para indicar un modo de lenguaje que desprecia, ridiculiza o culpabiliza a algo o a alguien como si se tratara de una realidad completamente perversa. El nazismo, por ejemplo, “demonizó” a los judíos. Ha habido tiempos en que se ha “demonizado” a las personas de raza negra, o a las personas homosexuales, o a los extranjeros. Fue lo que hizo no hace mucho el magnate norteamericano Donald Trump, al describir a los mexicanos como gente que roba y viola.

* En grado menor, algo así ha sucedido con algunos aspectos del ser de la Iglesia. Cuando se dice que “todo iba bien hasta que el emperador Constantino unió el poder a la fe,” se pretende presentar un periodo extensísimo de la Historia de la Iglesia como intrínsecamente corrupto y por tanto incapaz de ofrecer nada bueno. En ocasiones se escucha un lenguaje parecido cuando algunos aluden a las dimensiones institucionales, jerárquicas o doctrinales de la Iglesia. Las caricaturas respectivas presentan a lo institucional como mordaza o fuerza que asfixia al “Espíritu;” lo jerárquico, como idolatría de poderes y desuetos privilegios; lo doctrinal, como fariseísmo o estéril rigidez mental. En ese sentido, necesitamos “exorcizar” el lenguaje.

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* Mucho antes de la “demonización” hay una realidad válida y valiosa: el cuestionamiento. La capacidad de cuestionar es uno de los rasgos que distingue la comunidad genuina de la simple masa. Es también un acto de libertad que, si se ejerce con responsabilidad, resulta muy propio de nuestra condición de hijos de Dios. Es, finalmente, una puerta que siempre debe quedar abierta para impedir los diversos totalitarismos y para abrir espacio real al don de profecía.

* En esa tónica hay varios cuestionamientos que no debemos eludir pero que, si se llevan a un extremo y se subrayan de modo unilateral, terminan demonizando todo lo que sea jerarquía, poder y doctrina. Estos son:

(1) ¿No es verdad que el pueblo de las bienaventuranzas, es decir, el conjunto de aquellos que acogieron con prontitud y gozo el mensaje de Cristo, está en continuidad con los Pobres de YHWH?

(2) Si la práctica del Jesús histórico incluyó de modo consistente la cercanía con los excluidos, ¿no es ello normativo para la Iglesia de todos los tiempos?

(3) Cristo denunció los abusos de los poderosos, ¿no debería ello ponernos en guardia frente al uso del poder por parte de la Iglesia, y luego también en su propio ser y en su modo de relacionarse con otros sectores de la sociedad?

(4) De hecho, son numerosas las denuncias de los profetas que muestran cómo hay veneno escondido o manifiesto en las experiencias de abundancia, de poder o de privilegios. ¿Han perdido su vigencia esas denuncias?

(5) También en el Nuevo testamento está sobre todo la imprecación del apóstol santiago contra aquellos que adulan y dan tanta importancia a los ricos. ¿Por qué silenciar esa voz?

(6) ¿El compartir de bienes concretos, reales y materiales que se ve en Hechos 2 ya no está en vigor? ¿Por qué?

(7) ¿No ha demostrado muchas veces la Historia de la Iglesia que cada vez que los cristianos en general, o las comunidades religiosas en particular, se llenan de bienes ya pronto llegan primero la mediocridad y luego la corrupción?

* Es claro entonces que hay razones propiamente eclesiales para desconfiar de lo institucional, o por lo menos, para tener reservas y precauciones puesto que los medios fácilmente se convierten en fines. El mensaje de Cristo, su praxis, su palabra, resultan imposibles de comprender si no es en el ámbito de la sencillez, el desprendimiento y la confianza en Dios que caracterizan a los humildes y a los pobres. Esto solo basta para que miremos con distancia y precaución todo lo que presente una Iglesia aliada con los poderes, riquezas o intereses de este mundo. La Historia de la misma Iglesia muestra que cuando abundamos en esos bienes llegan los peores males.

* Y sin embargo, la conciencia de la pobreza como elemento constitutivo de la acogida y la predicación del Evangelio debe ser cuidadosamente separada de multitud de manipulaciones ideológicas, sobre todo aquellas que entiende como pobreza sólo lo económico y que por tanto anuncian una salvación en términos únicamente materiales o si acaso sociales y culturales. Una mirada al Evangelio muestra que Cristo quiere acercarse a sanar muchas otras miserias y que la primera de ellas es siempre el pecado. Además, no es pecado ser primero si se trata de ser el primero en el servicio. Lo cual muestra el potencial de bondad que puede tener la autoridad.

La Real Academia contra el “todos y todas”

“A la Real Academia Española (RAE) le llamó la atención el uso creciente de un latiguillo lingüístico en América latina: un artículo de la Constitución de Venezuela habla de “venezolanos y venezolanas”, y la presidenta Cristina Kirchner comienza siempre sus discursos dirigiéndose “a todos y a todas”…”

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Lógica Aplicada Avanzada, 3 de 6: Manipulación de la información

[Curso de vacaciones ofrecido a un grupo de seglares en Bogotá. Diciembre de 2014-Enero de 2015.]

Tema 3 de 6: Manipulación de la información

3.1 Presentación engañosa de datos
3.1.1 Promedios que oscurecen.
3.1.2 Extrapolaciones apresuradas.
3.1.3 Variables no consideradas y costos ocultos.
3.1.4 Montajes seudo-científicos: fraudes, datos incompletos, muestras escogidas o insuficientes.
3.1.5 Charlatanería matemática (Malthus)
3.1.6 Charlatanería cientificista (ingredientes mágicos).
3.1.7 Falsas autoridades y testimonios.

3.2 Sesgo en titulares y preguntas
3.2.1 El taladro: volver sobre una cuestión ya discutida
3.2.2 La sospecha: preguntar lo que debería ser obvio
3.2.3 Exponer lo perverso como polémico
3.2.4 Presentar lo repugnante como si fuera cómico
3.2.5 Otras desviaciones semánticas: lo nuevo, atrevido, audaz, sensual, picante, original, auténtico, libre…

Lógica Aplicada Avanzada, 2 de 6: guerra semántica

[Curso de vacaciones ofrecido a un grupo de seglares en Bogotá. Diciembre de 2014-Enero de 2015.]

Tema 2 de 6: guerra semántica

2.1 Juegos de palabras
2.1.1 Omitidas: pecado, conversión, infierno, deber, honor…
2.1.2 Redefinidas: misericordia, tolerancia, matrimonio, amor, amistad, libertad, espiritualidad, Cristo, Iglesia…
2.1.3 Condenadas: homofobia, dogma, jerarquía, excomunión…
2.1.4 Desterradas: Cruz, abnegación, penitencia, caridad…

2.2 Imposiciones de relevancia
2.2.1 Campañas y lemas.
2.2.2 Qué es noticia, y por tanto, de qué se habla
2.2.3 Quién pregunta y quién debe responder (caso de entrevistas)
2.2.4 Cómo y con qué visibilidad se hacen las acusaciones, y luego de qué modo se ofrecen las disculpas o hacen las enmiendas.

2.3 Planteamientos unilaterales
2.3.1 Identificar servicio con servilismo, y considerar servil todo servicio.
2.3.2 Identificar gustar con girar en torno al gusto de otro, y considerar humillante todo deseo de agradar.
2.3.3 Depender puede ser sinónimo de tener en quién confiar.

2.4 Sinécdoques
2.4.1 ¿Es malo votar? (en Cataluña)
2.4.2 Justificar la prostitución (usar una parte del cuerpo)
2.4.3 “No estamos haciendo mal a nadie” (parejas en unión libre)

ESCUCHA, El poder del lenguaje y su lugar en la familia

[Conferencia en la Parroquia de Santa María del Lago, en Bogotá. Agosto de 2014.]

* El lenguaje muestra su poder especialmente en los sacramentos: es la Palabra, en cuanto unida a Cristo-Palabra, la que hace que un elemento tan sencillo como el agua o como el pan adquiera una eficacia que trasciende cuanto hay en la naturaleza.

* Las palabras, según se ve, pueden construir y ser instrumento de bendición pero lamentablemente pueden ser causa de división, y llegar a herir de modo irreparable.

* Usamos mal nuestras palabras por tres razones principales:

(1) La presión emocional y tensión nerviosa del estilo típico de vida urbana hace difícil la virtud de la prudencia, también al hablar.

(2) Hemos perdido o no hemos llegado a adquirir la virtud de la escucha. Muy a menudo, en una discusión, más que escuchar lo que nos dicen estamos preparando qué responderemos.

(3) Muchas veces vivimos en la superficie de nosotros mismos, de modo que lo trivial y lo puramente comercial se adueñan de nuestro lenguaje y no sabemos poner en palabras lo que de verdad necesitamos o nos duele.

* Hay decisiones que pueden ayudar:

(1) Más espacios de silencio. Tener particular cuidado con las avalanchas de noticias y con las letras de la música que uno oye.

(2) Santificar la memoria: las jaculatorias o meditaciones breves van limpiando la mente y dando orden al corazón.

(3) Buscar mejores tiempos y lugares para escuchar, no desde la perspectiva de entrar condenando ni de ser cajas de soluciones, sino como quien quiere aprender cómo es en verdad la otra persona, porque no la da por ya conocida.

(4) Practicar la asertividad: en lugar de presentarnos como conocedores del mundo interior de los demás, y de sus intenciones, conviene aprender a expresar con sencillez y verdad lo que vamos viviendo y sintiendo nosotros. Es distinto decir: “Es que tú crees que yo soy un mentiroso,” a decir: “Me siento juzgado injustamente.”

* Son grandes las bendiciones que el lenguaje, que es don de Dios, puede traer a nuestra vida. Esas bendiciones pueden y deben expresarse en opciones concretas:

(1) Acostumbrémonos a bendecirnos unos a otros.

(2) ¡Hay que tener espacios compartidos de oración en familia!

(3) Y hay que liberar nuestros espacios de familia de todo lenguaje agresivo o malediciente. Que los nuestros sean espeacios de bendición y verdaderas plataformas para transmitir a otros el bien recibido.