[Homilía en la Fiesta del Bautismo del Señor.]
Del ejemplo de Juan Bautista podemos aprender tres grandes cualidades de un verdadero misionero: humildad, fidelidad y valentía.
Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Sofonías es el profeta del amanecer de Dios.
[Retiro Espiritual “De Nazareth a la Cruz; de la Cruz a la Luz,” ofrecido a las Hermanas Dominicas Nazarenas, con ocasión de su IX Capítulo General Electivo en Diciembre de 2012.]
Tema 1: Texto y contexto de Nazareth
* ¿Qué realidad conoció Jesús en sus años de infancia en Nazareth? El contexto lo podemos describir con algunas pinceladas:
(1) Naturaleza: Galilea es con mucho la región más bella de la Tierra de Jesús. La creación se vuelve elocuente en Galilea.
(2) Trabajo: Región de agricultura, pastoreo, pesca y comercio.
(3) “Mundo”: No era extraño ver avanzar las legiones romanas. Ya era común en galilea usar nombres de origen extranjero (griego). Jesús tuvo entre sus discípulos un Andrés y un Felipe.
(4) Opresión: Los Romanos no están haciendo turismo; son una fuerza de ocupación forzada, y de explotación por vía de impuestos.
(5) Exclusión: Para los judíos, los de la región de Judea, la fe ya estaba trastornada, si no perdida, en Samaría, inmediatamente al Norte. Ir todavía más allá, hasta Galilea, era entrar prácticamente en tierra de paganos, y así lo hace ver la expresión “Galilea de los gentiles.”
* El ambiente o atmósfera espiritual lo ha descrito muy bien el Papa Pablo VI en su Homilía del 5 de Enero de 1964 en Nazareth:
(1) Silencio, que es capacidad de contemplación y escucha.
(2) Humildad: lado positivo de la humillación fruto de la opresión y la exclusión.
(3) Mansedumbre: deseo expreso de no dañar y sí acoger.
(4) Obediencia: cuadro propio de una sociedad simple y unida en torno a valores familiares.
A lo cual se añade: (5) Comunidad: la vida en Nazareth transcurre en público. No imaginemos a la Sagrada Familia como un grupo celoso de su perfección y santidad: la apertura y el sentido de mutua pertenencia son norma.
La genuina humildad de los santos nos invita a reconocer la inmensidad de lo recibido y lo poco que hemos agradecido.
En la evangelización de Pablo a los Corintios destacan la humildad y el continuo apoyarse en el don del Espíritu Santo.
La falsa humildad es complejo de inferioridad; la verdadera, es apertura al amor de Dios que levanta.
Aunque la arrogancia cambie de protagonistas y de lenguas es siempre la misma. Y la respuesta también: mansedumbre, humildad, misericordia.
Es humildad del entendimiento rendirse ante la verdad, y para ello hay que liberarse de capas o engaños. Sirve darse cuenta de que:
* Lo normal no es lo mismo que lo común. La opinión común o pública suele ser contraria a nuestra fe y nuestra convicción moral. Ser cristiano es vivir en combate, y por eso es muy difícil ser coherente si uno trata de caminar solo.
* Como María, nosotros también pasamos por Viernes Santo. Saber perseverar y entender que esa no es toda la verdad sobre nuestra vida es genuina sabiduría. Somos vidas en construcción, y hay que dar a Dios la oportunidad de terminar de hacernos.
La humildad sucede en el alma. El alma tiene facultades, principalmente el entendimiento y la voluntad.
Es humildad del entendimiento rendirse ante la verdad, y para ello hay que liberarse de capas o engaños. Sirve admitir que:
* Hay mucho que ignoramos.
* A menudo uno escoge qué quiere ver, y qué importancia le da a lo que le pasa.
* Somos usuarios constantes de prejuicios, preferencias y etiquetas.
A medida que reconocemos nuestra limitación, nos abrimos a la verdad, y con ello nuestro entendimiento nos ayuda a asumir lo que somos en realidad.
El “quiero” de Cristo expresa el “quiero” mismo de Dios, al que hemos de acercarnos con humilde confianza.
Letanías de la Humildad del Cardenal Merry del Val
-Jesús manso y humilde de Corazón, …Óyeme.
-Del deseo de ser estimado, …Líbrame Jesús (se repite)
-Del deseo de ser alabado,
-Del deseo de ser honrado,
-Del deseo de ser aplaudido,
-Del deseo de ser preferido a otros,
-Del deseo de ser consultado,
-Del deseo de ser aceptado,
-Del temor de ser humillado,
-Del temor de ser despreciado,
-Del temor de ser reprendido,
-Del temor de ser calumniado,
-Del temor de ser olvidado,
-Del temor de ser puesto en ridículo,
-Del temor de ser injuriado,
-Del temor de ser juzgado con malicia,
-Que otros sean más estimados que yo,…Jesús dame la gracia de desearlo (se repite)
-Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse,
-Que otros sean alabados y de mí no se haga caso,
-Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,
-Que otros sean preferidos a mí en todo,
-Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda,
ORACIÓN
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.
Texto enviado por Aurelio Díaz, desde Chile.
Cuando uno empieza a preguntarse si uno es importante ya ha dado un paso porque la atención ya no se queda en lo puramente externo; pero falta otro paso: saber que en todo somos obra del Señor.
Se necesita humildad para recibir lo bueno sin creerse su dueño, y para encajar lo malo sin perder el bien que pueda traer.
La afirmación irreflexiva del propio yo implica la negación de la realidad, y por eso el soberbio se aproxima a la locura.
272. La oración del humilde atraviesa las nubes. (Sir 35,17)
273. La oración del pobre va de su boca a los oídos de Dios. (Sir 21,5)
274. Cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, y el Padre del Cielo os perdonará vuestras culpas. (Mc 11,25-26)
224. Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano?; tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? Todos hemos de compadecer ante el tribunal de Dios, como esta escrito. (Rm 14,10)
225. Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia. (Sir 3,18)
226. No desprecies al hombre atribulado; recuerda que hay quien levanta y derriba. (Sir 7,11)
227. No desprecies lo que cuentan los viejos, que ellos también han aprendido de sus padres. (Sir 8,9)