Buscar la humildad no es cultivar baja autoestima.
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Buscar la humildad no es cultivar baja autoestima.
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Cristo en su bautismo se manifiesta como el Dios con nosotros, los pecadores; el Dios que con nosotros hace camino.
How can we get to perceive the hidden beauty of humbleness? Through repentance.
Tanto la oración como la salvación misma son dones que de tal modo nos rebasan, que sólo podemos anhelarlos y agradecerlos humildemente.
La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior. -“El” lo ha dicho: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón… y encontraréis paz para vuestras almas”.
No es falta de humildad que conozcas el adelanto de tu alma. -Así lo puedes agradecer a Dios. -Pero no olvides que eres un pobrecito, que viste un buen traje… prestado.
El propio conocimiento nos lleva como de la mano a la humildad.
Ya puedes desechar esos pensamientos de orgullo: eres lo que el pincel en manos del artista. -Y nada más. -Dime para qué sirve un pincel, si no deja hacer al pintor.
Aunque el soplo del Espíritu Santo te levante sobre las cosas todas de la tierra y haga que brille como oro, al reflejar en las alturas con tu miseria los rayos soberanos del Sol de Justicia, no olvides la pobreza de tu condición. Un instante de soberbia te volvería al suelo, y dejarías de ser luz para ser lodo.
Lo que el orgullo humano pretendía en Babilonia, la gracia divina lo otorgará en Jerusalén.
¿Cómo se relacionan la humildad y la audacia?
Cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos.
No quieras ser como aquella veleta dorada del gran edificio: por mucho que brille y por alta que esté, no importa para la solidez de la obra. -Ojalá seas como un viejo sillar oculto en los cimientos, bajo tierra, donde nadie te vea: por ti no se derrumbará la casa.
Cuanto más me exalten, Jesús mío, humíllame más en mi corazón, haciéndome saber lo que he sido y lo que seré, si tú me dejas.
DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C
La humildad es el ambiente natural de la gratitud y de la sensatez.
Llegar a ser pequeño implica liberarse de lastres y cortar con aquello que no hace bien.
Cuando Cristo habla de su propia humildad no la pierde porque a ello le mueve la sola caridad.
Lo que Dios “esconde” a los arrogantes es modo también de hacerlos peregrinos, y así al final pobres y humildes.
[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa Francisco – Retiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]
Tema 11 de 12: El anonadamiento de Cristo en la Cruz
* El gran himno al anonadamiento de Cristo está en Filipenses 2,5-11.
* Esta vez queremos reflexionar brevemente sobre la expresión que usa San Pablo en el versículo 6: Cristo “no hizo alarde de su categoría de Dios,” dice una traducción; “no retuvo ávidamente el ser igual a Dios,” dice otra. La expresión griega es: “ux harpagmón hegésato” que literalmente significa: “no consideró botín de robo” el ser igual a Dios.
* Dos ideas hay en esa expresión: el que se aferra a lo que tiene y el que exhibe lo que ha conseguido. Es la presunción unida al egoísmo. Es la ostentación unida al cinismo. Es la dureza para con el prójimo unida a la soberbia y el disfrute ilícito. Y todo eso es lo que caracteriza al hombre pecador.
* El “rico,” es decir, el que no entiende ni quiere entender la espiritualidad de los pobres y del Pequeño Resto, es aquel que se apoya en lo que tiene con un corazón repleto de ostentación y egoísmo.
* Pero el que se apoya sobre sí mismo, el que golpea su pecho, como un gorila, para hacer valer su ser, se pierde en realidad de descubrir cuánto vale su ser ante Dios. El que pasa la vida justificándose se pierde de la justificación que Dios le concede.
* El anonadamiento de Cristo es entonces el sello de su unión perpetua con la causa de los Pobres de Yahveh. Él es su expresión más pura, su súplica más perfecta; y a la vez es la respuesta de amor de Dios a su clamor.
Dios establece diálogo con el hombre, y así le “llama” muchas veces; sólo un corazón humilde sabrá escucharle.