LA GRACIA 2024/06/27 La solidez viene de la experiencia

A medida que vives el Evangelio, que descubres que es real se consolida en ti la paz, la alegría y la confianza. La experiencia de la Buena Noticia te lleva a vivir sobre roca.

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LA GRACIA 2021/09/11 La firmeza viene de practicar la Palabra de Cristo

Cuando te resuelves a poner en práctica la Palabra de Cristo, Él mismo se hace presente en ti y esa presencia suya es la que la que te hace fuerte, firme y te da la victoria.

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Lugar de la fortaleza y la templanza en el camino de construcción de la fraternidad

La virtud de la FORTALEZA nos llama a emprender el camino, muchas veces arduo, de construir comunidad. En efecto, no es este un camino que se dé espontáneamente y como por sí mismo, ni tampoco le faltan los obstáculos. Necesitaremos de esta virtud para mantener el saludable equilibrio emocional, así como para resistir a las presiones del miedo o de la manipulación, incluso por parte de la propia familia. La TEMPLANZA regula nuestros apetitos y deseos tanto en los alimentos como en la afectividad y la sexualidad. La práctica de esta virtud nos lleva por un camino de discreta penitencia y abnegación que no da paso fácilmente al orgullo y que nos educa para llegar a virtudes más altas. Además, la templanza tiene que ver con salir de nuestra comodidad y carnalidad, es decir, aquella zona de confort en la que estamos a gustó pero no avanzamos.

LA GRACIA del Lunes 19 de Diciembre de 2016

La verdadera fortaleza es la espiritual porque nos hace de corazón firme, que no peca y capaces de ofrecer la sangre como testimonio del valor que tiene ser fieles a Dios.

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¡Fortalezcan sus corazones!

[Predicación para el Encuentro organizado por la Casa de la Misericordia, de Cúcuta. Segundo Domingo de Pascua, 2015.]

La misericordia requiere sensibilidad pero no es puramente sentimiento. En los actos o las obras de la misericordia cuentan la decisión, el compromiso, el dar un paso para salir de nosotros mismos. Así lo muestra, por ejemplo, la parábola del buen samaritano.

(1) Primera fortaleza: vencerse. Más allá de nuestros prejuicios y resentimientos (cual era el caso entre judíos y samaritanos); más allá de nuestra comodidad o del freno que el asco pone a nuestra sensibilidad, el corazón renovado por la misericordia sale de sí mismo.

(2) Segunda fortaleza: salir del infantilismo espiritual. Es verdad que el camino de la vida nos deja heridas, decepciones, vacíos o frustraciones, y por ello necesitamos sanación. Es verdad que existe el enemigo malo, el demonio, que puede atacar con su veneno para infestar nuestras vidas, y en algún caso pretenderá poseer la voluntad de alguien. Pero también es verdad que se da el caso de católicos “adictos” a la sanación o a la liberación, que van de sacerdote en sacerdote, manteniéndose en un estado de infantilismo como si nunca responsabilidad real pudiera llegar a sus vidas. Para que la misericordia sea operativa en nosotros y a través de nosotros, necesitamos entender que aun con algunas imperfecciones es grande el bien que podemos ya poner al servicio de la Iglesia.

(3) Tercera fortaleza: firmes en la doctrina. De nada sirve ser discípulos si el momento de la prueba nos aparta de la fe que hemos profesado como recibida de los apóstoles. No hay corazones fuertes si no hay corazones convencidos y dispuestos a luchar por la verdad de nuestra redención, claramente proclamada en la Pascua y en la fe de la Iglesia.

Invitación a la audacia

No seáis almas de vía estrecha, hombres o mujeres menores de edad, cortos de vista, incapaces de abarcar nuestro horizonte sobrenatural cristiano de hijos de Dios. ¡Dios y audacia!

Audacia no es imprudencia, ni osadía irreflexiva, ni simple atrevimiento. La audacia es fortaleza, virtud cardinal, necesaria para la vida del alma.

No soy el apóstol que debiera ser. Soy… el tímido. -¿No estarás achicado, porque tu amor es corto? -¡Reacciona!

Más pensamientos de San Josemaría.

Generosos para con Jesus

Jesús sufre por cumplir la Voluntad del Padre… Y tú, que quieres también cumplir la Santísima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del Maestro, ¿podrás quejarte si encuentras por compañero de camino al sufrimiento?

¡Qué miedo le tiene la gente a la expiación! Si lo que hacen por bien parecer al mundo lo hicieran rectificando la intención, por Dios… ¡qué santos serían algunos y algunas!

¿Lloras? -No te dé vergüenza. Llora: que sí, que los hombres también lloran, como tú, en la soledad y ante Dios. -Por la noche, dice el Rey David, regaré con mis lágrimas mi lecho. Con esas lágrimas, ardientes y viriles, puedes purificar tu pasado y sobrenaturalizar tu vida actual.

¡Qué hermoso es perder la vida por la Vida!

Si sabes que esos dolores -físicos o morales- son purificación y merecimiento, bendícelos.

Trata a tu cuerpo con caridad, pero no con más caridad que la que se emplea con un enemigo traidor.

¿Motivos para la penitencia?: Desagravio, reparación, petición, hacimiento de gracias: medio para ir adelante…: por ti, por mí, por los demás, por tu familia, por tu país, por la Iglesia… Y mil motivos más.

Comunion y Comunidad, 09 de 10

Comunion y comunidad en Cristo. Retiro espiritual en el Monasterio de las Dominicas de Lerma. Tema 9 de 10: Virtudes Humanas, 2a. parte.

FORTALEZA

– Tiene dos aspectos la fortaleza: acometer y resistir. Esto segundo, e smucho más difícil, en la vida espiritual, porque implica vencer tentaciones, ser constante y alcanzar la persevrancia. El arte no es comenzar con entusiasmo sino perseverar con dedicación.

– Perseverar implica darse cuenta que el demonio es inteligente y paciente. El pecado sabe disfrazarse de mil modos, hasta el punto que personas de gran valía y preparación han terminado diciéndose mentiras por seguir su propio camino lejos de la Iglesia. Ejemplos: M. Lefebvre decía ser fiel a la “Roma Eterna” y muchos progresistas herejes dicen ser fieles al “espíritu del concilio.”

– La respuesta es perseverar con una firme y consciente resolución de permanecer en cuerpo y alma a la Iglesia: fieles al Espíritu Santo y fieles a nuestros legítimos superiores y pastores.

TEMPLANZA

– Esta virtud nos mueve a regular apropiadamente los apetitos de comodidad y de placer.

– El ambiente cultural actual hace difícil la templanza porque ha incrustado en la mente de muchos la equivalencia entre lo espontáneo, lo auténtico y lo genuinamente libre.

– Una corriente derivada de la psicología de Carl Rogers parece particularmente próxima a esa mentalidad, y las consecuencias han sido devastadoras para muchas comunidades religiosas en las que se han exacerbado todo tipo de problemas de afectividad.

– La equivalencia entre espontaneidad y autenticidad si no lleva a cometer torpezas físicas sí que afianza una mentalidad “carnal” en el sentido paulino del término, que incluye sobre todo partidismos, facciones, envidias y otros frutos dañados de esta clase.

– Por el contrario, es fruto del Espíritu el dominio de uno mismo, según enseña el mismo apóstol en Gálatas 5.

– La respuesta parece estar en cultivar ese dominio de sí mismo y mirar a la Cruz como expresión del auténtico amor. “Ama y haz lo que quieras” vale solamente si se trata de un amor que ha pasado por la pascua.