Humildad al servir el Evangelio

Ten en cuenta que sencillez no es imprudencia, ni indiscreción.

Extrema el respeto al superior cuando te consulte y hayas de contradecir sus opiniones. -Y nunca le contradigas delante de quienes le estén sujetos, aunque no lleve razón.

Deja ese “aire de suficiencia” que aísla de la tuya a las almas que se te acercan. -Escucha. Y habla con sencillez: sólo así crecerá en extensión y fecundidad tu trabajo de apóstol.

El desprecio y la persecución son benditas pruebas de la predilección divina, pero no hay prueba y señal de predilección más hermosa que ésta: pasar ocultos.

Más pensamientos de San Josemaría.

El tema de los cargos en la Iglesia y en la evangelización

Aspirar a tener cargos en las empresas de apostolado es cosa inútil en esta vida, y para la otra Vida es un peligro. Si Dios lo quiere, ya te llamarán. -Y entonces deberás aceptar. -Pero no olvides que en todos los sitios puedes y debes santificarte, porque a eso has ido.

Si piensas que al trabajar por Cristo los cargos son algo más que cargas, ¡cuántas amarguras te esperan!

Hacer cabeza en una obra de apostolado es tanto como estar dispuesto a sufrirlo todo, de todos, con infinita caridad.

Más pensamientos de San Josemaría.

Apuntes para un apóstol

Has de prestar Amor de Dios y celo por las almas a otros, para que éstos a su vez enciendan a muchos más que están en un tercer plano, y cada uno de los últimos a sus compañeros de profesión. ¡Cuántas calorías espirituales necesitas! -Y ¡qué responsabilidad tan grande si te enfrías!, y -no lo quiero pensar- ¡qué crimen tan horroroso si dieras mal ejemplo!

Te dije: Unidad y variedad. -Habéis de ser tan varios, como variados son los santos del cielo, que cada uno tiene sus notas personales especialísimas. -Y, también, tan conformes unos con otros como los santos, que no serían santos si cada uno de ellos no se hubiera identificado con Cristo.

Más pensamientos de San Josemaría.

Espiritualidad de un apóstol

¿La Cruz sobre tu pecho?… -Bien. Pero… la Cruz sobre tus hombros, la Cruz en tu carne, la Cruz en tu inteligencia. -Así vivirás por Cristo, con Cristo y en Cristo: solamente así serás apóstol.

El celo es una chifladura divina de apóstol, que te deseo, y tiene estos síntomas: hambre de tratar al Maestro; preocupación constante por las almas; perseverancia, que nada hace desfallecer.

Al apostolado vas a someterte, a anonadarte: no a imponer tu criterio personal.

Nunca seáis hombres o mujeres de acción larga y oración corta.Más pensamientos de San Josemaría.

ESCUCHA, Pequeño Manual del Misionero

En Mateo 10, Cristo envía a sus apóstoles con un propósito también pedagógico. ¿Qué quería que aprendieran?

Cuatro cosas son indispensables para el predicador y el misionero: (1) Estar libre de idolatría y afianzarse en el amor a Dios; (2) Poner su confianza en la Providencia divina y no contar demasiado con nadie en esta tierra; (3) Cuidar la reputación para no hacer caer en descrédito el ministerio; (4) No dejar que la opinión, la calificación o las prioridades de la gente definan qué es importante o qué se debe decir en la predicación.

Conoce el Fuego del Espíritu Santo, 2 de 2

[Predicación a una asamblea de la Renovación Carismática Católica en San Salvador. Junio de 2014]

Parte 2: Cuarta razón por la que requerimos del Fuego de Dios

(4) Sólo el Espíritu hace posible la transmisión fiel y eficaz del Evangelio. Esto conviene verlo en Cristo y luego en los discípulos de Cristo.

(4.1) Cristo significa “Mesías,” “Ungido.” Para comprender qué es un mesías, conviene hacer el contraste entre los únicos tres reyes (los únicos tres ungidos) que tuvo el pueblo de Dios mientras estuvo unificado. Son ellos: Saúl, David y Salomón. En términos de comportamiento moral todos tuvieron graves falencias pero hay algo que hace sobresalir a David. Mientras que Saúl llegó a creerse gran cosa por su capacidad militar, y salomón se apoyó demasiado en su sola inteligencia humana, a David nunca se le olvidó ser oveja por el hecho de ser pastor del pueblo de Dios. Eso es lo propio de un mesías: acoger el don de Dios, ponerlo a su servicio, y tener siempre presente que el don es de Dios y no propio.

(4.2) Nosotros necesitamos fuego para evangelizar. (4.2.1) Lo mismo que Jeremías, necesitamos esa experiencia de la Palabra viva que no podemos retener, aunque ella nos acarree burlas, ataques o indiferencia. (4.2.2) Para rehacer nuestras fuerzas, necesitamos calor de hogar de fe, y eso es lo que nos concede la comunidad creyente. (4.2.3) Vivimos en un mundo de muertos-vivos, de zombies, y nuestra motivación no puede depender del reconocimiento o los aplausos de los demás. Hay que llevar adentro el motor.

Catheriniana – 03, El Santo Deseo, parte 3

[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]

Tema 3: El Santo Deseo como impulso para la evangelización y la misión.

* Uno de los aspectos más hermosos del “santo deseo” es que unifica el amor a Dios y al prójimo. Esta es, por lo demás, una consigna muy clara en el Nuevo Testamento. 1 Juan 4,20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.” Santiago 2,18: “Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (La fe apunta hacia Dios; las “obras” apuntan hacia las necesidades del prójimo. Son inseparables). Mateo 22,35-40: “Uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerle a prueba le preguntó: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Y Jesús le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.”

* San Ireneo de Lión nos enseña que “La gloria de Dios es que el hombre viva y la vida del hombre es la visión de Dios.” Allí donde se rompen las cadenas que nos deshumanizan, es decir, el pecado, la ignorancia, la muerte, la injusticia o la miseria, allí se deja ver la gloria divina porque aparece en plenitud se plan, su sabiduría, su poder y su compasión. Puesto que somos imagen y semejanza de Dios, todo lo que empaña esa imagen es a la vez daño para nosotros y ocultamiento de la gloria de nuestro Creador. por la misma razón, lo que limpia nuestro ser y deja ver esa imagen bendita glorifica a Dios y constituye nuestro más genuino bien.

* El Santo Deseo nos saca de nosotros mismos, es decir, de la comodidad y la falsa seguridad, y nos pone, como quiere el Papa Francisco, “en salida” hacia nuestros hermanos. No cabe aquí la pasividad, que sería complicidad, ni la indiferencia, que sería crueldad.

* Como todo lo que es grande, el Santo Deseo puede ser deformado de varias formas que le quitan su sentido y su eficacia. Es bueno saber de estas deformaciones y peligros para evitarlos. Son cuatro principalmente:

(1) El fanatismo y la imposición: cuando un supuesto exceso de “celo apostólico” hace que agobiemos al prójimo para que se convierta según nuestro gusto o en nuestros tiempos. Sucede también cuando se confunde evangelizar con imponer una determinada cultura.

(2) La delegación cómoda: cuando tranquilizamos con mentira nuestra conciencia creyendo que basta con “no hacerle mal a nadie” y pensamos que si uno cumple con sus deberes ya no se le puede pedir más como cristiano. A menudo esta forma de egoísmo cómodo va unida a la idea de que en la Iglesia hay unos (curas y monjas, por ejemplo) que serían los únicos encargados de la evangelización.

(3) La falsa misericordia: cuando salimos de nosotros mismos y vamos al encuentro del hermano en su necesidad pero, por una falsa compasión, lo dejamos en su condición de pecado, quizás porque nos parece muy difícil que cambie a fondo su comportamiento. En esto hay un engaño hacia el prójimo y una falta de fe en la fuerza del Evangelio para realmente transformar la vida.

(4) El activismo: cuando consideramos que en el mucho hacer está el mucho lograr. La realidad es que cuando el Santo deseo es auténtico, primero “quema” el corazón con un suave y profundo dolor que se convierte en anhelo incontenible por la gloria divina y fortísima compasión por el prójimo, todo ello en oración y penitencia. De ese horno saldrán las palabras encendidas y los gestos verdaderamente elocuentes que alcanzarán frutos verdaderos.

La misión te renueva

Si queremos crecer en la vida espiritual, no podemos dejar de ser misioneros. La tarea evangelizadora enriquece la mente y el corazón, nos abre horizontes espirituales, nos hace más sensibles para reconocer la acción del Espíritu, nos saca de nuestros esquemas espirituales limitados. Simultáneamente, un misionero entregado experimenta el gusto de ser un manantial, que desborda y refresca a los demás. Sólo puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros. Esa apertura del corazón es fuente de felicidad, porque «hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20,35). Uno no vive mejor si escapa de los demás, si se esconde, si se niega a compartir, si se resiste a dar, si se encierra en la comodidad.

(Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, n. 272)

La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 4 de 8, Dificultades y frenos interiores a la alegría

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 4 de 8: Dificultades y frenos interiores a la alegría

Existen también las dificultades interiores, es decir aquellas que se gestan y crecen al interior de la Iglesia, como comunidad invitada a la fe y la caridad. En cuanto a las dificultades que afectan a muchos ministros ordenados, personas consagradas y laicos comprometidos, hay que mencionar sobre todo cinco:

(1) La “hermenéutica de la ruptura” que considera al Concilio Vaticano II como un punto de quiebre en la historia de la Iglesia. Algunos, los tradicionalistas, lamentan ese quiebre y consideran que la Iglesia perdió su pasado. Otros, los de línea progresista, saludan ese cambio, se alegran de que el pasado quede sepultado, y ven al llamado “espíritu” del Vaticano II como el comienzo de algo muy grande que sucederá inevitablemente en un futuro próximo, sobre todo si pronto se celebra el Vaticano III.

(2) Modernismo: forma de pensamiento que pretende comprender y expresar la fe de modo tal que se adapte de continuo al lenguaje, las categorías y los criterios de aceptación de cada época. En nuestra época particular el modernismo se viste de concordismo cientificista o de un pluralismo democrático que quisiera reducir el mensaje del Evangelio a “seamos buenas personas” (buenismo).

(3) Discontinuidad teológica, en lo dogmático, moral y litúrgico. Hijos o ahijados del modernismo, asi sea mitigado, y de la hermenéutica de la ruptura, un número no pequeño de teólogos y escritores de espiritualidad han visto en este tiempo la ocasión para decir su propia palabra, a veces con resonante pexito y notable popularidad, refeljada en ventas. Pero lo que enseñan no es concorde con el Magisterio de la Iglesia, y ellos lo saben. La gente se devora sus palabras y compra con entusiasmo sus obras, con la gravedad de que entre esos lectores están también muchos que se forman para ser predicadores, confesores o maestros. Autores como Anthony De Mello, Carlos Vallés, Anselm Grün, Hans Küng, Xavier Pikaza, Mariano Vidal, José Pagola, José Ignacio González Faus, Jon Sobrino, Leonardo Boff, y muchos más han impactado y siguen impactando profundamente las ideas y perspectivas de muchos que hoy son sacerdotes y pastores de almas.

(4) Ausencia de la Cruz: un modo “light” de interpretar la resurrección–incluso cuando se concede que implica algo real para el Crucificado, y no sólo para la fe de los discípulos–ha llevado a mirar la Cruz como un hecho relativamente accidental, inesperado para el mismo Cristo; o como la consecuencia colateral de un compromiso sociopolítico, en todo comparable a los “mártires” de las revoluciones socialistas o independentistas de antes o de ahora. La irrelevancia de la Cruz trae daños severos en el espíritu de penitencia, en la mortificación, en la generosidad y por supuesto, en la obediencia, con no pequeño daño a las diócesis y a las comunidades religiosas.

(5) “Carrierismo” : tendencia a equiparar las etapas y procesos del servicio a la evangelización con los modelos típicos de ascenso en el mundo empresarial o académico. El resultado es desastroso para la misión de la Iglesia, sobre todo por el despliegue descarado de egoísmo, y por la manera de “usar” las comunidades para promoverse hacia lugares supuestamente mejores, en términos mundanos.