Momento de alabanza con los Misioneros de Jesús, hacia el final de una eucaristía.
ESCUCHA, Cinco tips para tus visitas al Santísimo Sacramento
Si a veces has sentido que no sabes qué decir o que pierdes el tiempo cuando vas a visitar el Santísimo Sacramento, estos pasos y sugerencias te pueden servir:
(1) Recuerda quiénes Él. Te va a resulta muy útil cuanto recuerdes de pasajes bíblicos proféticos, o de los Evangelios, o de los escritos de los apóstoles.
(2) Recuerda quién eres tú. Toma conciencia de tu condición de creatura y de redimido. Te puede servir identificarte con personajes de los pasajes del Evangelio que nos presentan encuentros con Jesús: la pecadora perdonada o el publicano llamado a seguir a Cristo, por ejemplo.
(3) Recupera el sentido y el valor del silencio. Dale oportunidad a Dios de que te hable, te cuestiones, te consuele, o sencillamente, que su poder y su bondad vengan sobre ti.
(4) Después recuerda que hay distintos modos de oración y todos tienen su importancia: alabanza, acción de gracias, petición, perdón, intercesión, ofrecimiento.
(5) ¡Y no olvides que es necesario ser perseverantes si de veras queremos permitirle a Cristo-Eucaristía que transforme nuestras vidas!
De la pascua judía a la pascua cristiana
Tres enseñanzas importantes que podemos tomar de la Pascua judía nosotros los cristianos.
Eucaristía, el tesoro más grande del mundo, 2 de 2
[Predicación en Danuba, California, Noviembre de 2014.]
Tema 2 de 2: Él es nuestro amor
(1) Abundancia del amor de Dios: “La prueba de que Dios nos ama, es que siendo nosotros todavía pecadores envió a su hijo”.
(2) Nosotros no debemos perder la paciencia con otras personas.
(3) Los niños tienen que ser evangelizados.
(4) La Eucaristía, por su valor infinito, no podemos recibirla de cualquier manera, por eso Cristo ha puesto un camino para que nos preparemos y le recibamos.
(5) En la misa hay que estar absorbiendo con amor de la mesa de la palabra y de la eucaristía.
Eucaristía, el tesoro más grande del mundo, 1 de 2
[Predicación en Danuba, California, Noviembre de 2014.]
Tema 1 de 2: Él es nuestra salud
En Jesús esta la verdadera salud y Él se hace presente en la Eucaristía, entonces de ella podemos esperar salud para nuestra vida.
Ocho elementos del cuidado de la salud y que tienen que ver con Jesucristo:
(1) Acogida: “Vengan a mi los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré”
(2) Examen: “Cada uno examínese antes de comer”.
* Elementos del examen
a. ¿Cuál es el fuego que arde en ti? (fiebre)
b. ¿En que ambiente te estas moviendo, conversaciones, amistades, lugares,”Donde estas”? respiración
c. Por qué cosas te sientes presionado? presión arterial “No se puede servir a dos señores”
d. ¿Qué tiene peso en tu vida?
(3) Diagnóstico: “Amense los unos a los otros como yo os he amado” La calidad del amor de Él es la medida.
(4) Cirugía: “Arrancare de vuestra carne el corazón de piedra, y les daré un corazón de carne”.
(5) Receta: Hay que comulgar “Yo soy el pan de vida, el que me come vivirá por mi”.
(6) Terapia: Si así me ha amado Cristo, de ahora en adelante mi vida será amar al prójimo “Cuando te inviten a una comida, mira lo que te ponen delante porque luego vas a tener que hacer algo parecido”.
(7) Dieta: Dejar de comer pecado “El que me come vivirá por mi”.
(8) Prevención: Acuérdate que en la eucaristía lo que se trata no es de que tu transformes a Cristo en ti sino que te dejes transformar de Él.
Lo que se sigue haciendo mal al celebrar la Misa
“Es cierto que, gracias a Dios, los desmanes y desastres que se llevaron a cabo en los primeros años siguientes al Concilio Vaticano II en cuestiones litúrgicas, han remitido mucho. Pero a pesar de todo, aún se siguen haciendo mal muchas cosas. Fundamentalmente por ignorancia. Por eso, no está de más reseñar algunas de esas cosas más frecuentes que son contrarias a lo que se debe hacer…”
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Así habla un enamorado de la Eucaristía
Tres eternidades
Para ofrecer bien el Santo Sacrificio se necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para dar gracias.
San Juan Eudes
LA GRACIA del Sábado 13 de Septiembre de 2014
San Pablo nos da una catequesis sobre lo que significa comulgar.
[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Ayúdanos a divulgar este archivo de audio en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios.]
¿Es lo mismo recibir la comunión en la mano que en la boca?
La Eucaristía y la Segunda Venida de Cristo
Estimado Fray Nelson: Me ha surgido una inquietud referido como debemos entender la siguiente situación: La Iglesia católica proclama que Jesús esta con nosotros en la Eucaristía pero también se dice que va a venir por segunda vez, aparentemente suena contradictorio. ¿Como debemos comprender esta situación? Gracias. – José Ernesto R.M.
* * *
La expresión “Cristo está entre nosotros” se refiere por su puesto a su presencia. Y hay que saber que los modos de presencia de Cristo son distintos en su modalidad y en su intensidad. Una cosa es clara: en el Cielo su presencia es perfectísima, en ambos sentidos, tanto en la modalidad como en la intensidad. Después del Cielo, lo más perfecto que tenemos como presencia suya es la Divina Eucaristía, pero en ella la modalidad es menor, porque se encuentra “velado” tras las especies eucarísticas, y también la intensidad es menor en la medida en que depende de la fragilidad de la fe y la constancia del creyente, de modo tal que ante quien no tiene fe pareciera nula esa presencia.
Es bueno recordar que hay otras presencias de Cristo: donde dos o tres se reúnen en su Nombre, ahí está él. En los pobres, a quienes él llama sus “humildes hermanos” también está él. En la Palabra de Dios, si es leída con la fe de la Iglesia, se le encuentra. En la creación entera, que fue hecha “por él y para él” también está presente. En todos estos casos, sin embargo, la modalidad y la intensidad son menores que en la Eucaristía y en el Cielo.
¿Cómo encaja aquí la segunda venida del Señor? Nos damos cuenta que ese acontecimiento definitivo termina con el régimen temporal en que nos encontramos. es decir, después de su segunda venida, no queda espacio sino para Cielo o Infierno. Dicho de otro modo: la segunda venida inaugura la presencia total, la del Cielo, como único modo de presencia para aquellos que hayan creído en él y lo hayan aceptado como su señor y Salvador.
María y la Eucaristía frente a los desafíos contemporáneos a la fe
[Conferencia en la Parroquia del Espíritu Santo, en Asunción, Paraguay. Agosto de 2014.]
* ¿Que hay detrás de los grandes desafíos que enfrenta la Iglesia en tantas partes del mundo? Encontramos, entre otros daños: persecución abierta, como la que se vive en zonas de Nigeria, Iraq y Siria; mala formación teológica en los sacerdotes, como sucede en muchos seminarios imbuidos de doctrinas supuestamente progresistas pero en realidad incompatibles con la fe; destrucción de la familia y desprecio por la vida.
* El daño más grave parece suceder allí donde se pasa del deseo de una convivencia pacífica de personas al supuesto deber de una aceptación imposible de ideas y creencias diversas. Para convivir con las personas se nos pide que no discutamos las ideas. Y ello conduce al desprecio de la verdad.
* Sucede que cuando la verdad es arrojada del lugar que le pertenece, como trono que ilumina nuestra razón y nuestra vida, en el trono de la verdad algo se pone: la comodidad, el placer, lo que sí “funciona,” lo que está de moda, lo que dice la mayoría. Esa multitud de impostores explica la variedad de desafíos que enfrenta nuestra fe, y también el hecho de que todos ellos detesten la proclamación de la victoria de Cristo y de nuestro anhelo de servirle y amarle como Nuestro Señor.
* Es importante que todos, pero especialmente los laicos, descubran el lugar irreemplazable que tienen en este tipo de combate espiritual. La voz del sacerdote o del obispo pronto es descartada en el ámbito secularizado que se impone en todas partes. Es una exclusión injusta pero real. Por eso requerimos de científicos, literatos, artistas, abogados, médicos y todo tipo de técnicos, profesores y profesionales que sean competentes en su propia área y muy formados en su fe.
* Las dos columnas que a laicos y ministros ordenados nos sostienen, por igual, son las que vio Don Bosco, a saber, la Eucaristía y la Virgen María.
* La Eucaristía es la expresión más plena del amor de Dios, en cuanto es posible recibirlo en esta tierra. Sólo del Pan Consagrado se dice: “Este es el Cordero que quita el pecado del mundo.” Esa densidad de presencia nos habla de la presencia total de Dios, y tal es el volumen de amor que necesita quien va a pelear por la causa de Dios. Lo mismo que a Elías, el señor nos dice: “Levántate y come porque el camino es superior a tus fuerzas” (1 Reyes 19,7-8).
* Si el alimento eucarístico nos empuja a seguir el camino, la santidad y belleza de María nos atraen hacia la meta. Ella, con su propio ser y con su palabra, nos está diciendo que el Evangelio es real, es posible, sí funciona, sí da fruto y sí colma de felicidad a quien le obedece.
¿Instituyó Cristo la Eucaristía en una cena pascual?
LA PREGUNTA ES, SI JESÚS INSTITUYÓ LA EUCARISTIA EN LA CENA PASCUAL O EN UNA CENA COMÚN?
GRACIAS. – RHG
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Los evangelios no son completamente claros en eso, en cuanto a la fecha. Los sinópticos (Mateo, marcos, Lucas) sugieren que se trata de una cena pascual sobre todo por el uso del pan ázimo y de la solemne bendición con la copa de vino. Juan omite la parte de la institución de la eucaristía, y dice que Cristo fue crucificado en la víspera de un “sábado muy solemne.” Un sábado era considerado “muy solemne” cuando se daba la circunstancia de que coincidiera con la Pascua, de modo que la cena celebrada por Cristo no podría coincidir cronológicamente una cena pascual.
A eso sin embargo hay que hacerle dos anotaciones importantes:
1. La fiesta de Pascua judía tuvo y sigue teniendo una evolución. El relato del libro del Éxodo no era ya el ritual exacto que se seguía en el siglo I de nuestra era. Por ejemplo: en el Éxodo se dice que la comida debía hacerse de pie, a prisa, y en el contexto de familia. En tiempos de Cristo, lo usual, según los historiadores, era comer recostados en cojines o sillones bajos; y tomarse tiempo para compartir; y no siempre se celebraba como familia, estrictamente hablando. Jesús con sus discípulos, por ejemplo, no era propiamente una “familia” pero es que tampoco vemos que cada Pascua, cada apóstol se fuera a su casa a celebrar con su familia de sangre. Todo esto apunta a otra “flexibilidad” que sin duda era frecuente en ese tiempo: la Pascua era más una especie de festival que simplemente un margen de horas de un solo día del año. “Festival” quiere decir aquí que la afluencia de peregrinos a Jerusalén era tan grande que a veces era difícil asegurar el momento de sacrificar el cordero, porque el Deuteronomio decía que el lugar único de sacrificios válidos era el templo. Eso implica que debían hacerse largas filas de grupos más o menos numerosos que esperaban a que los sacerdotes ofrecieran el cordero respectivo, vertieran la sangre y entregaran la mayor parte de la carne. Era físicamente imposible lograr todo eso para todo el mundo en el curso de unas horas. Por ello la cena pascual como tal sucedía a distintas horas e incluso días en toda el área del “Gran Jerusalén.” Todo esto quiere decir que no sólo era probable sino muy posible que mucha gente comiera la cena de pascua en fechas diferentes de la fecha estricta señalada en el calendario.
2. Los Evangelios nos hablan de cómo después de la cena Jesús y sus discípulos “cantaron los salmos.” No había entre los judíos costumbre de cantar salmos después de cada cena. Y como la expresión es que se cantaron “los salmos,” el autor da a suponer que el lector sabe de qué salmos se trata. esa terminología sería muy extraña si la institución de la eucaristía hubiera sucedido en una cena cualquiera. En cambio, tiene todo el sentido cuando se piensa en la Cena Pascual, que va a acompañada con oraciones y salmos.
Sumando, pues, toda la evidencia, parece concluyente que la cena en la que Cristo instituyó la eucaristía sí fue una cena pascual aunque probablemente se celebró en una fecha anterior a la que decía el calendario de la época.
Preguntas y Respuestas sobre la Eucaristía
“Nuestra fe nos enseña que aquello que proclamamos en la Eucaristía, la muerte y resurrección de Cristo, también se hace presente en ese mismo acto por el poder del amor y la bondad de Dios. Este es el corazón de nuestra fe en el sacramento que denominamos Eucaristía, el santo sacrificio de la Misa, la real presencia de Cristo…”
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Delante de Jesús-Eucaristía
Meditación y adoración ante el Santísimo Sacramento.
Teólogos responden al Cardenal Kasper
“Ocho teólogos, siete de ellos dominicos, han elaborado un documento de 21 páginas (en su versión española) señalando los peligros e incoherencias que implicaría dar la comunión a personas que viven maritalmente con quien no es realmente su cónyuge ante Dios, como sugieren algunas propuestas del cardenal Kasper…”
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¿Por qué ir a misa?
¿POR QUE IR A MISA?
Aportado por Frankie
Nos escriben:
“Tengo 30 años de ir a Misa desde que me casé y de los 3.000 sermones que he escuchado, más o menos, de ninguno me recuerdo. He perdido mi tiempo. No iré más”.
Medita esta respuesta:
“Tienes 30 años que tu esposa te ha cocinado 32.000 comidas y seguro que no puedes recordar los menús para cada una de esas comidas. Pues no comas más”.
Sin el alimento en tu mesa no tendrías fuerzas para vivir. De hecho, hoy estarías muerto.
De la misma manera, si no fueses a Misa, tampoco tendrías vida espiritual.
Claro que no es suficiente comer. Hay que digerir. Si no digieres estás enfermo. Hace falta ir al médico. Si no te nutres de la Eucaristía, si no te mueve el corazón escuchar la Palabra, es hora de ir al médico. Abre tu corazón a Jesús, examina con humildad tu conciencia. El te sanará.
¿Te nutres bien en la mesa de tu hogar? No la abandones. Mucho menos abandones la Misa, pues la primera alimentación te da vida por unos pocos años. La segunda, por la eternidad, empezando hoy.
Benedicto XVI sobre la Misa:
Tenemos necesidad de este Pan para afrontar los esfuerzos y cansancios del viaje. El domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerza de Él, que es el Señor de la vida. El precepto festivo no es por tanto un simple deber impuesto desde el exterior. Participar en la celebración dominical y alimentarse del Pan eucarístico es una necesidad para el cristiano, quien de este modo puede encontrar la energía necesaria para el camino que hay que recorrer. -29 Mayo, 2005