“¡Oh sagrado banquete, en el que se recibe al mismo Cristo, se renueva la memoria de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura”.
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Súplica en favor de las familias.
Hora Santa en el retiro de mujeres: “Amigas de Jesús,” en Pomona, California, 3-4 de Marzo de 2012.
Hermano en el Señor, Fray Nelson: Soy Ministro Extraordinario de la Comunión. Hay sacerdotes que critican muchísimos al Ministro Extraordinario de la Comunión (MEC). Lo critican y no lo quieren en el Altar. Hay otros sacerdotes, en cambio, que lo quieren en todo. Podría explicarme que puede y que no puede hacer, desde el punto de vista litúrgico, un Ministro Extraordinario de la Comunión. Y por supuesto, su opinión personal. Gracias. – E.D., Desde Venezuela
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Desierto, cuerpo y vida: tres palabras que ayudan a sintetizar el mensaje de la Eucaristía.
Cristo recibe todo del Padre, y nos enseña que así se da él mismo. La Eucaristía es señal de la Trinidad.
Hay que comer de este pan
Todos conocemos las palabras con las que Jesús instituyó el sacramento por excelencia: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo… Tomad y bebed, este es el cáliz de mi sangre…” (Lucas 22,19-20). Es bueno preguntarse qué son esas palabras: ¿Una sugerencia? ¿Una orden? ¿Una petición? Probablemente las tres cosas.
Una sugerencia
En la tradición católica se suele distinguir entre los mandatos y los consejos. La Eucaristía es ambas cosas; pero pienso que en primer lugar es un consejo, una sugerencia que hemos de recibir con el mismo amor con que fue pronunciada.
Una sugerencia es como una invitación. En Apocalipsis 3,20 leemos que Cristo toca nuestra puerta y llama; “si alguno me abre, entraré, y cenaré con él y él conmigo.” No es una obligación sino una propuesta. Cristo quiere que yo abra la puerta porque él ha abierto primero su puerta. Quiere que mi corazón se abra porque él suyo está ya abierto, dramáticamente abierto por la lanza del soldado.
Los judíos preguntaban: “¿Cómo puede este darnos a comer su carne?” (Juan 6,52). Esa misma pregunta puede hacerse de muchas maneras en la vida de Jesús. Podemos preguntar, en efecto: ¿Cómo puede ser que Dios se encarne y se haga uno de nosotros? ¿Cómo puede él decirnos que hay que nacer de nuevo? ¿Acaso debe uno entrar de nuevo en el vientre de la madre? ¿Cómo puede él entregarse de ese modo tan completo y tan perfecto al servicio de los más despreciados, como son los leprosos, los paralíticos, los posesos del demonio, en vez de dedicar su tiempo a construir buenas relaciones con los poderosos y la gente influyente? ¿Cómo puede Dios cargar sobre sí nuestros pecados y subir así cargado a la Cruz? ¿Cómo puede el más santo morir sin una queja y sólo suplicando perdón para sus enemigos? ¿Cómo puede resucitar esa carne macerada por nuestros maltratos?
La respuesta a todas esas preguntas es la misma: el amor.
(1) Los seres humanos necesitamos amor; es una fuerza que en ocasiones llega a ser mayor que el apego a la vida misma. (2) Pero el amor se ha dañado, fracturado, ensuciado. (3) Por eso necesitamos que Cristo sane nuestro amor y nuestro amar: su Sangre hace como una transfusión en nosotros, y su Cuerpo es Pan Vivo, es decir, alimento que llega vivo y actuante a nosotros.

Reflexiones para los Domingos y Dias de Fiesta. Click!
A dynamic perspective on redemption allows us to see the Eucharist as an ever flowing fountain of grace for each person, each culture, each century.
Some historical context helps to see how much torn St. Catherine’s soul had to be, seeing God’s surpassing generosity in the Eucharist, and man’s stubborn resistance to such grace.

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Homilía para la Solemnidad del Cuerpo y Sangre Santísimos de Cristo.
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Homilia para la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre Santisimos de Cristo, con una invitacion a celebrar la seriedad del Amor de Jesus por nosotros en la Eucaristia
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