Obra clásica de San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia. Texto completo en este enlace. Videos de esta serie de lecturas haciendo clic aquí.
Plan de lectura, que cubre toda la obra:
Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Obra clásica de San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia. Texto completo en este enlace. Videos de esta serie de lecturas haciendo clic aquí.
Plan de lectura, que cubre toda la obra:
«Doblo las rodillas ante el Padre» (Ef. 3,14)
En los primeros capítulos de la carta a los Romanos san Pablo ha mostrado que todos los hombres son pecadores, incapaces de salvarse a sí mismos y necesitados de que Dios se acerque a ellos con su gracia.
De esta conciencia de la necesidad acuciante de auxilio de Dios y de su gracia brota la oración apostólica de Pablo. Pues todo su apostolado, ordenado como está a la salvación, sólo puede obtener su eficacia como gracia, como don de Dios.
Todas las cartas están empapadas de esta súplica insistente y confiada por el bien espiritual de los cristianos y por las necesidades de las diversas comunidades (1 Tes. 3,11-13; 5,23; 2 Tes. 1,11-12; 2,16-17; 3,5-16; Col 1, 9-10; Ef. 1,16-18; 3,16-19; Fil. 1,9-11).
Los dones que pide para sus cristianos son: conocimiento de Dios, de su amor, de sus planes, de su voluntad; que crezca su fe y su caridad; que se hagan dignos de su vocación agradando a Dios y realizando en su vida frutos de buenas obras; que Cristo sea glorificado en ellos y ellos en Él; que lleguen santos e irreprensibles al día de Cristo…
Como se ve, en muchos de los textos citados, san Pablo espera de Dios a través de la oración que sus cristianos alcancen la plenitud y la perfección de la vida en Cristo; su ardiente deseo era el crecimiento continuo de los que le habían sido confiados; para ellos pide expresamente esta plenitud y suplica a Dios que puedan presentarse «santos e irreprensibles» al encuentro definitivo con el Señor. Pues también esto es gracia de Dios. San Pablo sabe muy bien que el que ha iniciado la obra buena debe llevarla también a su consumación (Fil. 1,6), pues es Dios mismo quien obra en los hombres tanto el querer como el obrar (Fil. 2, 13).
En su oración entra también el pedir a Dios que realice sus proyectos de viaje (1 Tes. 3,10-11; Rom 1,9-10; 2 Tim. 1,3-4). Ello expresa su confianza en la Providencia en medio de las incontable dificultades, así como la convicción del poder de la oración para cambiar el curso de los acontecimientos y permitir el cumplimiento de los planes de Dios.
El autor de esta obra es el sacerdote español Julio Alonso Ampuero, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.
«Anunciar la inescrutable riqueza de Cristo» (Ef. 3,8)
Ya hemos visto cómo el contenido de la predicación de Pablo no es otro que la persona de Jesucristo y su obra de salvación en favor de los hombres: «yo, hermanos, cuando fui a vosotros… a anunciaros el misterio de Dios, no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo» (1 Cor. 2,1-2).
Lo que llena de admiración a Pablo es el hecho de que «ahora», precisamente en los días de su vida, haya sido revelado y dado a conocer por Dios el «Misterio», ese maravilloso plan de salvación que Dios tenía concebido en su designio «desde siglos eternos»; ese grandioso e increíble proyecto de ofrecer la salvación a todos, también a los gentiles (y no sólo a los judíos como creían los miembros del pueblo de la antigua alianza), mediante la fe en Jesucristo (Rom. 16,25-27; Ef. 3,3-12).
Pero lo que sobre todo le hace enloquecer es que además haya sido elegido precisamente él para la misión maravillosa de anunciar a los gentiles este misterio y conducirlos así a la fe y a la salvación: «a mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo» (Ef. 3,8).
Este hecho le llena de gratitud y de gozo. Pero sobre todo le impulsa a entregar todas sus energías al servicio de la evangelización. Como un hombre que en medio de una epidemia mortal y muy extendida tuviera en sus manos el remedio para curarla de raíz. Pablo sabe que en medio de esta humanidad sumergida en el pecado (Rom. 1,18-3,20; ver especialmente 3,10) es portador de la única medicina capaz de salvar: «el Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación» (Rom.1,16). Y ello por pura gracia, sin mérito alguno de su parte (pues, como vimos, él ha sido el primer sanado por esta medicina: 1 Tim. 1,12-16).
El autor de esta obra es el sacerdote español Julio Alonso Ampuero, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.
“Como director del Centro Spitzer para líderes católicos y fundador de seis instituciones académicas, lleva años dedicándose a la formación de evangelizadores. Uno de los temas en los que insiste es el combate espiritual. Entrevistado en Catholic World Report, destaca cuatro motivos por los que necesitamos a la Iglesia en nuestro día a día, frente a la “falacia” que supone “la espiritualidad privada”, al margen de la Iglesia…”
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Escribe el P. Javier Sánchez Martínez: “Vamos a iniciar un recorrido, a lo largo de una serie de artículos, sobre la espiritualidad litúrgica, tan necesaria, y que es urgente educar en ella. A veces nos quedamos en controversias sobre la liturgia, su reforma, sus rúbricas, lo ceremonial…, sin llegar a ahondar en su espíritu y esencia…”
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Buenas noches Fray Nelson. Esperando esté ya bien de salud. Y bueno, no pocos católicos relacionan los éxtasis de santos con “orgasmos” espirituales. Si pudiera aclarar este punto. Saludos desde Méjico.
* * *
Hay un parecido y muchísimas diferencias; tantas, que la comparación, lejos de ilustrar, desorienta y conduce a comentarios o imágenes morbosas, cínicas, superficiales o blasfemas.
El leve parecido está en que en ambos casos hay una intensidad de alegría y gozo parece haber una comparación. Las diferencias, en cambio, son notables son muchas:
1. El placer físico puede darse aún en contra de la moral, y por tanto, de Dios mismo. Imposible y absurdo si se trata del gozo espiritual.
2. El placer puramente físico obnubila la mente; jamás en el caso del gozo en Dios.
3. El solo placer físico tiende a la idolatría, si no se toman las medidas necesarias; por supuesto: no tiene nada que ver con la alegría que viene del Espíritu Santo.
4. El placer físico absorbe de tal manera la atención que a menudo cambia las priridades y altera la escala de valores de la persona. Jamás en el ámbito realmente espiritual.
5. El placer físico tiene su fin propio más allá de él mismo, en el acto de generación, con lo que se ve que tiene más carácter de medio que de fin; exactamente lo opuesto sucede en el gozo espiritual.
6. El placer puramente físico encierra a la persona en sí misma, y en el caso de una pareja, la encierra en su intimidad, de modo que por supuesto no quieren ni deben compartirlo; todo lo contrario sucede en el ámbio del Espíritu.
7. El solo placer físico produce tarde o temprano hastío y vacío; jamás en el caso del placer realmente espiritual.
«Meus es tu» -eres mío, te ha manifestado el Señor. -¡Que ese Dios, que es toda la hermosura y toda la sabiduría, toda la grandeza y toda la bondad, te diga a ti que eres suyo!
Busca a Dios en el fondo de tu corazón limpio, puro; en el fondo de tu alma cuando le eres fiel, ¡y no pierdas nunca esa intimidad! -Y, si alguna vez no sabes cómo hablarle, ni qué decir, o no te atreves a buscar a Jesús dentro de ti, acude a María, «tota pulchra» -toda pura, maravillosa-, para confiarle: Señora, Madre nuestra, el Señor ha querido que fueras tú, con tus manos, quien cuidara a Dios: ¡enséñame -enséñanos a todos- a tratar a tu Hijo!
Con tu vida de piedad, aprenderás a practicar las virtudes propias de tu condición de hijo de Dios, de cristiano. -Y junto a estas virtudes, adquirirás toda esa gama de valores espirituales, que parecen pequeños y son grandes; piedras preciosas que brillan, que hemos de recoger por el camino, para llevarlas a los pies del Trono de Dios, en servicio de los hombres: la sencillez, la alegría, la lealtad, la paz, las menudas renuncias, los servicios que pasan inadvertidos, el fiel cumplimiento del deber, la amabilidad…
El 15 de octubre nuestra Iglesia recuerda a Santa Teresa de Jesús. Es tan abundante el tesoro de enseñanzas y la altura y pureza de doctrina de esta mujer que uno solo puede admirar, agradecer y por supuesto aprovechar tanta luz.
Y sin embargo, muchos católicos se quedan fascinados ante las palabras de un gurú que les habla de constelaciones familiares, meditación trascendental, canalizaciones con “ángeles,” yoga reeditado para consumo en Occidente, budismo zen…
¿Es que no clama al Cielo que tengamos tanta luz en casa y que nos vayamos a mendigar tinieblas en otros sitios? Hay tanta agua clara y limpia en místicos como Santa Teresa, ¿y la gente corre a comprar muy caro pan envenenado en cualquier corriente de moda?
No más de ese desorden, así lo hagan los superiores generales de algunas comunidades religiosas. NO MÁS.
“Detrás de las acciones reflexionadas de cada individuo, hay siempre una razón, un móvil. Algunos buscan el placer, algunos los honores, otros están poseídos por la fiebre de la ambición o por la sed de dinero, la mayoría son víctimas de sus penas cotidianas. La influencia del móvil o del fin es predominante en el valor de nuestras acciones. El móvil por el cual nos agitamos, el objetivo que perseguimos, y que debe, por así decirlo, orientar toda nuestra vida, es para nosotros de una importancia capital…”
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“Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del demonio, tanto más cerca del alma está Dios.”
“Tengamos bien esculpido en nuestra mente lo que dice el divino Maestro: en nuestra paciencia poseeremos nuestra alma.”
“Mediten en la palabra de Dios y ella adquirirá el poder de destruir sus naturales inclinaciones hacia lo material.”
“El sufrir es de todos. El saber sufrir es de pocos.”
“Cuando se hace bien, la oración conmueve el corazón de Dios y le invita, siempre más, a acoger nuestras súplicas.”
“Buscar sí la soledad, pero sin faltar a la caridad con el prójimo”
“Jesús llama a los pobres y sencillos pastores por medio de los ángeles para manifestarse a ellos. Llama a los sabios por medio de su misma ciencia. Y todos, movidos por la fuerza interna de su gracia, corren hacia él para adorarlo”
“Los corazones fuertes y generosos no se afligen más que por graves motivos, e incluso estos motivos no logran penetrar en lo íntimo de su ser”
“La vanagloria ha sido llamada con acierto por los santos carcoma de la santidad.”
“El sufrimiento no es abandono, por tanto, todo esto, sino amor y amor muy especial que Dios te va demostrando.”
“Jesús desde su nacimiento nos indica nuestra misión, que es la de despreciar lo que el mundo ama y busca.”
“Digámonos con el pleno convencimiento de que nos decimos la verdad: alma mía, comienza hoy a hacer el bien, que hasta ahora no has hecho nada.”
“Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y escuchará tu oración.”
“Oh! Qué precioso es el tiempo! Felices los que saben aprovecharlo, porque todos, en el día del juicio, tendremos que dar cuenta rigurosísima de ello al Juez supremo.”
“Ora con perseverancia, con confianza y con la mente tranquila y serena.”
“Para que se dé la imitación, es necesaria la meditación diaria y la reflexión frecuente sobre la vida de Jesús.”
“Meditemos la gran condescendencia con la que Jesús asume nuestra misma carne para vivir en medio de nosotros la mísera vida de la tierra.”
“Muchas veces ignoramos que para crecer tenemos necesidad de pan duro; es decir, necesitamos cruces, pruebas, contradicciones.”
“Mira: por un sí, por un solo sí, fiat secundum verbum tuum, por hacer la voluntad de Dios, María llega a ser Madre del Altísimo.”
“Guárdense de la ansiedad y de las inquietudes, porque no hay cosa que impida tanto el caminar hacia la perfección.”
“Jamás te he visto tan querido de Jesús como en este momento. Por tanto, ¿qué motivo tienes para temer, temblar y asustarte?”
“Igual que el cuerpo necesita de alimentarse, así el alma necesita día tras día de la cruz, para purificarse y separarse de las criaturas.”
“Procura no inquietar tu alma ante el triste espectáculo de la injusticia humana. Sobre esta injusticia verás un día el triunfo definitivo de la justicia de Dios.”
“Ten gran confianza en la misericordia y en la bondad de Dios.”
“A la medida que te vayas vaciando de ti mismo, es decir, del amor al cuerpo y de tu propia voluntad, y te vayas enraizando en la santa humildad, el Señor lo irá comunicando a tu corazón.”
“El Señor hace ver y llama, pero no queremos ni ver ni responder porque son los propios intereses los que nos agradan.”
“Cuando nos ponemos a orar a Dios, busquemos desahogar todo nuestro espíritu.”
“Un solo acto de amor a Dios en tiempos de aridez vale más que cien en momentos de ternura y consuelo.”
“Actuemos de modo que Dios no vea en nosotros nada más que el bien.”
“Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, Maria. Saluda a Jesús de mi parte.”
“De la meditación y de la reflexión frecuente sobre la vida de Jesús brota la estima de sus obras; y de la estima, el deseo y el consuelo de la imitación.”
“Cuando no consigas avanzar a grandes pasos por el camino que conduce a Dios, conténtate con dar pequeños pasos y espera pacientemente a tener piernas para correr, o mejor alas para volar.”
“En la medida en que crecían en la Madre nuestra los dones del cielo, ahondaba cada vez más en la humildad.”
“¿No nos dice el Espíritu Santo que, en la medida que el alma se acerca a Dios, debe prepararse para la prueba?”
“La paz se posesionará de nosotros y seremos felices y fuertes en la medida en que, manteniendo un crecimiento en la vida espiritual y mortificándonos a nosotros mismos, hagamos que Cristo viva en nosotros.”
“Las mejores humillaciones son las que nosotros no hemos elegido, o también las que nos son menos gratas.”
“El sufrimiento no es castigo sino amor y amor delicadísimo.”
“En estos tiempos tan tristes de fe muerta, en los que triunfa la impiedad, el medio más seguro para mantenerse libres del terrible mal que nos rodea, es el de fortalecerse con este alimento eucarístico. Algo que no lo podrá conseguir aquel que vive meses y meses sin saciarse de la carne inmaculada del Cordero divino.”
“La piedad es útil para todo y se adapta a todo según las circunstancias, menos a lo que sea pecado.”
“Sólo un general sabe cuándo y cómo deben actuar sus soldados. Ten paciencia; también a ti te llegará tu vez.”
“Sufre pero no temas, porque Dios está contigo.”
“Tú que tienes cuidado de almas, inténtalo con amor, con mucho amor, con todo el amor.”
“Ocupa el tiempo en ganar almas para Jesús, enseñándoles el modo de agradarle.”
“Mantener el buen ánimo y cumplir el deber es lo propio de las almas más perfectas.”
“No se cansen de orar a Jesús.”
“Marchen con sencillez por el camino del Señor y no atormenten su espíritu.”
“Les conjuro por la mansedumbre de Cristo y por las entrañas misericordiosas del Padre celestial a no perder nunca el entusiasmo en el camino del bien.”
“Amemos a Jesús por su grandeza divina, por su poder en el cielo y en la tierra, y por sus méritos infinitos, pero, también y sobre todo, por motivos de gratitud.”
“Acepta todo dolor e incomprensión que vienen de lo Alto. Así te perfeccionarás y te santificarás.”
“Camina con alegría y con un corazón lo más sincero y abierto que puedas; y cuando no puedas mantener esta santa alegría, al menos no pierdas nunca el valor y la confianza en Dios.”
“Confiesa con toda sinceridad, que, si Dios no fuese tu coraza y tu escudo, habrías sido incautamente herido por toda clase de pecados.”
“En la teología mística o afectiva, el fundamento es el mismo, el dato revelado, pero, en cambio, el instrumento subjetivo es sobrenatural, porque es la fe, la caridad y los dones del Espíritu Santo. Cuanto más intenso y permanente es este amor, tanto mayor es la luz experimental de la inteligencia, su profundidad y el número de verdades comprendidas en el depósito revelado…”
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