Fundamentos bíblicos y teológicos para mejor celebrar Pentecostés, 1 de 2

[Conferencias conclusivas del curso de Antropología Teológica ofrecido en la Universidad Santo Tomás, en el primer semestre de 2014.]

Tema 1 de 2: La Ley y el Espíritu

* La Ley declara lo que es bueno, y cuáles son las recompensas de hacer el bien. Define también qué e slo malo y qué castigos se seguirán de obrar mal. Pero a menudo preferimos hacer el mal y dejar de obrar el bien. ¿Por qué?

* Hay cuatro razones principales: (1) La recompensa por el bien no es inmediata; la tentación en cambio anuncia una retribución, ganancia o placer muy próximo y sencillo. (2) A muchos malos les va bien; de modo que ser bueno se parece a ser un poco tonto. (3) El pecado crea hábiles redes de complicidad que parecen indispensables para alcanzar el éxito en muchos campos de la vida. (4) Hacer el bien en todo tiempo supone ser un héroe anónimo y sin testigos.

* Esto explica el fracaso de la Ley de Moisés, siendo como era santa, racional y buena. Y explica el fracaso de la antigua Alianza. Pero los golpes que sufre el pueblo, como se cuentan en el Antiguo testamento, llevan a algunos, guiados sin duda por el Señor, a tomar una actitud distinta: son escépticos ante los poderes de este mundo; humildes de si mismos; llenos de celo por la causa de Dios. Ellos son el Pequeño resto. Son el mismo tipo de personas a las que se dirige Jesucristo en el Sermón de las Bienaventuranzas.

* Es aquí donde entendemos lo principal de la que Santo Tomás de Aquino llama la “Ley Nueva.” La Ley Antigua muestra el bien pero no mueve el corazón en la dirección de ese bien. Lo propio y nuevo de la Ley Nueva es que conquista el corazón persuadiéndolo del bien, “haciendo que el bien sepa bueno.”

* Tal es la obra del Espíritu Santo, que obrando en nosotros nos revela la verdadera naturaleza de la lucha contra el mal y a la vez nos concede “arras” de degustación del bien futuro, de modo que a la inmediatez de la tentación se pueda responder no sólo con razones o argumentos sino con la percepción real del bien que ya empezamos a vivir y que luego tendremos en plenitud.

* Se ve que la Ley Nueva supera a la Ley Antigua, pero hay que entender que, aparte de los elementos temporales y de tipo pedagógico, como son: la parte lo ritual y de la organización social, la Ley de Moisés tenía elementos de perdurable valor, como el amor a Dios sobre todas las cosas.

Catheriniana – 02, El Santo Deseo, parte 2

[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]

Tema 2: El Santo Deseo y su relación con la acción del Espíritu Santo.

* El Santo Deseo es fruto de la presencia y la acción del Espíritu Santo en nosotros. Iluminando nuestra inteligencia, el Espíritu nos deja percibir la distancia entre lo que el mundo es y lo que Dios querría que fuese. Haciendo arder nuestra voluntad, el Espíritu nos permite experimentar como dolor la manera como el mundo a menudo da la espalda al plan de Dios. Centrando todo nuestro ser en Cristo, el Espíritu nos deja ver el camino que va del ser al deber-ser.

* Esa conciencia llena de luz y esa voluntad que com-padece tienen ya un mérito en sí mismas: son vínculo de unión de caridad con el sufrimiento de Cristo, especialmente en su intercesión ferviente en Getsemaní.

* Mas hay ocasiones en que el Espíritu nos habla, recordando y grabando profundamente en nuestro ser la voz de Cristo. En tales ocasiones el Espíritu nos da “consejos de Evangelio,” o “consejos evangélicos,” que de un modo intenso y en completa consonancia con las circunstancias concretas que nos rodean, indican qué hacer, incluso si ello puede parecer difícil o ridículo a nuestra propia conciencia. No se trata de cometer pecados sino de dar pasos audaces, que pueden parecer improbables pero que resultan inmensamente útiles con una eficacia que va mucho más allá de nuestras previsiones. Es algo así como entregar el timón al Espíritu en una acción específica.

* Hay testimonios de acciones semejantes en las vidas de los santos, cuando sus acciones podían parecer extrañas, y sin embargo, en retrospectiva se ve que no fueron hechas por búsqueda de algo exótico, incorrecto o excéntrico sino bajo la guía del Espíritu. Cuanto más se crece en fidelidad al Espíritu, mayor certeza en reconocer su paso y ser capaz de seguir su voz.

Qué es ser cristiano, 16 de 16, El amor como centro de la vida cristiana

[Serie de catequesis para las Monjas Dominicas del Monasterio de la Madre de Dios, en Baeron, Jenchen, Corea del Sur. Cada predicación fue traducida del español al coreano frase por frase, lo cual da un ritmo diferente a esta serie.]

Tema 16 de 16: El amor como centro de la vida cristiana

* El amor es la gran síntesis de la vida cristiana; pero no se trata de cualquier amor. De lo que se trata es de amar como Dios ama. Tal es la obra del Espíritu Santo en nosotros.

* El Espíritu permanece activo en nosotros: así como el Fuego no existe sino quemando, el Espíritu está en nosotros amando y santificando.

* Los adjetivos principales de ese amor son: universal, profundo, permanente, fecundo y poderoso.

Apremiados por el Amor – Retiro de Conversión, 4 de 5

[Predicación ofrecida primero en Adviento de 2013 para la comunidad hispana en Bernardsville, NJ.]

Tema 4 de 5: Movidos por el Espíritu

* Para comprender la novedad de la “fuente” del amor de Cristo, conviene recordar la diferencia entre su propuesta y la manera que el mundo considera usual y normal en el trato entre la gente. El modo mundano lo llamamos la “lógica de la transacción” porque corresponde a la idea de que todo tiene que ser recíproco: “yo sonrío al que me sonríe; ignoro al que me ignora; pago con la misma moneda; quiero a los que me quieren, y tengo detalles con la gente que los tiene conmigo…”

* Lo grave de esa manera de pensar es que hace imposible el perdón y no deja espacio a la misericordia: ¿por qué hacer un bien al que falló o al que de hecho busca mi mal? ¿Por qué tender una mano al discapacitado, al inútil para la sociedad, al que no podrá retornar la inversión que hagamos en él?

* Frente a esa lógica implacable y dura, Cristo trae una abundancia de amor que “no se cansa;” que “no lleva cuentas” (1 Corintios 13); que retrata el infinito mismo de Dios. por eso el primer Nombre del Espíritu Santo en esta reflexión es: DON. El amor de Dios, que unge a Jesús de Nazareth y que, desde él se derrama en los cristianos, es abundancia de gracia, de regalo, de DON.

* Ese DON inmenso es activo y transformante. Lo que no puede nuestro corazón se parece a lo que el hierro no puede alcanzar jamás en su frialdad. El FUEGO del herrero logra, sin embargo, maravillas; y así logra Dios hacer de nosotros amigos suyos, y santos.

* Transformados por su gracia, capaces de lo que parecía imposible, somos enviados por ese mismo Espíritu, no como un simple trabajo sino como un gozo que se comparte, según lo que nos dice el Papa Francisco: “es la gratitud que brota de un corazón verdaderamente atento a los demás. De esa forma, cuando un evangelizador sale de la oración, el corazón se le ha vuelto más generoso, se ha liberado de la conciencia aislada y está deseoso de hacer el bien y de compartir la vida con los demás” (Evangelii Gaudium, 282).

ESCUCHA, El Espíritu y la Unción

Escuela de Vida Interior, Tema 26: El Espíritu y la Unción

* El Credo afirma que Cristo fue concebido “por obra y gracia del Espíritu Santo.” ¿Qué relación tiene Cristo con el Espíritu? ¿Y por qué necesitamos ese Espíritu los cristianos?

* Un buen punto de partida es el Evangelio de Lucas, que destaca a lo largo de toda su obra el papel irreemplazable del Espíritu Santo, sobre todo en el capítulo 4 de su Evangelio, cuando describe la misión entera de Jesús con las palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí…”

* Otro punto de partida es ver la práctica que siguieron los profetas con los reyes, ya desde la época en que Samuel señaló a Saúl como primero de aquella serie. El signo de la elección y de la presencia permanente de Dios es la unción. Mesías quiere decir “ungido;” es la misma palabra que en la lengua griega se dice “christós.”

* Mientras que el agua corre sobre la piel, el aceite de la unción penetra. Con la unción se quiere hablar de la presencia penetrante y transformante de Dios. En efecto, el solo precepto exterior, por sabio y justo que sea a ojos de nuestra mente, no quita el atractivo del mal; esa especie de “encanto” que causa división interior.

* El Espíritu, llegando a nuestro corazón, pacifica esos cuatro “perros bravos” que a menudo contienden entre sí: lo que yo entiendo, lo que quiero, lo que puedo y lo que debo. La unidad interior que trae el Espíritu, al obrar sobre nuestro deseo, genera paz duradera y libertad interior.

* Por otra parte, la unción que recibían los reyes era ungüento aromatizado, de fragancia intensa y penetrante para los de su entorno. Recibir unción es ser capaz de transformar un ambiente.

* Sucede, en efecto, que los mejores talentos se desperdician por tensiones ridículas; o que muchas parejas que hubieran podido ser muy felices se desgastan en interminables conflictos de poder. La acción del Espíritu, al revelar a cada uno su verdad, y al orientarlo hacia la unidad en Cristo, hace posible no sólo cambios interiores sino la renovación misma del tejido social.

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Este tema pertenece al Capítulo 03 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 03 está aquí:

is.gd/vida_interior_03

La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:

is.gd/vidainterior

Ejercicio de Alabanza, 4 de 5, Alabar con el poder del Espíritu

[Predicación en el Tercer Congreso Internacional de la Renovación Carismática Católica en Asunción, Paraguay.]

Tema 4 de 5: Alabar con el poder del Espíritu

* Las imágenes bíblicas sobre el Espíritu Santo nos ayudan a comprender su relación con una vida de fe y con la experiencia de la alabanza.

(1) El Espíritu es FUEGO, y como tal, separa el metal de la escoria; purifica; y reforma. Quitar la escoria es darnos la fuerza de desprendernos del mal que parecía ya parte de nosotros y de nuestra vida. Purificar es ayudarnos a escoger lo mejor, es decir, concentrar nuestro esfuerzo y corazón más y más en el plan de Dios. Reformar es alcanzar la docilidad que hace posible su verdad en nuestra vida.

(2) El Espíritu es VIENTO que refresca y mueve. El paso del Espíritu consuela, alivia, renueva. Pero también empuja; nos lleva más allá de nosotros mismos y nuestros planes, a menudo tan limitados.

(3) El Espíritu es FUENTE que salta hasta la vida eterna. tener la fuente dentro es poder realizar lo que dice san Pablo en 1 Corintios 13: “El amor no lleva cuentas…” Para no llevar cuentas es preciso tener un amor incontable adentro.

(4) El Espíritu es LUZ que declara los misterios divinos. Aprendemos de Lucas 24 que ni siquiera la mejor de las explicaciones trae verdad al alma, a menos que esta reciba la gracia de “abrirse” al Señor. esa comprensión profunda es también la fuente de la alegría que no muere, y de la comunión que todo lo vence.

Conversión sacerdotal, 4 de 7, Piedad, Fortaleza, Temor de Dios

[Predicaciones en el XXXVII Retiro Latinoamericano de Sacerdotes en La Ceja, Antioquia (Colombia), en Agosto de 2013.]

Tema 4 de 7: Piedad, Fortaleza, Temor de Dios

* Vamos a referirnos ahora a los dones que tienen una relación más directa con la voluntad, después de haber visto los primeros tres, en relación con la inteligencia.

(4) El don de PIEDAD nos permite sabernos y sentirnos como verdaderos hijos de Dios. Sólo así brota en nosotros la radical confianza que permite volver, incluso si hemos pecado. Sólo de este don viene el verdadero espíritu de fraternidad, y también la sinceridad y el gusto por la oración.

(5) El don de FORTALEZA viene en auxilio de aquello que en nosotros es más débil. El propósito primero de este don es hacer posible la manifestación de la gloria divina a través de la victoria sobre la arrogancia del mundo y del demonio. Los actos que brotan de la presencia de este don son particularmente notables en los mártires.

(6) El don de TEMOR DE DIOS empieza a menudo como simple miedo ante la posibilidad real de fracasar vitalmente en la condenación eterna. La entrada de este don hace posible que la persona “toque fondo,” no porque haya propiamente un fondo para el mal sino porque la luz que trae este don hace frenar la caída del que se empecina en su pecado. En su evolución, el don de Temor de Dios llega a ser, sin embargo, algo mucho más bello: el temor de ofender al amor ya recibido y presente.

Conversión sacerdotal, 3 de 7, Entendimiento, Ciencia, Consejo

[Predicaciones en el XXXVII Retiro Latinoamericano de Sacerdotes en La Ceja, Antioquia (Colombia), en Agosto de 2013.]

Tema 3 de 7: Entendimiento, Ciencia, Consejo

* El encuentro con el Señor Jesús, a quien conocemos a través de la predicación de los apóstoles, está siempre mediado por la escucha de la Palabra. Pero hay quien recibe la Palabra de Dios como si fuera una palabra humana más. La inteligencia de la Escritura requiere una lectura o escucha guiada por el mismo Espíritu que la inspiró. Esto demuestra la imperiosa necesidad del Espíritu Santo para una verdadera y durable conversión.

* En esta oportunidad nos referiremos a la acción del Espíritu siguiendo el esquema sencillo de los siete dones, y su relación con las dos grandes facultades del alma humana: la inteligencia y la voluntad. Empezamos por tres dones que apuntan más directamente a la inteligencia:

(1) El don de ENTENDIMIENTO nos permite comprender el sentido de la Sagrada Escritura, relacionando también textos, versículos y pasajes de modo coherente y a menudo complementario.

(2) El don de CIENCIA nos permite reconocer el paso soberano de Dios en la naturaleza y en la historia humana, incluyendo la propia historia.

(3) El don de CONSEJO nos hace sensibles al querer de Dios en el aquí y ahora. Al habituarnos a las vías del Señor nos dispone también para ayudar en el discernimiento de lo que puede ser útil a otros.

La Vocación, 05 de 16, La obra del Espíritu

[Retiro espiritual en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Floridablanca, Santander, Colombia. Julio de 2013.]

Tema 5 de 16: La obra del Espíritu

* Iniciamos aquí la segunda sección de nuestro retiro. Vistos los aspectos más personales, conviene dirigir la atención a la dimensión comunitaria.

* La Iglesia misma nace de la Palabra, que adviene a nosotros desde fuera, por el testimonio apostólico, y nace también del Espíritu, que en cierto modo brota como desde dentro de uno mismo y que se experimenta como testimonio interior, que persuade y mueve.

* La Iglesia es la gran vocacionada, y toda vocación ha de leerse según el modelo de la Iglesia. No ha sido llamada por intereses o conveniencias, sino que es la voz de Dios la que la levanta y alimenta. En esto se diferencia de toda otra forma de asociación humana.

* La grandeza de la obra del Espíritu es que nos revela el bien de Dios como bien propio nuestro, y cambia además nuestro gusto y paladar para que, como dice la oración, “gustemos siempre el bien y gocemos de su consuelo.”

* Por eso sólo el Espíritu nos da inteligencia profunda de los mandamientos divinos, así como de las leyes y costumbres de la Iglesia. Sólo Él nos permite ser fieles en libertad y libres en fidelidad.