Que se vea la Cruz

No lo debemos olvidar: en todas las actividades humanas, tiene que haber hombres y mujeres con la Cruz de Cristo en sus vidas y en sus obras, alzada, visible, reparadora; símbolo de la paz, de la alegría; símbolo de la Redención, de la unidad del género humano, del amor que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, la Trinidad Beatísima ha tenido y sigue teniendo a la humanidad.

Más pensamientos de San Josemaría.

¿Qué es crucificar la carne?

Hola Padre, me da gusto saludarlo. Padre una pregunta: ¿Qué significa crucificar nuestra carne en la cruz de Cristo? Gracias. — J.A.F.

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Significa varias cosas, según entiendo a partir de diversos autores.

1. Lo primero es estar en guardia contra la tentación de construirnos “paraísos.” Como he comentado en otras ocasiones, según el relato del Génesis, sabemos que Adán y Eva fueron sacados del paraíso terrenal pero la serpiente quedó allá. Con este sencillo detalle la Biblia nos enseña que al final nos hace daño todo intento de volver al paraíso–que en la práctica se nota en nuestra tendencia a buscar o construir lugares que regalen de placer nuestros sentidos. Con mucha facilidd y demasiada frecuencia sucede que la abundancia de mimo y placer conducen a sensualidad, gula, lujuria, y también: egoísmo, vanidad y dureza de corazón.

2. Es necesario entonces “educar” nuestra carne, en dos sentidos: no podemos darnos gusto en todo y necesitamos una disciplina para lograr lo mejor de nosotros mismos. El esfuerzo debe ser a la vez evitando el exceso de placer y animándonos en el esfuerzo de cultivar aquellas virtudes que precisamente porque son arduas son también más escasas y por ello más necesarias. Esta fase implica vencer la pereza y avanzar en la perseverancia, la constancia en el bien, el entrenamiento necesario para las batallas que sin duda han de llegar.

3. La mención de la Cruz en aquello de “crucificar nuestra carne” es esencial, por supuesto. La crucifixión de nuestra carne no empieza cuando nosotros sufrimos sino cuando abrimos los ojos con viva atención y profundo amor a la carne crucificada de nuestro Salvador. Sabernos así amados produce a la vez gratitud y dolor. ¿Serías capaz de ver a tu mejor amigo, o a tu papá o tu mamá, sufriendo horrorosamente solo por salvar tu vida? ¿No es verdad que sentirías amor, agradecimiento pero también dolor solidario y profundo? Eso es lo que un cristiano sincero siente ante la Cruz y ante el Crucificado. Un cristiano así formado no hace del dolor un propósito que busca sino una realidad con la que se encuentra allí donde encontró a su Amado Cristo, es decir, en la Cruz. Sin esta experiencia, todo lo que se haga espiritualmente como penitencia se queda corto en la intención.

4. Una vez que la persona se ha enamorado del amor dulce pero tan duro y real de la Cruz de Cristo, va sintiendo en sí mismo la necesidad de unirse a ese dolor, de distintas maneras, sobre todo dos: como reparación por tantas ofeensas que recibe el Corazón de Cristo, y como herramienta de combate que suplica con intenso ardor por la conversión de los pecadores. Es aquí donde encontramos a los santos penitentes, que se unen de un modo firme y constante con la Cruz, deseosos de ser uno solo con el Redentror. No es que quieran reemplazar a Cristo, como quitándolo de su lugar, que es absolutamente único, sino que quieren estar ahí, unidos por amor que brota de Cristo y da su fruto en los verdaderos cristianos.

5. La culminación de todo este itinerario de amor es el deseo mismo de morir por Él, es decir, dar la vida por su gloria, por su Evangelio y por su Iglesia. Multitud de santos han conocido las llamas del santo deseo del martirio, que en ocasiones llega a su culminación con el sacrificio, y en otras ocasiones queda simplemente como deseo quemante que sin embargo perfecciona y eleva el alma.

LA GRACIA del Jueves 3 de Mayo de 2018

FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

El misterio central de la cruz es que en ella hemos sido amados, perdonados, liberados, redimidos y adoptados; y por eso afirmamos que es la cruz de la gloria de Dios Uno y Trino.

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LA GRACIA del Martes 10 de Abril de 2018

La vida nueva nos llega a través del sacrificio de la cruz donde la antigua serpiente es vencida, se muestra la gravedad del pecado y sobretodo se revela la misericordia divina.

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Cuatro tipos de felicidad

Según Santo Tomás, la aspiración más propia y común de los seres humanos es la felicidad. Y aunque hay muchos engaños en esta tierra, es admirable que el genuino bien mayor, esto es, la felicidad que trae la plenitud humana, es también la plenitud de la obra del amor divino: aquello que llamamos santidad. Hay varios tipos de felicidad. La NATURAL, que tuvo su máxima expresión en el paraíso del Edén, corresponde a la satisfacción de aquellas necesidades o el acceso a aquellos placeres que son propios de nuestra naturaleza humana, considerada en su integralidad y jerarquía. Fácilmente los bienes de esta felicidad conducen a la FALSA felicidad, que consiste en reemplazar los bienes mayores, según razón, por bienes menores pero más sensibles o inmediatos. Es este el espacio en que el demonio utiliza su estrategia “D & D,” o sea: llevarnos distraídos por la vida para atraparnos en la desesperación con la muerte. Por eso la grandeza de la felicidad PARADÓJICA, la de la Cruz: la que nadie nos puede quitar y que está a salvo de los engaños del enemigo. Es ella ciertamente el camino cierto a la felicidad ETERNA.

Nueve meditaciones sobre la Virgen Inmaculada, 9 de 9: María de la caridad

* La caridad es la virtud que “reina en la Reina” porque en Ella, en la Virgen Santísima, es el amor el que da la fuerza, la ruta y la meta. Y así es en la vida cristiana: todo tiene su fuente en el amor, y en el amor tiene también su cumbre.

* Nuestro tiempo ha sufrido un desgaste de la palabra “amor.” Primero se redujo a un sentimiento; luego, a una sensación; finalmente, solo a un deseo o excitación.

* El verdadero sentido del amor al prójimo lo encontramos en la enseñanza de los santos, como Tomás de Aquino: amar es buscar el bien del otro. Eso es exactamente lo que nos muestra la Cruz de Cristo: por sus verdugos y por todos nosotros, Jesucristo ora buscando nuestro bien; de hecho, nuestro mayor bien, que consiste en el perdón de nuestros pecados y la alianza y amistad con Dios.

* El amor, en la Biblia, tiene expresión hebrea en un verbo que equivale propiamente a “preferir.” Amar a Dios es preferirlo, es ponerlo en primer lugar, es someter lo demás a su voluntad y su gloria. Ello vemos resplandecer en el testimonio de la Virgen Santísima, que pone al Señor, su plan, su gloria y su voluntad como primero en todo.

* Pero en Ella se muestra también, y de modo perfectísimo, el amor al prójimo. En al vista a su pariente Isabel y en las bodas de Caná, donde vemos que no es necesario un mandato expreso ni una petición explícita sino que el amor la mueve desde dentro para servir, apoyar, aliviar, hacer el bien.

* Sin embargo, el amor al prójimo se muestra en Ella con intensidad única en la Cruz, ofreciendo a su propio Hijo y acogiéndonos a todos como hijos suyos en el orden de la gracia.

LA GRACIA del Domingo 3 de Septiembre de 2017

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A

Amar y abrazar la cruz supone aceptar las situaciones inesperadas, los ataques injustos y confiar en el plan que tiene Dios para mí sin tratar de conocerlo y controlarlo todo.

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Una mirada a los que hoy van portando su cruz

Lo propio de los auténticos discípulos de Cristo es lo mismo que caracteriza a los verdaderos misioneros y consagrados: generosidad que nunca le quita el primer puesto al Señor. Ejemplo impresionante hoy son religiosos como la Hermana Gloria Cecilia Narváez, franciscana, colombiana de nacimiento, que ha padecido meses de humillación y secuestro en Mali, África, simplemente por ser de Jesucristo.

LA GRACIA del Domingo 2 de Julio de 2017

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A

La cruz de Cristo quita de nosotros los amores idolátricos y nos abre a los amores según el Evangelio que dan fruto abundante y permanente.

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LA GRACIA del Viernes 23 de Junio de 2017

SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

El único motivo del sacrificio del Señor en la cruz es el amor que nos hace criaturas nuevas y testigos de su gracia.

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