Sanacion y santificacion de la memoria

Presentación en Prezi aquí.

1. Introducción

Santos como Agustín de Hipona y Catalina de Siena hablan de tres “potencias” en el ser humano: la memoria, la inteligencia y la voluntad. En siglos posteriores en filosofía y teología se usará más la expresión “facultades.”

Nuestras potencias son nuestros canales de crecimiento, de interacción con el mundo y de relación interpersonal. Son las bases que nos permiten definir una identidad propia.

Nuestros talentos siempre se relacionan con estas potencias y nuestras decisiones siempre afectan la manera como decidimos usarlas.

El pecado implica siempre un uso incorrecto de nuestras potencias. No sólo eso: el pecado deja daños y averías en nuestra manera de recordar, de entender y de querer.

Es evidente que para avanzar es necesario primero rectificar el rumbo; por eso todo cambio real, profundo y duradero debe empezar con sanación y santificación de nuestras potencias.

2. Santificación de la memoria

Durante siglos la memoria tuvo un papel central en la vida de la fe. El ejemplo que viene de otros siglos nos muestra que saber recordar es paso indispensable para poblar la imaginación, la fantasía, la creatividad de aquello que es sano y sanador.

Parece probado que Santo Tomás de Aquino aprendió a leer con los salmos. Ellos eran su cartilla.

De niña, Catalina de Siena grabó en su mente las imágenes literarias de la obra Leyenda Áurea de Jacobo de Vorágine, que contaba con vivo realismo los prodigios de los santos, incluyendo detalles de cómo murieron los mártires.

Hace unos años se criticaba mucho la educación puramente memorística pero nos fuimos al otro extremo: la gente cree que no es necesario recordar nada porque Internet, o Siri, lo sabe todo.

Para hacer un cambio es preciso empezar a ejercitar la propia memoria, llenándola y sanándola con la virtud de la Palabra de Dios.

Renueva tu fe, 5 de 5, Creer en Jesus y seguir a Jesus

Renueva tu Fe. Serie de Enseñanzas sobre el don de creer, para el “Año de la Fe” promulgado por el Papa Benedicto XVI.

Tema 5 de 5: Creer en Jesús y seguir a Jesús

* Los publicanos tenían el oficio de recoger el dinero de los impuestos para el Imperio Romano. Eran gente detestada, por traidores y codiciosos. Mateo pertenecía a ese grupo, y por eso impactó muchísimo que Jesús lo llamara al grupo de sus discípulos.

* Mateo estaba amarrado a su oficio porque tenía el corazón atado por la idolatría al dinero. Debemos considerar “ídolo” todo aquello que tiene poder sobre nuestro corazón hasta hacernos dependientes. Los ídolos, por consiguiente, se reconocen con los ayunos: tomando cierta distancia de personas, eventos o cosas, descubrimos qué tanto dependemos de ella.

* El “sígueme” de Cristo tiene tres virtualidades: (1) Desata del pasado; (2) Anuncia un nuevo camino; (3) Nos presenta su PROPUESTA de amor de Dios, que espera de nosotros una RESPUESTA, que es precisamente la fe.

No era ateismo, era mero anticristianismo

“En esta larga y amena entrevista concedida a InfoCatólica, John C. Wright, famoso escritor norteamericano de novelas de ciencia ficción, relata su conversión al catolicismo desde el ateísmo, fruto de su amor por la verdad y de los milagros experimentados. También habla de la importancia de la lectura de los clásicos para no caer siempre en los mismos errores, de la relación entre la ciencia ficción y el catolicismo y de su próxima obra…”

no eraateo, sino anticristiano

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Encuentro con Cristo y conversion a Dios

Conferencia para la Cena Cursillista en Pentecostés de 2012.

(1) Sólo hay encuentro donde hay la altura ontológica propia de la persona; porque todo genuino encuentro implica una forma de donación.

(2) Los Evangelios cuentan de personas que cambiaron maravillosamente el rumbo de su vida por un encuentro con Cristo; pero no es el caso de todos. ¿Qué falló? El Señor nos recuerda que nadie llega a él si el Padre no lo atrae. Esta expresión nos invita a confiar en la hora de Dios para cada persona pero además nos llama a reconocer que en lo que somos como creaturas está un llamado profundo a ir hacia Cristo. Tanto nuestras fortalezas como nuestras debilidades miran hacia él. Y por cierto: si pretendemos apoyarnos sólo en lo que vemos fuerte en nosotros, es ahí cuando no hay encuentro sino desencuentro con Cristo.

(3) Cristo no quiere un encuentro superficial o pasajero con nosotros. Su lenguaje es el de la donación total, como se manifiesta y realiza en la Eucaristía. El encuentro ha de crecer hasta llegara ser “permanencia.” Cristo llega vivo a nosotros, y la vida cristiana no es simple esfuerzo de adecuarse a un modelo maravilloso, sino que es el fruto natural que irradia Cristo viviendo en nosotros sus propios misterios.

(4) Evangelizar es ofrecer este Cristo a nuestros hermanos. Encontraremos rechazo, porque el pecado va creando redes de complicidad, que la Biblia llama “mundo.” Hay que tener en cuenta que: (a) Habrá confrontación, y que todos tendremos una cuota de martirio. (b) Es preciso que los laicos comprendan el valor y la necesidad de asociarse para defender públicamente su fe. (c) Hay que orar siempre más y siempre mejor.