Querido y santo pastor: He meditado bastante sobre su clara postura frente a este pasaje del Evangelio, y sinceramente siento que no es eso lo que el Maestro nos quiso enseñar.
Usted dice que hay que “entender bien” estas palabras de Jesús (“Deja que los muertos entierren a sus muertos”), como que el aspirante pedía el tiempo necesario para acompañar a su padre mientras le quedaba vida; pero de la traducción del mismo texto que acompaña su homilía se entiende inconfundiblemente otra cosa: “Déjame ir PRIMERO a enterrar a mi padre”, deja claro que el padre acaba de morir; de lo contrario la frase sería algo así como “permíteme acompañar a mi padre en sus últimos días antes de venir contigo”. Todos sabemos lo claro y puntual que es Jesús cuando hay que serlo; son los protestantes los que siempre encuentran una nueva forma “iluminada” de entender cada cosa que dice la Biblia, para luego “explicárnosla” (por supuesto, a su conveniencia).
Estoy convencido (hay otras frases parecidas de Jesús que corroboran esto) que Nuestro Señor en este pasaje está haciendo hincapié en lo RADICAL que tiene que se tiene que ser para seguirlo a Él. Nada, NADA, ni siquiera un compromiso tan humanitario como ése, debería distraernos de LA llamada. Ni la natural inclinación a amar y ser amado como hombre; ni la aspiración legítima a procrear; ni la necesidad de pertenencia a grupos de afirmación, como lo son los amigos. NADA. Ni siquiera un hecho tan crudo como el relativamente corto tiempo que se necesita para las exequias de un padre. Porque ese momento de distracción podría significar el perder la GRAN oportunidad. Porque la predisposición o las circunstancias pueden cambiar de un momento a otro. Pero, por sobre todo, porque el TESORO que en ese momento se nos muestra accesible, es de tal valor que NADA, NADA, NADA debería perturbarnos de abrazarlo para no soltarlo jamás.
— C.D.
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Como no disponemos de suficientes datos de lo que estaba sucediendo exactamente en el momento de la escena del Evangelio a la que te refieres, debemos apoyarnos en suposiciones razonables. Es lo que haces y es lo que yo puedo hacer. La suposición tuya es que la radicalidad tiene el primer lugar y que ese hombre tenía a su papá recién fallecido. La suposición mía, y de muchos otros, es que Cristo no se refiere al caso de un muerto reciente sino que le dice a este hombre que no espere a que su papá muera, que puede ser mucho tiempo. Voy a llamar “literalista” a tu interpretación, y llamaré “contextual” a la que yo defiendo.
En favor de tu tesis está el hecho de que vemos a Jesús exigir de manera radical a sus discípulos que sean resueltos y que no aplacen su decisión por Cristo y por el Evangelio. Pero aquí hay también un punto que va en contra de tu interpretación literalista. En efecto, casi sin excepción, cuando Cristo exige radicalidad usa un lenguaje que claramente no es de interpretación literal. Por ejemplo, nos invita a cortarnos las manos o a sacarnos los ojos, si ellas o ellos son ocasión de pecado (Marcos 9). Claramente esos textos son “radicales” en su exigencia pero no son literales en su formulación.
También cuando Cristo se refiere a su propia radicalidad usa un lenguaje que no es literal. Por ejemplo, dice que “no tiene dónde reclinar su cabeza” (Mateo 8,20) pero por otra parte los mismos Evagelios nos dicen que durante un tiempo “se estableció en Cafarnaúm” (Mateo 4,13), y también sabemos que se hospedaba en casas de amigos (como Martha, María y Lázaro), y recibía invitaciones a cenar o a hospedarse. Es evidente de ue su expresión de que no tenía dónde reclinarse muestra una condición de desprendimiento pero que no por ello deberíamos mirar a Cristo como una persona simplemente “sin techo.”
La conclusión de esto es que comprender la radicalidad no es lo mismo que aplicar literalidad. No se ve entonces una razón inmediata para decir que aquel hombre tenía al papá muerto y que Jesús le dice que se desentienda del funeral. Sobre todo porque la expresión “que los muertos entierren a sus muertos” TAMPOCO puede ser enetendida en sentido literalista, obviamente.
Por último, notemos los rasgos de compasión y profundo sentido de comprensión de Cristo frente al misterio de l amuerte y frente al duelo que le sigue. Jesús trata con amor y guarda la privacidad y decoro frente a aquellaspersonas que están padeciendo un duelo. Su expresión en estos casos nunca es ruda ni seca sino compasiva y comprensiva. Así es ante el caso de la hija de Jairo (Marcos 5) o ante el fallecimiento por enfermedad de Lázaro (Juan 11). Sería incomprensible que ese mismo Jesús le privara a aquel hombre del funeral de su padre sobre todo por el hecho de que enterrar a los muertos era una obra de misericordia claramente reconocida porla Escritura (véase el libro de Tobías).
Todo esto nos hace suponer que Cristo alude al hecho de que no debe esperar este hombre hasta que su padre muera. El hecho de que diga “déjame ir PRIMERO a enterrar a mi padre” sólo indica una sucesión temporal: “que primero suceda la muerte de mi padre y solo entonces, después, vendré a seguirte.” Lo de la palabra “primero” únicamente está indicando esa sucesión temporal en los hechos.
En resumen, creo sinceramente que una interpretación contextual responde mejor al propósito del pasaje evangélico que cmentamos.