V-F. Los consejos

199. Sean muchos los que te saluden, mas para consejero, uno entre mil. (Sir 6,6)

200. Acude siempre a quien teme al Señor, a quien sabes que observa los mandamientos, que tiene una conciencia como la tuya, y que compartirá tu pena si llegas a caer. (Sir 37,12)

201. Mantén firme el consejo de tu corazón, que nadie es para ti más fiel que él. (Sir 37,13)

V-E. Los bienes de esta tierra

191. La avaricia seca el alma. (Sir 14,9)

192. Hay quien compra mucho con poco dinero, pero luego lo paga siete veces más caro. (Sir 20,12)

193. Difícilmente se libra de falta el negociante, el comerciante no quedará limpio de pecado. (Sir 26,29)

194. Por amor a la ganancia han pecado muchos. (Sir 27,1)

195. Entre dos piedras juntas se planta una estaca, y entre venta y compra se introduce el pecado. (Sir 27,2)

196. Más vale vida de pobre bajo techo de tablas que comida suntuosa en casa de extraños. (Sir 29,22)

197. Feliz el rico que fue hallado intachable, que tras el oro no se fue. ¿Quién es, y le felicitaremos?, pues obró maravillas en su pueblo. ¿Quién sufrió esa prueba y fue hallado perfecto? Será para él motivo de gloria. ¿Quién pudo pecar y no pecó, hacer el mal y no lo hizo? (Sir 31,8-10)

198. Lo primero para vivir es agua, pan, vestido, y casa para abrigarse. (Sir 29,21)

V-D. Las autoridades

188. Lo primero de todo recomiendo que se ofrezcan súplicas, peticiones, intercesiones y acciones de gracias por todas las personas, especialmente por reyes y autoridades, para que podamos vivir tranquilos y serenos con toda piedad y dignidad. (1 Tm 2,1-2)

189. Que cada uno se someta a las autoridades establecidas, pues toda autoridad procede de Dios; él ha establecido las que existen. (Rm 13,1)

190. La soberanía pasa de una nación a otra, por las injusticias, las violencias y el dinero. (Sir 10,8)

IV-C. Perfil unico y caracteristico del amor cristiano

163. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. (Mt 5, 43-45)

164. Cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos. Dichoso tú, porque no pueden pagarte; pues te pagarán, cuando resuciten los justos. (Lc 14,13-14)

165. A los ricos de este mundo recomiéndales que no se envanezcan, que pongan su esperanza, no en riquezas inciertas, sino en Dios, que nos permite disfrutar abundantemente de todo. Que sean ricos en buenas obras, generosos y solidarios. Así acumularán un buen capital para el futuro y alcanzarán la vida auténtica. (1 Tm 6,17-19)

166. A mí Dios me ha enseñado a no considerar profano a ningún hombre. (Hch 10,28)

167. Comprendo verdaderamente que Dios no es parcial, antes acepta a quien lo respeta y procede honradamente, de cualquier nación que sea. (Hch 10,34)

IV-B. La grandeza del Don del Amor

160. Aunque posea el don de profecía y conozca los misterios todos y la ciencia entera, aunque tenga una fe como para mover montañas, si no tengo amor no soy nada. Aunque reparta todos mis bienes y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve. (1 Cor 13,2-3)

161. El amor es paciente, es amable, el amor no es envidioso ni fanfarrón, no es orgulloso ni destemplado, no busca su interés, no se irrita, no apunta las ofensas, no se alegra de la injusticia, se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1 Cor 13,4-7)

162. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos. (Jn 15,13)

IV-A. Con la medida de Cristo

154. Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado: amaos así unos a otros. En eso conocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros. (Jn 13,34-35)

155. Quien dice que está en la luz mientras odia a su hermano sigue en tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. (1 Jn 2,9-10)

156. Vosotros me llamáis maestro y señor, y decís bien. Pues si yo, que soy maestro y señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros mutuamente los pies. (Jn 13,13-14)

157. Os aseguro que lo que hayáis hecho a estos mis hermanos menores me lo hicisteis a mí. (Mt 25,40)

158. Si amáis solo a los que os aman, ¿qué premio merecéis? También lo hacen los recaudadores. Si amáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? También lo hacen los paganos. (Mt 5,46-47)

159. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Lev 19,18)

III-L. Una vida en la virtud

152. Tú, hombre de Dios, busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la bondad. Pelea el noble combate de la fe. Aférrate a la vida eterna, a la cual te llamaron cuando hiciste tu noble confesión ante muchos testigos. (1 Tm 6,11-12)

153. Por lo demás, hermanos, ocupaos de cuanto es verdadero, noble, justo, puro, amable y loable, de toda virtud y todo valor. (Flp 4,8)

III-K. Hacer bueno uso de las cosas de esta tierra

149. No acumuléis riquezas en la tierra, donde roe la polilla y la carcoma, donde los ladrones abren brechas y roban. Acumulad riquezas en el cielo, donde no roen polilla ni carcoma, donde los ladrones no abren brechas ni roban. Pues donde está tu riqueza, allí estará tu corazón. (Mt 6,19-21)

150. Buena es la riqueza en la que no hay pecado. (Sir 13,24)

151. Nada trajimos al mundo y nada podremos llevarnos. Con tener vestido y alimento nos contentaremos. Los que se afanan por enriquecerse, caen en tentaciones y trampas y múltiples deseos insensatos y profanos, que precipitan a los hombres en la ruina y la perdición. La raíz de todos los males es la codicia: por entregarse a ella, algunos se alejaron de la fe y se atormentaron con muchos sufrimientos. (1 Tm 6,7-10)

Recomendaciones finales de la Dei Verbum

25. Es necesario, pues, que todos los clérigos, sobre todo los sacerdotes de Cristo y los demás que como los diáconos y catequistas se dedican legítimamente al ministerio de la palabra, se sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente, para que ninguno de ellos resulte “predicador vacío y superfluo de la palabra de Dios que no la escucha en su interior”, puesto que debe comunicar a los fieles que se le han confiado, sobre todo en la Sagrada Liturgia, las inmensas riquezas de la palabra divina.

De igual forma el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos en particular a los religiosos, a que aprendan “el sublime conocimiento de Jesucristo”, con la lectura frecuente de las divinas Escrituras. “Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”. Lléguense, pues, gustosamente, al mismo sagrado texto, ya por la Sagrada Liturgia, llena del lenguaje de Dios, ya por la lectura espiritual, ya por instituciones aptas para ello, y por otros medios, que con la aprobación o el cuidado de los Pastores de la Iglesia se difunden ahora laudablemente por todas partes. Pero no olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque “a El hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las palabras divinas.

Incumbe a los prelados, “en quienes está la doctrina apostólica, instruir oportunamente a los fieles a ellos confiados, para que usen rectamente los libros sagrados, sobre todo el Nuevo Testamento, y especialmente los Evangelios por medio de traducciones de los sagrados textos, que estén provistas de las explicaciones necesarias y suficientes para que los hijos de la Iglesia se familiaricen sin peligro y provechosamente con las Sagradas Escrituras y se penetren de su espíritu.

Háganse, además, ediciones de la Sagrada Escritura, provistas de notas convenientes, para uso también de los no cristianos, y acomodadas a sus condiciones, y procuren los pastores de las almas y los cristianos de cualquier estado divulgarlas como puedan con toda habilidad.

Epílogo

26. Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados “la palabra de Dios se difunda y resplandezca” y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más los corazones de los hombres. Como la vida de la Iglesia recibe su incremento de la renovación constante del misterio Eucarístico, así es de esperar un nuevo impulso de la vida espiritual de la acrecida veneración de la palabra de Dios que “permanece para siempre” (Is., 40,8; cf. 1 Pe., 1,23-25).

Todas y cada una de las cosas contenidas en esta Constitución Dogmática han obtenido el beneplácito de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos, decretamos y establecemos en el Espíritu Santo, y mandamos que lo así decidido conciliarmente sea promulgado para gloria de Dios.

[Constitución Dei Verbum, nn. 25-26, del Concilio Vaticano II]

III-J. Verdadero abandono en Dios

147. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos. Como el cielo está por encima de la tierra, mis caminos están por encima de los vuestros, y mis planes de vuestros planes. (Is 55,8-9)

148. Bienes y males, vida y muerte, pobreza y riqueza vienen del Señor. (Sir 11,14)

III-I. Discernimiento y busqueda incesantes

142. No apaguéis el espíritu, no despreciéis la profecía, examinadlo todo y retened lo bueno; evitad toda especie de mal. (1 Ts 5,18-22)

143. Buscarás al Señor, tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo el corazón y con toda el alma. (Dt 4,29)

144. Entrad por la puerta estrecha; porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y son muchos los que entran por ella. ¡Qué estrecha es la puerta, y qué angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que dan con ella! (Mt 7,13-14)

145. Feliz el hombre que se ejercita en la sabiduría. (Sir 14,20)

146. ¡Qué grande el que ha encontrado sabiduría! Mas no aventaja a quien teme al Señor. El temor del Señor vale más que todo. Nadie puede compararse a quien lo posee. (Sir 25,10-11)

Importancia de la Sagrada Escritura para la Teologia

24. La Sagrada Teología se apoya, como en cimientos perpetuos en la palabra escrita de Dios, al mismo tiempo que en la Sagrada Tradición, y con ella se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el misterio de Cristo. Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología. También el ministerio de la palabra, esto es, la predicación pastoral, la catequesis y toda instrucción cristiana, en que es preciso que ocupe un lugar importante la homilía litúrgica, se nutre saludablemente y se vigoriza santamente con la misma palabra de la Escritura.

[Constitución Dei Verbum, n. 24, del Concilio Vaticano II]

III-H. Vigilancia y no fiarnos de nosotros mismos

139. Procura que tu fuente de luz no quede oscura. (Lc 11,35)

140. Sed sobrios, vigilad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiendo, da vueltas buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos por el mundo sufren las mismas penalidades. (1 P 5,8-9)

141. El que ama el peligro caerá en él. (Sir 3,26)

III-G. Vida en comunidad de verdaderos hermanos

137. Dios ha elegido a los débiles del mundo para humillar a los fuertes; a los plebeyos y despreciados del mundo ha elegido Dios, a los que nada son, para anular a los que son algo. Y así nadie podrá engreírse ante Dios. (1 Cor 1,27-29)

138. Dios los dispuso en la iglesia: primero apóstoles, segundo profetas, tercero maestros, después milagros, después carismas de curaciones, de asistencia, de gobierno, de lenguas diversas. (1 Cor 12,28)