La Cruz es el horizonte de Cristo; es su “hora” decisiva; es sobre todo el lugar de la revelación decisiva y la entrega completa, la kénosis del Señor. El lenguaje con que Cristo nos absolvió es su propia Sangre. Este es el “misil” de su amor, que quebranta el corazón humano y por fin lo abre a los misterios del arrepentimiento, la gratitud y la misericordia.
Bases de la Espiritualidad de SANCTUS, 1 de 2
El testimonio del Nuevo Testamento nos permite descubrir que hay una secuencia, un orden que va desde la predicación de los Apóstoles a la conformación de comunidades, y de ahí hacia el impulso misionero. Alguna vez pasa que el fervor de un convertido quiere saltarse la etapa de la comunidad por apresurarse hacia la misión pero en realidad es solo en al comunidad donde encontramos hogar, escuela, hospital y plataforma para nuestra vida cristana.