Formación en las Virtudes Humanas, 2 de 4: Estructura de la dimensión humana

[Retiro espiritual con Vírgenes Seglares, en enero de 2015.]

Tema 2 de 4: Estructura de la dimensión humana

* El hecho de que uno tenga Fe en Dios y que uno tenga amor a Dios no quita la necesidad de cultivar la parte humana.

* Cuatro dimensiones que debe tener un sacerdote (en realidad le sirve a todo cristiano) según Juan Pablo II:

(1) Dimensión Espiritual: oración sacramentos.

(2) Dimensión Intelectual: inteligencia, mejorar conocimientos.

(3) Dimensión Apostólica: salir de sí mismo para servir en la mesa de la palabra con la predicación y en la mesa de los sacramentos muy particularmente con la eucaristía.

(4) Dimensión Humana: la buenas costumbres que tenga la persona, su cultura, su madurez como ser humana, sus virtudes

* Virtudes: Son hábitos que construyen nuestra vida. En términos puramente humanos hay que distinguir_ prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

* Vicios: hábitos que destruyen nuestra vida.

* Hábitos: costumbre que se ha establecido dentro de la vida de una persona. Los hábitos humanos: Están guiados fundamentalmente por la razón. Su estimulo para crear el habito esta en el bien que ha descubierto en aquello que pretende conseguir. Aunque la racionalidad humana es algo extraordinario que no tiene paralelo en el resto del mundo visible, también se puede usar para el mal. La sola razón humana puede quedar aprisionada de otra realidad: los bienes parciales que ofrece el pecado.

* Características de los hábitos: permiten obrar de un modo

(1) fácil
(2) eficiente
(3) gustoso

* Para construir un buen hábito:

(1) Recordar a menudo el bien de la meta.
(2) Aprender a disfrutar las metas parciales.
(3) Tener un plan de choque contra las dificultades (que no van a faltar).

– Para los cristianos, ademas de estos tres recursos hay otro: sé que hay un Dios que me ama y quiere lo mejor para mí, y por medio de la oración se puede ayudar a construir las virtudes y destruir los vicios.

Formación en las Virtudes Humanas, 1 de 4: Lo propiamente humano

[Retiro espiritual con Vírgenes Seglares, en enero de 2015.]

Tema 1 de 4: Lo propiamente humano

* La formación humana es el material sobre el que va a trabajar la gracia divina.

* Santo Tomas de Aquino: “La gracia supone la naturaleza.” Solo se puede llegar a nuestra santificación y a nuestra plenitud con el auxilio de la gracia de Dios. Pero la gracia divina trabaja a partir de lo que es nuestra naturaleza.

(1) Dios respeta la naturaleza (lo que cada cosa es por sí misma) de cada cosa, porque Dios mismo es el autor de cada naturaleza.

(2) La naturaleza de los seres irracionales la llamamos cerrada (confinada al instinto y al ámbito de los estímulos). La llamada “inteligencia” de los animales es la capacidad de resolver problemas (algo que demanda una acción y exige una respuesta) que provienen de estímulos (realidad física sensorial que conecta con la satisfacción de una necesidad o con la obtención de un placer). El animal queda confinado en el “para sí”.

(3) La razón del ser humano va más allá: produce preguntas. La pregunta viene del deseo de saber “qué es en sí” cada cosa, es decir, más allá de la conveniencia, la necesidad o el placer. La razón, comparada con la “inteligencia” de los animales tiene entonces diferencias: el saber racional es un saber que podemos llamar “desinteresado” porque no está resolviendo ningún problema inmediato, aunque también es posible razonar para resolver problemas. La razón está buscando en primer lugar responder a preguntas y las preguntas tienen que ver con el ser. La razón no se limita al estímulo.

(4) Cuando el ser humano empieza a preguntarse que son las cosas en sí, convierte a su naturaleza en una realidad abierta, es decir adquiere soberanía sobre su condición; esta soberanía hace que podamos modelar nuestra naturaleza. Es así como podemos mejorar nuestra naturaleza humana porque cuando el ser humano tiene capacidad de conocer qué es algo, puede apropiarse de ese algo de una manera radical. Los seres humanos somos realidades que nos podemos apropiar de nuestra propia condición.

Catequesis sobre la confianza

[Predicación para la Asociación “Jesús en ti confío” de Bucaramanga, Colombia.]

* La espiritualidad del Sagrado Corazón, en la que ciertamente se inscribe la devoción al Jesús de la Misericordia, ha invitado siempre a la confianza. ¿Cómo podemos apropiarnos ese tesoro de nuestra fe cristiana?

* Un camino es empezar por descubrir la desconfianza. Observamos que la desconfianza va asociada con la sensación de daño inminente. Es una medida de auto-protección que prepara el cuerpo y el ánimo para luchar o huir (“fight or flight,” en inglés).

* La sobre-tensión que acompaña un momento de combate es importante porque aumenta las probabilidades de evitar daños y de lograr victorias. Pero una sobre-tensión continua enferma el cuerpo y a la larga produce también daños de orden psicológico y anímico: escepticismo, distancia, egoísmo, miopía que sólo ve las ventajas o peligros inmediatos.

* Por contraste, hay tres salmos, entre varios más, que nos abren a la confianza y la expresan: 23, 91 y 131. En ellos se destaca el aspecto de descanso, de refugio, de “bajar la guardia” y saberse protegido y rodeado de bondad y ternura.

* La experiencia del rey David es fundamental aquí: menospreciado por su familia y “desterrado” para el cuidado de las ovejas, David aprende tres cosas fundamentales, que son una escuela de confianza:

(1) Admirar las obras de Dios: contemplación.
(2) No concentrarse en lo que le falta sino apreciar lo que tiene: gratitud.
(3) Llevar buena cuenta de las bendiciones como escalones por los que asciende la fe: memoria.