LA GRACIA del Domingo 19 de Abril de 2015

DOMINGO III DE PASCUA, CICLO B

Así como la muerte verdadera de Cristo garantiza la verdad de la resurrección, así reconocer la muerte que el pecado ha traído es camino que conduce a acoger la gracia del Resucitado.

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ESCUCHA, Meditación sobre el Salmo 103

Escuela de Vida Interior, Tema 37: Meditación sobre el Salmo 103

* Texto utilizado:

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura;
el sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila
se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen
nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre
siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre
duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.

Pero la misericordia del Señor
dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.

Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

* El mensaje de la misericordia ha caracterizado desde su comienzo al pontificado del Papa Francisco, que además ha querido un año jubilar, a iniciarse el 8 de diciembre de 2015, bajo el título de Misericordiae vultus, en conmemoración de los 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II. No sólo con su enseñanza sino sobre todo con sus gestos, el Papa ha destacado el lugar central de la misericordia en la vida cristiana y en el hoy de las necesidades de la Iglesia y del mundo.

* La misericordia nos habla de poner o llevar a nuestro corazón las necesidades de nuestros hermanos, sobre todo las de aquellos que se ven incapaces de superar sus obstáculos. A la vez, la misericordia nos recuerda nuestra condición de radical indigencia, como camino que finalmente nos lleva a descubrir a un Dios que, sin necesitarnos hace suyas nuestras necesidades.

* La misericordia atraviesa toda la Sagrada Escritura. hay que librarse de la idea falsa que pretende poner toda la dureza de Dios en el Antiguo testamento para luego afirmar que en el Nuevo Testamento ha llegado por fin su ternura. En efecto:

(1) Como muestra el salmo 103, hay múltiples y muy hermosas expresiones del amor compasivo de Dios en el Antiguo testamento, así como de su ternura incomparable. Véase particularmente Isaías 49,15: “¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaré.”

(2) Mucho de lo que consideramos como “violencia” en el Antiguo Testamento es sencillamente expresión del celo de Dios por su pueblo, o de la indignación que causa la injusticia–y que es normal que cause.

(3) Otra parte de esa violencia tiene que ver con la extrema rudeza de aquellos tiempos y lugares. Sin un sistema de justicia más allá de la venganza personal, familiar o del clan, es de temer que las acciones de todos los implicados sean extremadamente agresivas.

(4) En el Evangelio, y específicamente en la enseñanza de Cristo no faltan severísimas advertencias sobre lo que implica rechazar su mensaje. En concreto, nadie en la Biblia habla tanto del infierno como Jesucristo. Y esto lo debemos ver como una expresión de su misma ternura que ciertamente no desea que ninguno de nosotros llegue allá.

* En todo caso, el tono de la predicación del Señor, ya anticipado en textos de tanta hermosura como el salmo 103, refleja ante todo el deseo inmenso, infinito como es Dios mismo, de que todos acojamos su mensaje de amor y alcancemos la plena amistad y comunión con Él.

* * *

Este tema pertenece al Capítulo 04 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 04 se está publicando aquí:

is.gd/vida_interior_04

La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:

is.gd/vidainterior

Del mar de la indiferencia al océano de la misericordia

[Predicación para el Encuentro organizado por la Casa de la Misericordia, de Cúcuta. Segundo Domingo de Pascua, 2015.]

* A partir de un dato doloroso y vergonzoso, a saber, que miles de personas mueren en el Mar Mediterráneo intentando entrar a Europa, el Papa Francisco ha hablado de la “globalización de la indiferencia,” y luego también de cómo la misma indiferencia, en cuanto marca cultural de nuestra época, se ha convertido ella misma en un “mar” en el que tantas vidas se hunden sin esperanza.

* Es importante saber que, así como las aguas de los ríos llegan al mar y le dan buena parte de su tamaño, así también la suma de nuestros egoísmos, que nos parecen pequeños, y de nuestras cobardías, orgullos y durezas, van creando un ambiente que hace la vida ardua e incluso insufrible para muchos.

* Por supuesto, las víctimas son siempre los más pequeños y frágiles: el niño por nacer, el anciano tratado como una carga inútil, los que padecen una limitación mental o una enfermedad incurable, los que están privados de su libertad.

* Muy a menudo, también los hijos y los jóvenes de familias que parecen bien constituidas padecen sus propias soledades, frustraciones y sensación de absurdo, de modo que desarrollan conductas de bullying (matoneo) activo o pasivo, desorientación sexual, vandalismo u otros males que efectivamente los dejan náufragos de la vida y vacíos de esperanza.

* Hace mucho daño, y acrecienta mucho el volumen del “mar de la indiferencia” el hecho de que mucha gente cree que es buena simplemente porque no se considera “mala,” pues entienden que la maldad sólo se da en los criminales. Esa “bondad” mediocre y autosuficiente alimenta un egoísmo de gruesa piel que poco o nada se conmueve frente al dolor ajeno y que siempre ve responsables afuera.

* Impresiona ver cómo el mensaje de Cristo es exactamente lo contrario a ese mar de indiferencia. Sus entrañas se conmueven, y Él sabe y ama posponerse para dar vida, y vida abundante. Quienes somos testigos de semejante amor estamos llamados a ser “islas” de misericordia, capaces de acoger a quienes se sienten extraviados, agotados, lastimados o engañados.

* También hay que aprender a ser barcos de carga, transbordadores, que como el ferry, sepan llevar a los necesitados adonde quizás pueden recibir mejor ayuda, pues es claro que no todo puede resolverlo uno mismo.

* Y por supuesto, hay que saber que la meta final, el puerto de llagada, es la entrada misma en la eternidad y la bienaventuranza.

¡Fortalezcan sus corazones!

[Predicación para el Encuentro organizado por la Casa de la Misericordia, de Cúcuta. Segundo Domingo de Pascua, 2015.]

La misericordia requiere sensibilidad pero no es puramente sentimiento. En los actos o las obras de la misericordia cuentan la decisión, el compromiso, el dar un paso para salir de nosotros mismos. Así lo muestra, por ejemplo, la parábola del buen samaritano.

(1) Primera fortaleza: vencerse. Más allá de nuestros prejuicios y resentimientos (cual era el caso entre judíos y samaritanos); más allá de nuestra comodidad o del freno que el asco pone a nuestra sensibilidad, el corazón renovado por la misericordia sale de sí mismo.

(2) Segunda fortaleza: salir del infantilismo espiritual. Es verdad que el camino de la vida nos deja heridas, decepciones, vacíos o frustraciones, y por ello necesitamos sanación. Es verdad que existe el enemigo malo, el demonio, que puede atacar con su veneno para infestar nuestras vidas, y en algún caso pretenderá poseer la voluntad de alguien. Pero también es verdad que se da el caso de católicos “adictos” a la sanación o a la liberación, que van de sacerdote en sacerdote, manteniéndose en un estado de infantilismo como si nunca responsabilidad real pudiera llegar a sus vidas. Para que la misericordia sea operativa en nosotros y a través de nosotros, necesitamos entender que aun con algunas imperfecciones es grande el bien que podemos ya poner al servicio de la Iglesia.

(3) Tercera fortaleza: firmes en la doctrina. De nada sirve ser discípulos si el momento de la prueba nos aparta de la fe que hemos profesado como recibida de los apóstoles. No hay corazones fuertes si no hay corazones convencidos y dispuestos a luchar por la verdad de nuestra redención, claramente proclamada en la Pascua y en la fe de la Iglesia.