La Iglesia reconoce el primer milagro en Knock

“La curación inexplicable de la mujer Marion Carroll se ha convertido en el primer milagro reconocido oficialmente por la Iglesia Católica en el santuario mariano de Knock, en Irlanda. En este pequeño lugar situado en la zona oeste de la isla en 1879 la Virgen María se apareció junto a San José, el Cordero y San Juan Evangelista a un grupo de 15 personas, entre las que había personas mayores, jóvenes y niños. En esta visión que duró dos horas no se oyeron palabras, sino que María aparecía con una corona en la cabeza y las manos elevadas en súplica. Este santuario fue visitado por San Juan Pablo II en 1979 y recientemente en 2018 por el Papa Francisco…”

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¿Es obligación moral hacer una corrección fraterna?

La corrección fraterna cae bajo precepto. Pero hay que tener presente que, así como los preceptos negativos de la ley prohíben acciones pecaminosas, los afirmativos inculcan las virtuosas. Ahora bien, las acciones pecaminosas son intrínsecamente malas, y de ningún modo, ni en ningún lugar ni tiempo, pueden llegar a ser buenas, como enseña el Filósofo. Por eso los preceptos negativos obligan siempre y para siempre. Los actos de las virtudes, en cambio, no deben hacerse de cualquier manera, sino guardadas las debidas circunstancias requeridas para que un acto sea virtuoso, es decir, que se hagan en donde, cuando y del modo que se debe. Y dado que la disposición de los medios se hace en conformidad con el fin, a lo que hay que atender sobre todo en esas circunstancias es a la razón de fin, que es el objeto de la virtud. Por tanto, si en un acto virtuoso se omite alguna circunstancia de tal categoría que quedara comprometido totalmente el bien de la virtud, esto iría contra el precepto. Mas en el caso de que se omita una circunstancia cuyo defecto no vicie del todo la virtud, aunque no se logre en su totalidad el bien de la virtud, no se infringe el precepto. Por eso escribe también el Filósofo en II Ethic. que apartarse un poco del justo medio virtuoso no atenta contra la virtud; pero si es mucho, desaparece la razón de acto virtuoso. Pues bien, la corrección se ordena a corregir al hermano, y por eso cae bajo precepto en la medida en que es necesaria para ese fin; mas esto no quiere decir que haya que corregir al culpable en cualquier lugar y tiempo. (S. Th., II-II, q.33, a.2, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

La inmadurez del hombre moderno y la infantilización de la sociedad

“Cabe recordar que la visión de la adolescencia que ahora se maneja es bastante reciente, como lo demuestra el documental Teenage (2014), y surgió a raíz de los graves desequilibrios y crisis posteriores a las dos guerras mundiales en el mundo occidental. Es a partir de ese momento que aparece en Occidente una “cultura juvenil” distinta a la cultura de los padres. Antes, la transición entre la infancia y la adultez era relativamente rápida y se esperaba del joven que, de acuerdo a la prudencia, diese pronto sus primeros pasos como persona madura y responsable. Los desequilibrios fisiológicos-sicológicos que acompañaban a la pubertad y al final de los estudios básicos o del periodo de aprendizaje eran sobrellevados rápidamente y casi sin que el nuevo adulto se percatase…”

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¿A quién buscamos agradar?

Aparte de una bella reflexión del portál católico Razón más Fe:

Qué difícil resulta en el día a día de nuestra vivencia católica mantenernos en el agrado a Dios; vivimos de alguna manera sometidos a compromisos y condicionantes sociales y laborales que nos ponen en condición de sometidos, y nuestra conveniencia no permite que tengamos actos de valentía como el dejar de asistir a seminarios programados en la empresa so pretexto de mejorar la productividad, en los que sabemos van a llenarnos de doctrinas de la «nueva era».

Pablo no fue Pablo por un acto mágico: tuvo que sufrir la decisión de agradar a Dios, dejando atrás a su familia judía, que de seguro sufrió un escándalo mayúsculo por su conversión; dejó atrás los privilegios de ser ciudadano romano; dejó atrás una vida entera y se entregó por completo a hacer en todo lo que agrada a Dios.

Nos resulta muy cómodo escuchar, cuando se nos narra en la Liturgia de la Palabra, las peripecias que sufrió Pablo por predicar a Cristo, cómo fue apaleado incluso hasta que sus verdugos le dieron por muerto, el relato del naufragio y cómo pasó hambre por no aceptar dinero a causa de su actividad apostólica, y cómo decidió, en cambio, trabajar con sus propias manos y sustentarse por medio de ese trabajo manual de tejer tiendas de lona, para no hacerse una carga para los hermanos. Estuvo preso en la cárcel Mamertina de Roma, en la que solo veía el sol por un pequeño orificio, y ahí dictó a Lucas el bello Himno de la Primera Carta a los Corintios, capitulo 13, porque el Amor que se vive en Cristo y desde Cristo, no está sujeto a circunstancias humanas de bienestar, es un saber profundo y la certeza de ser amados hasta el extremo por aquel que se entregó por mí, como él mismo lo dice.

Hombre de pocos libros y profunda vivencia del Evangelio

Hombre de pocos libros

Terminado el trienio de Mallorca, en 1608 fue Claver a Barcelona para estudiar teología durante dos años. El padre Gaspar de Garrigas, su condiscípulo, escribirá del padre Pedro acerca de ese tiempo: «No le vi quebrantar ni faltar en la observancia de ninguna regla, por mínima que fuese. En todo trataba de imitar al santo hermano Alonso Rodríguez».

San Pedro Claver, siguiendo la norma ignaciana, non multa, sed multum, hizo su lectura espiritual mucho más a fondo que en extensión. En su celda de Cartagena, según cuenta el hermano Nicolás, tenía unos pocos libros en los que leía siempre.

La biblioteca básica del padre Claver estaba compuesta por el Evangelio, San Bernardo, el Kempis, escritos de Santa Teresa, las Meditaciones de los misterios de nuestra Santa Fe en la práctica de la oración mental sobre ellos, del padre La Puente (1605), el Libro de la guía de la virtud y de la imitación de Nuestra Señora, tres volúmenes editados en Madrid (1624-1646), y otro, con 160 grabados, del padre Bartolomé Ricci, Vita D. N. Iesv Christi, impreso en Roma (1607). Otro libro que alegró mucho al padre Claver en su última enfermedad, fue el escrito por el padre Francisco Colín, catalán: Vida, hechos y doctrina del Venerable Hermano Alonso Rodríguez, publicada en Madrid (1652). «Bendito sea Dios -dijo nuestro Santo- que me ha dejado ver impresa cosa que tanto deseaba».

De todos modos, puede decirse en realidad que toda la lectura y meditación de San Pedro Claver podía concentrarse en el texto sagrado de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo: pensaba él «que no se debía leer otra cosa en el mundo». Y aún hubiera podido Claver dejar a un lado todos esos escritos referidos, y quedarse mirando sólamente el Crucifijo. Ese era su libro único, en el que el Señor se lo decía todo.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Las frases que Santa Teresa de Calcuta NUNCA DIJO

“Internet está lleno de memes y citas exageradamente sentimentales que se atribuyen por error a la querida Santa Teresa de Calcuta. Lo cierto es que muchas de estas frases son palabras de otras personas, un intento de parafraseo o simplemente son falsas…”

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