LECTIO 2022/01/29

LECTURA ESPIRITUAL: De la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano II

#LectioFrayNelson para el Sábado III del Tiempo Ordinario

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¿Se deben pedir cosas concretas en la oración?

Según refiere Máximo Valerio, Sócrates opinaba que a los dioses inmortales sólo se les deberían pedir bienes en general, porque ellos saben perfectamente cuáles convienen a cada uno, mientras que nosotros solemos pedir en nuestros ruegos cosas que lo mejor sería que no se nos concediesen. Esta opinión, ciertamente, tiene su parte de verdad en lo tocante a las cosas que pueden acabar mal, y de las que el hombre, de hecho, puede hacer buen o mal uso. Tales son, por ejemplo, las riquezas, las cuales, como allí mismo se nos dice, causaron la ruina a muchos; los honores, que hundieron a mucha gente; los reinos, cuyo desenlace, con frecuencia, fue a ojos vista miserable; los matrimonios rumbosos, que, en ocasiones, fueron la ruina total de las familias. Hay, sin embargo, algunos bienes de los que el hombre no puede usar mal, cuales son manifiestamente aquellos que no pueden terminar siendo un desastre. Son los que constituyen nuestra bienaventuranza y los que hacen que la merezcamos. Los santos, en sus oraciones, piden estos bienes de forma absoluta, según aquellas palabras del salmo 79,4: Muéstranos tu faz y seremos salvos; y aquellas otras del salmo 118,35: Guíame por la senda de tus mandatos. (S. Th., II-II, q.83, a.5 resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

La historia de un transexual arrepentido

Publica Religión en Libertad:

Víctima de abusos en su infancia, diagnosticado de esquizofrenia y bipolaridad, sumido en las drogas y rechazado por su familia: Cuando Adrián pidió ayuda, la única alternativa brindada por los “especialistas” sanitarios fue el cambio de género.

Meses después, arrepentido, afirma que su único deseo es “ser padre y esposo”. Busca justicia y pretende destapar las mentiras de la ideología de género junto con el especialista y extransexual Walt Heyer.

En tan solo ocho semanas, Walt Heyer recibió 300 correos electrónicos y 50 llamadas de teléfono y supo que alguien necesitaba su ayuda.

“Era un grito de ayuda de un joven que se parece demasiado a mí”, escribe en The Federalist.

Como Adrián, Heyer cayó en “uno de los mayores fraudes médicos de la historia” al aceptar el consejo de comenzar su transición y pasó ocho años “viviendo como Laura”. Hoy está casado, ha recuperado su vida junto a Dios y ayuda a las víctimas arrepentidas del cambio de género.

El caso de Adrián, explica, es semejante al de “miles de arrepentidos”, multitud de casos que quizá no salgan a la luz.

Le dijeron que la mutilación era su “única solución”

“Médicos y terapeutas le dijeron que su desorden mental se debía a la disforia de género, afirmaron su transición a mujer y le recetaron hormonas femeninas”, relata. Con poco más de 20 años, Adrián comenzó el tratamiento en marzo de 2021.

Pero cambiar el comportamiento y dosificar hormonas no fue suficiente. “Dio el siguiente paso. Sin preocuparse por abordar sus múltiples y graves trastornos, tras una breve consulta le aseguraron que extirpar sus órganos y sustituirlos por genitales de aspecto femenino resolvería su angustia mental”, cuenta el experto.

Solo pasaron cinco meses hasta que, desesperado, acudió a Heyer para recuperar su masculinidad robada tras un engaño fomentado por parte de la comunidad médica.

“Todo lo que quiero es ser esposo y padre”, le dijo: “Quiero la [de]transición”.

La alternativa propuesta a Adrián por médicos y especialistas era un fraude, pero ni lo sabía ni estaba en condiciones de dudarlo.

Esterilidad, hormonas y enfermedades que persisten

“No se dijo nada sobre su esterilidad inminente y permanente, sobre la carga e impacto de tener que tomar hormonas cruzadas el resto de su vida, ni se hizo ningún esfuerzo por tratar los problemas mentales detectados y diagnosticados por el personal médico antes de autorizar su cirugía”, desvela Heyer.

Hoy, Adrián está trabajando rodeado de abogados para obtener justicia, y expone los peligrosos e ineficaces tratamientos de género así como la responsabilidad legal de la industria de género para evitar que miles de personas -especialmente jóvenes- cometan el error de su vida.

Hombre nervioso

Los “especialistas” médicos pasaron por alto que Adrián fuese víctima de abusos en la infancia y tuviese varias enfermedades mentales persistentes: su única solución era la transición (Imagen: Usman Yousaf / Unsplash).

Un error, advierte Heyer, que consiste en “creer el cuento de los médicos de que una feminidad falsificada puede ser una solución real”.

“Los implantes mamarios de Adrián son puramente cosméticos, y nunca cumplirán la función maternal de amamantar”, explica. Su vaginoplastia no es sino “una puerta de entrada a un útero falso y a una nueva vida que será un callejón sin salida”.

De un hombre con sueños a una falsa mujer

“Donde una vez hubo un hombre con la gran esperanza de engendrar y crear un hijo, los cirujanos dejaron solo una falsa mujer sin capacidad de procrear”, lamenta.

Y todo ello es, a su juicio, uno más de los miles de casos que muestran que la agenda de género ignora sus verdaderas historias y necesidades.

“No estamos solos al haber cometido un error tan profundo, haber sido salvajemente engañados o trabajado para restaurar nuestro verdadero ser tras la devastadora cirugía de reafirmación de género”, relata.

De hecho, y como documenta en su libro Trans life survivors, el especialista ha estudiado centenares de casos e historias como la suya y Adrián, de las que selecciona 30 para reflejar el infierno tras las cirugías y terapias de reasignación.

Mientras lo escribía, Heyer fue consciente de que hay “miles de arrepentidos” tras el cambio de sexo que no se reflejan en la literatura médica.

“No existe una base de datos en la que los arrepentidos puedan dar a conocer oficialmente sus quejas y experiencias a los investigadores o incluso a los proveedores” de reasignación de género, denuncia.

El mayor fraude médico de la historia

Lejos de que el silenciamiento de una realidad creciente como es el arrepentimiento tras las cirugías y cambios de sexo, Heyer llama la atención de que la opinión generalizada entre los investigadores médicos que hablan al respecto es que “el arrepentimiento no es frecuente”.

Estos especialistas, añade, no revelan que hasta un 90% de las personas que se identifican como trans se han “perdido” en los ensayos.

Es decir, que las víctimas de la cirugía y cambio de sexo participaron en los primeros ensayos de investigación clínica pero no se ha vuelto a saber de ellos, de acuerdo al manual Principles of Transgender Medicine and Surgery.

De este modo, cualquier conclusión de dichos ensayos de investigación sobre el porcentaje que se arrepiente se basa en el 10% de los pacientes a los que se puede consultar, lo que constituye un porcentaje irrisorio para poder ofrecer cifras contrastadas y representativas o afirmaciones como que “el arrepentimiento no es frecuente”.

La experiencia de Heyer es una prueba fehaciente de la inconsistencia “científica” de las teorías de género al respecto.

“Mi esposa y yo hemos hablado directamente con miles de personas que se arrepienten del cambio de sexo. Adrián es solo uno de esos miles que he tenido el placer de conocer, y ninguno de ellos ha sido incluido en una investigación sistemática y rigurosa”, concluye.