Relacion entre la Tradicion y la Sagrada Escritura

9. Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.

[Constitución Dei Verbum, n. 9, del Concilio Vaticano II]

Brevedad de la Vida

Dicen que la vida es un viaje, y yo lo confirmo. Me parece que cuando viajamos se eleva a su última potencia el carácter de fugacidad que es propio de nuestra relación con las cosas.

Rodamos sobre ellas y ellas sobre nosotros: sólo nos tocan en un punto, en un instante de nuestra persona, de modo que por blandas, suaves y redondas que sean, su contacto con nosotros tiene siempre algo de punzada, de pinchazo doloroso.

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II-A. No nos digamos mentiras

61. No os hagáis ilusiones: de Dios nadie se burla. (Ga 6,7)

62. Hermanos, os digo que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredará la incorruptibilidad. (1 Cor 15,50)

63. No sigáis engañados: ni fornicarios, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homosexuales, ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni calumniadores, ni explotadores heredarán el reino de Dios. (1 Cor 6,9-10)

64. Como es destino humano morir una vez y después ser juzgado, así Cristo se ofreció una vez para quitar los pecados de todos y aparecerá una segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan. (Hb 9,27-28)

65. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y limpiarnos de todo delito. (1 Jn 1,8-9)

66. La palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que espada de dos filos; penetra hasta la separación de alma y espíritu, articulaciones y médula, discierne sentimientos y pensamientos del corazón. No hay criatura oculta a su vista, todo está desnudo y expuesto a sus ojos. A ella rendiremos cuenta. (Hb 4,12-13)

67. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para pagar al hombre su conducta, lo que merecen sus obras. (Jer 17,9-10)

68. Acerca de las fechas y momentos no hace falta que os escriba; pues vosotros sabéis exactamente que el día del Señor llegará como ladrón nocturno. (1 Ts 5,1-2)

69. Pues vosotros estad preparados, pues, cuando menos lo penséis, llegará el Hijo del Hombre. (Lc 12,40)