Segundas #VisperasFrayNelson para el Primer Domingo de Cuaresma
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Segundas #VisperasFrayNelson para el Primer Domingo de Cuaresma
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[Predicación para un grupo de laicos en la Parroquia de Kariya, Japón, en Marzo de 2014.]
* La experiencia de Israel en el desierto es tipo de la experiencia del cristiano: así como ellos peregrinaban hacia la tierra prometida, así nosotros hacia la Casa del Padre, donde Cristo nos prepara morada perpetua.
* Si ellos soportaron la dureza del desierto, nosotros enfrentamos la dureza de un mundo en que la esperanza se ha vuelto escasa. Es difícil encontrar quien piense que el futuro será mejor que el presente. Este oscuro presentimiento sobre el pasado se cierne sobre la política y la economía, no menos que sobre la ecología o la estabilidad de la familia.
* La Plegaria Eucarística IV del Misal Romano dice que Dios educó a su pueblo en la esperanza a través de los profetas. ¿Cómo puede suceder eso, si lo que vemos en la Biblia es gente hecha del mismo barro que nosotros?
* Ante todo, conviene recordar que la esperanza es incompatible con la fantasía, si por fantasía entendemos la huida o la negación de la realidad. La esperanza sólo tiene posibilidad de nacer en la tierra de la realidad y la verdad.
* De hecho, la esperanza brota a partir de DOS VERDADES: (1) La verdad de lo que soy, y de lo que he hecho–y ello implica, la realidad del pecado cometido. (2) La verdad de lo que Dios es, y de lo que hace conmigo, sabiendo quién soy–y ello implica la verdad de su perdón que sana, corrige y restaura.
* Si uno evita esas dos verdades, se vuelve cínico. Si uno acepta la primera pero no la segunda, cae en desesperación. Si uno acepta las dos verdades, descubre la propia miseria y la misericordia divina, y sobre ese doble descubrimiento, cimienta, como sobre roca, una visión realista y a la vez positiva sobre el futuro: así brota y se fortalece la esperanza.
Lo que el demonio trató de destruir en Cristo trata de destruirlo en los cristianos: la unidad con Dios. — Una homilía para el Domingo I de Cuaresma.
Te falta “vibración”. -Esa es la causa de que arrastres a tan pocos. -Parece como si no estuvieras muy persuadido de lo que ganas al dejar por Cristo esas cosas de la tierra. Compara: ¡el ciento por uno y la vida eterna! -¿Te parece pequeño el “negocio”?
Sembrar. -Salió el sembrador… Siembra a voleo, alma de apóstol. -El viento de la gracia arrastrará tu semilla si el surco donde cayó no es digno… Siembra, y está cierto de que la simiente arraigará y dará su fruto.
Pequeño amor es el tuyo si no sientes el celo por la salvación de todas las almas. -Pobre amor es el tuyo si no tienes ansias de pegar tu locura a otros apóstoles.
#LaudesFrayNelson para el Primer Domingo de Cuaresma
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[Reflexión ofrecida a un grupo de laicos en la Parroquia de Shibuya, Tokio, en Marzo de 2014.]
* La cuaresma nos pone en la ruta del misterio pascual. Hay que tener presente, sin embargo, que el encuentro con la pasión, muerte y resurrección de Cristo no es algo “automático.” Al contrario, quien siente ajena la muerte de Cristo también sentirá ajena e irrelevante su victoria.
* La resurrección no es una noticia que afecta lo que va a ser de mí después de que muera. Las convicciones sobre qué implica morir cambian la manera como uno vive. Para aquel que mira la muerte como un final, la entrega de sí mismo es imposible por absurda.
* Para un cristiano, el sentido de la vida no puede deducirse sólo del breve tiempo en que uno vive. La resurrección nos traslada a un espacio de significado que trasciende el tiempo, y que también trasciende al individuo como tal: mi vida, mi esfuerzo, mi esperanza adquieren sentido en cuanto soy parte de un “arco” que comienza en la Pascua de Cristo, y que abarca los siglos hasta completarse en su retorno glorioso.
* Surge una objeción: ¿Y qué pasa con otras “propuestas,” es decir, con otros “arcos” que también son milenarios, algunos de los cuales han antecedido al cristianismo, como es el caso con algunas culturas asiáticas: Indica, China, Japón? El examen de esas culturas, aunque asombroso desde el punto de vista humano, nos lleva a una conclusión: cada una lucha por su propia gloria, en términos de liderazgo, honor o incluso beneficio. En el esquema global de los siglos no pueden garantizar otra cosa sino contiendas por el primer lugar. El cristianismo es diferente.
* La propuesta cristiana, en efecto, no apunta a la gloria de un pueblo sino al bien de todos los pueblos. Y hay otra diferencia: la Cruz de Cristo mira a la “patria común” de la humanidad, es decir a las realidades profundas y más universales del dolor, las carencias, las contradicciones internas, la muerte misma. En este sentido, el “arco cristiano” abarca toda propuesta cultural, sea breve o extensa en el tiempo.
* Una consecuencia de esa realidad de la predicación cristiana es que evangelizar en Asia no es simplemente anunciar un cambio moral de un individuo: sólo la presentación del “arco” cristiano puede invitar a dejar, por insuficientes, los milenarios “arcos” culturales que son orgullo de cada pueblo. Esto implica necesariamente un cambio, en términos de humildad, caridad, alegría y esperanza, para quienes anuncian el nombre de Cristo en esta parte del mundo, y en el fondo, un replanteamiento que debe llevar a la Iglesia a verse de modo diverso a sí misma y su misión.
La dificultad para reconocer a Cristo hace que nuestro amor sea menos interesado y por consiguiente más próximo al Evangelio.
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Primeras #VisperasFrayNelson para el Primer Domingo de Cuaresma
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“En una entrevista concedida a Ferruccio de Bortoli, director del periódico italiano Corriere della Sera, que el diario argentino La Nación publica en forma simultánea y exclusiva, el papa Francisco habla de su primer año de pontificado. El Santo Padre habla de su relación con Benedicto XVI, su forma de gobernar la Iglesia, su mensaje pastoral, su rechazo a la «franciscomanía», los abusos sexuales, los pobres, la cuestión de los divorciados vueltos a casar, el papel de la mujer en la Iglesia, el control de la natalidad, etc…”
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En el lenguaje de los tuits:
#LaudesFrayNelson para el Sábado después de Ceniza
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Toda mi vida te bendeciré, Señor,
y alzaré las manos invocándote.
DOMINGO I DE CUARESMA, CICLO A
El desierto como lugar que libera de ídolos.
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#VisperasFrayNelson para el Viernes después de Ceniza
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171 Entre las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio del destino universal de los bienes: « Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad ».360 Este principio se basa en el hecho que « el origen primigenio de todo lo que es un bien es el acto mismo de Dios que ha creado al mundo y al hombre, y que ha dado a éste la tierra para que la domine con su trabajo y goce de sus frutos (cf. Gn 1,28-29). Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. He ahí, pues, la raíz primera del destino universal de los bienes de la tierra. Ésta, por su misma fecundidad y capacidad de satisfacer las necesidades del hombre, es el primer don de Dios para el sustento de la vida humana ».361 La persona, en efecto, no puede prescindir de los bienes materiales que responden a sus necesidades primarias y constituyen las condiciones básicas para su existencia; estos bienes le son absolutamente indispensables para alimentarse y crecer, para comunicarse, para asociarse y para poder conseguir las más altas finalidades a que está llamada.362
172 El principio del destino universal de los bienes de la tierra está en la base del derecho universal al uso de los bienes. Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su pleno desarrollo: el principio del uso común de los bienes, es el « primer principio de todo el ordenamiento ético-social » 363 y « principio peculiar de la doctrina social cristiana ».364 Por esta razón la Iglesia considera un deber precisar su naturaleza y sus características. Se trata ante todo de un derecho natural, inscrito en la naturaleza del hombre, y no sólo de un derecho positivo, ligado a la contingencia histórica; además este derecho es « originario ».365 Es inherente a la persona concreta, a toda persona, y es prioritario respecto a cualquier intervención humana sobre los bienes, a cualquier ordenamiento jurídico de los mismos, a cualquier sistema y método socioeconómico: « Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de propiedad y comercio libre, a ello [destino universal de los bienes] están subordinados: no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realización, y es un deber social grave y urgente hacerlos volver a su finalidad primera ».366
173 La actuación concreta del principio del destino universal de los bienes, según los diferentes contextos culturales y sociales, implica una precisa definición de los modos, de los limites, de los objetos. Destino y uso universal no significan que todo esté a disposición de cada uno o de todos, ni tampoco que la misma cosa sirva o pertenezca a cada uno o a todos. Si bien es verdad que todos los hombres nacen con el derecho al uso de los bienes, no lo es menos que, para asegurar un ejercicio justo y ordenado, son necesarias intervenciones normativas, fruto de acuerdos nacionales e internacionales, y un ordenamiento jurídico que determine y especifique tal ejercicio.
174 El principio del destino universal de los bienes invita a cultivar una visión de la economía inspirada en valores morales que permitan tener siempre presente el origen y la finalidad de tales bienes, para así realizar un mundo justo y solidario, en el que la creación de la riqueza pueda asumir una función positiva. La riqueza, efectivamente, presenta esta valencia, en la multiplicidad de las formas que pueden expresarla como resultado de un proceso productivo de elaboración técnico-económica de los recursos disponibles, naturales y derivados; es un proceso que debe estar guiado por la inventiva, por la capacidad de proyección, por el trabajo de los hombres, y debe ser empleado como medio útil para promover el bienestar de los hombres y de los pueblos y para impedir su exclusión y explotación.
175 El destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para cada persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo integral, de manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más humano, « donde cada uno pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea obstáculo para el desarrollo de otros ni un pretexto para su servidumbre ».367 Este principio corresponde al llamado que el Evangelio incesantemente dirige a las personas y a las sociedades de todo tiempo, siempre expuestas a las tentaciones del deseo de poseer, a las que el mismo Señor Jesús quiso someterse (cf. Mc 1,12-13; Mt 4,1-11; Lc 4,1-13) para enseñarnos el modo de superarlas con su gracia.
NOTAS para esta sección
360Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 69: AAS 58 (1966) 1090.
361Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 31: AAS 83 (1991) 831.
362Cf. Pío XII, Radiomensaje por el 50º Aniversario de la « Rerum novarum »: AAS 33 (1941) 199-200.
363Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 19: AAS 73 (1981) 525.
364Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 42: AAS 80 (1988) 573.
365Pío XII, Radiomensaje por el 50º aniversario de la « Rerum novarum »: AAS 33 (1941) 199.
366Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 22: AAS 59 (1967) 268.
367Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 90: AAS 79 (1987) 594.
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