¿Qué es la lectio divina?

“La frase latina “Lectio Divina” significa “lectura divina” y describe el modo de leer la Sagrada Escritura: alejarse gradualmente de los propios esquemas y abrirse a lo que Dios nos quiere decir. En el siglo XII, un monje cartujo, llamado Guigo, describió las etapas más importantes de la “lectura divina”. La práctica individual o en grupo de la Lectio Divina puede tomar diversas formas, pero la descripción de Guigo permanece como fundamental…”

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Cuida la imaginación

Si la imaginación bulle alrededor de ti mismo, crea situaciones ilusorias, composiciones de lugar que, de ordinario, no encajan con tu camino, te distraen tontamente, te enfrían, y te apartan de la presencia de Dios. -Vanidad. Si la imaginación revuelve sobre los demás, fácilmente caes en el defecto de juzgar -cuando no tienes esa misión-, e interpretas de modo rastrero y poco objetivo su comportamiento. -Juicios temerarios. Si la imaginación revolotea sobre tus propios talentos y modos de decir, o sobre el clima de admiración que despiertas en los demás, te expones a perder la rectitud de intención, y a dar pábulo a la soberbia. Generalmente, soltar la imaginación supone una pérdida de tiempo, pero, además, cuando no se la domina, abre paso a un filón de tentaciones voluntarias. -¡No abandones ningún día la mortificación interior!

Más pensamientos de San Josemaría.

ESCUCHA, Bajo el radar

Una enseñanza sobre el conocimiento de sí mismo en la luz que la misericordia de Dios nos concede.

radar

* Las experiencias que bebés y adolescentes suelen tener, que sienten los problemas pero en realidad no los conocen, se dan también en otras fases de la vida. Más de una vez necesitamos que nos ayuden a “descifrarnos.” Los buenos amigos, psicólogos, consejeros o sacerdotes a menudo cumplen esa función.

* Después del pecado original, la Biblia nos muestra a Dios preguntando a Adán y Eva. Esas preguntas tienen una enorme profundidad y fecundidad: ¿Dónde estás? ¿Qué es lo que has hecho? El solo intento de formularlas de modo equivalente ya nos pone en la ruta correcta de interpretación del texto: no es una escena de un Dios bravo sino el primer capítulo de la misericordia divina, que empieza por llevar a esta pareja a “descifrarse.”

* Si Dios saca a Adán y Eva del paraíso es porque ese no es lugar de salvación. El paraíso adormece, apaga las alarmas, nos vuelve idólatras, nos encierra en la satisfacción a la vista.

* Dios acude en nuestro auxilio con multitud de regalos de su amor y ternura pero solemos estar ciegos precisamente por obsesionarnos con nuestros “paraísos.” Por eso tiene que llevarnos también por otros caminos para que podamos conocernos a nosotros mismos y llegar así a reconocer su plan de amor con nosotros.

* Dios entonces nos conduce por el silencio, el desierto, la contradicción, la debilidad, la tentación, la decepción, el fracaso… al principio podemos sentir solo ira, frustración o tristeza pero su Providencia está obrando y al caer nuestros ídolos su voz nos alcanza de maneras nuevas.

* En ocasiones de obstinación nuestra y de excesiva misericordia suya, Dios utiliza también “misiles” de alto calibre como por ejemplo: experiencias de cercanía de la muerte; diatribas en contra nuestra, que nos dejan sin respuesta y sin palabras; cercanía casi tangible con el demonio, para que veamos a quién estábamos sirviendo.

* Por otra parte, y más allá de las discusiones o la dialéctica, a todos hace bien y a todos mejora la visión hacer el bien, es decir, salirnos de nuestro círculo de intereses y descubrir al hermano que sufre. Es un camino pedagógico predicado y vivido por el Papa Francisco.

* Si así nos disponemos para dejar obrar a Dios nuestra visión cambia, sobre todo con respecto a lo que somos en realidad. A esta experiencia Santa Catalina la llama “conocimiento de sí mismo.”

Doce cosas para #AprenderAntesDeMorir

  1. El valor de los tiempos de silencio y soledad.
  2. La fuerza liberadora del perdón.
  3. El poder transformante de la oración de alabanza.
  4. La alegría incomparable de abrirse al asombro, la admiración y el elogio sincero.
  5. La paz que solamente nace de haber hecho lo que era correcto.
  6. El valor que se necesita para acceder al lenguaje de la ternura.
  7. La sabiduría que sólo alcanzan los que toman en serio el examen del pasado.
  8. La necesidad de acompasar nuestro esfuerzo con los ritmos más profundos de la vida, la naturaleza y la historia.
  9. La libertad de quienes saben reírse de sí mismos, sin por ello considerarse ridículos o irrelevantes.
  10. La conciencia de cuánto vale el instante, que no puede perderse sin herir la eternidad.
  11. La fecundidad escondida en los tiempos de perplejidad, aburrimiento o desilusión.
  12. La sensatez para pasar con humildad y en paz a segundo plano, llegado el momento.

[Primero publicado en mi cuenta de Twitter.]

Sobre la datación de los evangelios

“En ámbitos académicos, se da por sentado que los evangelios canónicos se escribieron entre 40 y 60 años después de la muerte de Jesús. Establecer esta datación tan tardía resulta particularmente útil para las teorías que predomina en los estudios bíblicos, pues permite decir que los evangelios no dan cuenta de relatos de testigos oculares o contemporáneos a los hechos…”

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