¿Puede un católico practicar el estoicismo? — B.N.
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Como suele suceder con las enseñanzas de los filósofos, y de las escuelas de filosofía, hay elementos que se pueden aprovechar y otros en cambio que son incompatibles con nuestra fe.
Del estoicismo se puede aprovechar la confianza en la racionalidad del universo y de la vida humana: es decir, la convicción de que no pierde su tiempo el que trata de reflexionar sobre lo que sucede y así busca una ruta sobre lo que es más conveniente. También es valioso el énfasis en la virtud como un bien estable que podemos y debemos hacer nuestro para ser mejores seres humanos. Y hay otros elementos positivos.
La más grave deficiencia del estoicismo es la incapacidad de afirmar un Dios personal, y por lo tanto, el valor incomparable que tiene la oración, en sus diversas expresiones. Muchos estoicos no creían en ninguna vida posterior a esta vida, y no pocos veían con cierta simpatía el suicidio, casi como un ejercicio supremo de la libertad personal. Se echa también de menos, entre otros elementos propiamente cristianos, la falta de una auténtica misericordia, que vaya más allá de una benevolencia general, y llegue al sacrificio por el bien del prójimo.
Por eso, aunque es verdad que podemos aprender lecciones útiles de estos filósofos, como también de muchas otras personas, una y otra vez descubrimos la belleza y utilidad de nuestra fe.