Desde la época que reseña el libro de los Hechos de los Apóstoles, la Historia muestra que los mejores tiempos de la Iglesia siempre han sido tiempos de CONVERSIÓN. Los tiempos en cambio en que esta palabra se omite, porque se la considera muy dura, o intransigente, o “fanática” han sido siempre tiempos de mediocridad, mundanidad y declive de vocaciones.
Al recordar en la Fiesta de San Mateo la impresionante conversión de este hombre, pidamos al Señor que envíe torrentes de su Espíritu Santo para que vuelvan y se superen incluso los tiempos grandes de los santos grandes. No tengamos temor al tamaño de las obras de Dios.