<p>Señor, ¿a quién iremos,<br>
si tú eres la Palabra?</p>
<p>A la voz de tu aliento<br>
se estremeció la nada;<br>
la hermosura brilló<br>
y amaneció la gracia.</p>
<p>Señor, ¿a quién iremos,<br>
si tu voz nos habla?</p>
<p>Nos hablas en las voces<br>
de tu voz semejanza:<br>
en los goces pequeños<br>
y en las angustias largas.</p>
<p>Señor, ¿a quién iremos,<br>
si tú eres la Palabra?</p>
<p>En los silencios íntimos<br>
donde se siente el alma,<br>
tu clara voz creadora<br>
despierta la nostalgia.</p>
<p>¿A quién iremos, Verbo,<br>
entre tantas palabras?</p>
<p>Al golpe de la vida,<br>
perdemos la esperanza;<br>
hemos roto el camino<br>
y el roce de tu planta.</p>
<p>¿A dónde iremos, dinos,<br>
Señor, si no nos hablas?</p>
<p>¡Verbo del Padre, Verbo<br>
de todas las mañanas,<br>
de las tardes serenas,<br>
de las noches cansadas!</p>
<p>¿A dónde iremos, Verbo,<br>
si tú eres la Palabra?</p>
<p>Amén.</p>