Discernimiento de espíritus
Uno de los dones espirituales más señalados en San Luis Bertrán fue la clarividencia en el trato de las almas, un discernimiento espiritual certero y pronto, por el que participaba del conocimiento que Cristo tiene de los hombres: «No tenía necesidad de que nadie diese testimonio del hombre, pues El conocía lo que en el hombre había» (Jn 2,25). Con frecuencia, en confesión o en dirección espiritual, fray Luis daba respuestas a preguntas no formuladas, corregía pecados secretos, descubría vocaciones todavía ignoradas, resolvía dudas íntimas, aseguraba las conciencias. Y en esto pasaba a veces más allá del umbral de lo natural, adentrándose en lo milagroso.
Esta cualidad llegó a ser tan patente que durante toda su vida recibió siempre consultas de religiosos y seglares, obispos, nobles o personas del pueblo sencillo. Su fama de oráculo del Señor llegaba prácticamente a toda España. Citaremos sólo un ejemplo. En 1560, teniendo fray Luis treinta y cuatro años, y estando de nuevo como maestro de novicios en Valencia, recibió carta de Santa Teresa de Jesús, en la cual la santa fundadora, al encontrar tantas y tales dificultades para su reforma del Carmelo, le consultaba, después de haberlo hecho con San Pedro de Alcántara y otros hombres santos, si su empresa era realmente obra de Dios.
Tres o cuatro meses tardó fray Luis en enviarle su respuesta, pues quiso primero encomendar bien el asunto al Señor «en mis pobres oraciones y sacrificios». La carta a Santa Teresa, que se conserva, es clara y breve: «Ahora digo en nombre del mismo Señor que os animéis para tan grande empresa, que El os ayudará y favorecerá. Y de su parte os certifico que no pasarán cincuenta años que vuestra religión no sea una de las más ilustres en la Iglesia de Dios».
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.