“El primer paso para afirmar nuestra identidad sacerdotal es aceptar que hemos sido llamados “no por nuestros méritos, sino por su gran misericordia.” Meditar sobre nuestra realizada vocación al presbiterado nos ayudará a darnos cuenta de que Dios nos llamó sabiendo bien cómo somos. Así nos necesitaba y así nos aceptó…” Click!