“La «metaantropología» –tal como denomina Abelardo Lobato a la doctrina del hombre del Aquinate– prueba la existencia y naturaleza de una unión de lo espiritual, de un ente substancial, subsistente o con un ser propio como toda substancia, con una parte substancial incompleta, como es la materia. Además, que el espíritu humano es el alma de la materia o forma del cuerpo, y, que ello constituye la unidad del compuesto, La misma naturaleza del espíritu humano requiere informar al cuerpo. La unión substancial o en el único ser del alma y del cuerpo del hombre, que se sigue de este peculiar hilemorfismo explica porqué los dos constitutivos del hombre estén referidos mutuamente. El alma espiritual lo es de un cuerpo y el cuerpo material lo es de un espíritu. El uno es para el otro en la unidad del compuesto humano. Por separado, ni el cuerpo ni el alma constituyen al hombre. El cadáver no es el hombre, ni el alma separada tampoco…”
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