“Richie Fernando fue un seminarista jesuita de Filipinas de 26 años que falleció en 1996 al proteger a sus estudiantes de una granada de mano, y ahora va camino a los altares gracias al Motu Proprio del Papa Francisco que abre la puerta a la canonización para aquellos que “han ofrecido voluntaria y libremente la vida por los otros y han perseverado hasta la muerte en este propósito”…”
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