Lo propio de los auténticos discípulos de Cristo es lo mismo que caracteriza a los verdaderos misioneros y consagrados: generosidad que nunca le quita el primer puesto al Señor. Ejemplo impresionante hoy son religiosos como la Hermana Gloria Cecilia Narváez, franciscana, colombiana de nacimiento, que ha padecido meses de humillación y secuestro en Mali, África, simplemente por ser de Jesucristo.