ALIMENTO 20170227

Alimento del Alma
Lunes 27 de febrero de 2017

Convento de Santo Domingo, Bogotá, COLOMBIA.
Tel. +57 (1) 249-3385

No. 9143
Cada día tiene su gracia…

 

 

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para este día:
San Gabriel

 

* Para el LUNES: Noticias de Comunidad *

Una cuaresma diferente

En breves días tenemos el Miércoles de Ceniza y con él, por supuesto, el comienzo de la cuaresma. Quisiera que esta vez fuera algo distinto.

Las prácticas de la cuaresma a todos nos invitan a revisar nuestra forma de vida y reformar lo que somos y hacemos, volviendo nuestro corazón hacia Dios. Es un ejercicio saludable y siempre necesario.

Existe el peligro de ver el camino cuaresmal como algo tan personal que llega a volverse individual e incluso individualista. Y si bien es cierto que la conversión implica siempre un sí profundamente personal, sería interesante que esta vez viviéramos la cuaresma no sólo como individuos sino ante todo como miembros de un solo Cuerpo, que es la Iglesia.

Si es verdad que cada uno necesita purificarse también la Iglesia necesita purificarse. Y en esa línea propongo que esta cuaresma oremos con mucha fuerza y a la vez con mucha fe y humildad:

  1. Por la purificación DOCTRINAL: que brille la verdad del Evangelio y pueda ser auténtico faro y guía de la vida de los cristianos.
  2. Por la purificación LITÚRGICA: que todos, pero especialmente los sacerdotes, amemos y celebremos los sacramentos como lo ha dispuesto con sabiduría la Iglesia.
  3. Por la purificación MORAL: que no acostumbremos nuestro lenguaje a negociar con la mediocridad so pretexto de misericordia o discernimiento.
  4. Por la purificación TEOLÓGICA: que haya verdadera depuración y nueva claridad en los Seminarios y en las Facultades de Teología.
  5. Por la purificación DE LOS SENTIDOS: que todos practiquemos la necesaria templanza y fortaleza para no ser víctimas de las múltiples seducciones de la sensualidad en nuestro tiempo.
  6. Por la purificación JERÁRQUICA: que nuestros legítimos pastores hagan uso oportuno de la autoridad que han recibido de Cristo, tomando las medidas oportunas para cuidar al rebaño que le costó su Sangre a nuestro Señor.
  7. Por la purificación ECONÓMICA: que todos aprendamos a gastar o invertir el dinero de modo más sabio, solidario y especialmente libre de las trampas del consumismo.

Fr. Nelson M.
amigos@fraynelson.com

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La Foto de Hoy


¿País?

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Santo del Día

San Gabriel de la Dolorosa.-

Nació en 1838 y provenía de una familia acaudalada. La infancia de este Santo fue perfectamente ordinaria.

Poseía un temperamento vehemente, que no siempre sabía dominar. Leía muchas novelas e iba con frecuencia al teatro.

Tras la muerte de su hermana predilecta, el Santo abrazó la vida religiosa a la edad de 17 años, ingresando a la Congregación de los Pasionistas.

La vida de Gabriel se convirtió entonces en un extraordinario esfuerzo por alcanzar la perfección en las cosas pequeñas.

Poseía un extraordinario espíritu de oración, de caridad a los pobres, de amor al prójimo y exacta observancia. Mostraba, además, un deseo constante de mortificarse más allá de sus fuerzas, junto con su absoluta docilidad a la obediencia.

Sin embargo, lo más sorprendente sobre este Santo, fue la alegría con que supo consumar el sacrificio. Cuando apenas llevaba cuatro años en la religión, aparecieron los primeros síntomas de la tuberculosis, enfermedad que le impidió continuar con sus deberes de la vida comunitaria.

La paciencia en la debilidad, los sufrimientos corporales y la total sumisión a las restricciones que los Superiores le imponían, se convirtieron en las principales características de San Gabriel de la Dolorosa.

Murió el 27 de febrero de 1862.

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Cumpleaños

José Félix Espinosa.- Panamá, Panamá – Un feliz cumpleaños desde Panamá de su hermana en Cristo Beba hasta Italia y que siga estudiando

María Victoria Angel.- Bogotá, Colombia – Doy Gracias a Dios por el regalo bello de mi esposa. Feliz Cumpleaños Amor.

Carlos.- Paipa, Colombia (1950) – Hermano bueno ¡Dios te bendiga!

Natalia Araúz Sáenz.- Panamá, Panamá (2009) – Para mi cariñosa nieta en sus 4 añitos, que nuestro Padre Dios le dé mucha sabiduría y salud, se te quiere mucho.

[Añade otro cumpleaños]

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Bautismos
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Aniversario de Ordenación Sacerdotal
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Aniversario de Matrimonio

Carlos Posada Segura y María Victoria Rivera Hermida.- Bogotá, Colombia (1982) – Señor tu nos uniste, permanece en nuestro hogar. No permitas que nos alejemos de ti.

Carlos Arturo y María Eugenia.- Bogotá, Colombia (1987) – Dios y la Santísima Virgen sigan bendiciendo nuestro hogar y a nuestros hijos por siempre. Amén

Efraín Valcke y Martha Muñoz.- Cali-Valle del Cauca, Colombia (1980) – Gracias Señor por todas tus bendiciones en especial por nuestras hijas. Que tus bendiciones nos sigan acompañando. Bendito seas mi Señor.

[Añade otro aniversario de matrimonio]

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Grupos, Comunidades, Congregaciones…
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Evangelización Viva para hoy y los próximos días

[Añade otro evento de evangelización: Son bienvenidas fechas futuras, por ejemplo si deseas dar a conocer algún congreso, concierto, retiro, o similares]

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Otras fechas importantes para ti
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Fallecieron en un día como hoy…
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Enlace recomendado para este día

Nominalismo, Realismo, Conceptualismo

“Nominalismo, Realismo, Conceptualismo: Estos términos se usan para designar las teorías que se han propuesto como solución a una de las cuestiones más importantes de la filosofía, a menudo mencionada como el problema de los universales, que, aunque fue el tema favorito de discusión en épocas antiguas, y especialmente en la Edad Media, se destaca aún en la filosofía moderna y contemporánea…” Haz click AQUÍ.

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Un poco de Humor…

Los de la escuela

– Mamá, los de la escuela me dicen pistolero!
– No les pongas cuidado, hijo, y dime qué quieres de desayuno…
– ¡Pan, pan, pan!

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Palabra de Dios
para alimentar tu día


Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 8, Lunes


Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas: Retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia * Alegraos, justos, y gozad con el Señor. * Vende lo que tienes y sígueme

Textos para este día:

Eclesiástico 17,20-28:

A los que se arrepienten Dios los deja volver y reanima a los que pierden la paciencia. Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su presencia y disminuye tus faltas; retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia y detesta de corazón la idolatría. En el Abismo, ¿quién alaba al Señor, como los vivos, que le dan gracias? El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor. ¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que vuelven a él!

Salmo 31:

Dichoso el que está absuelto de su culpa, / a quien le han sepultado su pecado; / dichoso el hombre a quien el Señor / no le apunta el delito. R.

Había pecado, lo reconocí, / no te encubrí mi delito; / propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”, / y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Por eso, que todo fiel te suplique / en el momento de la desgracia: / la crecida de las aguas caudalosas / no lo alcanzará. R.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro, / me rodeas de cantos de liberación. R.

Marcos 10,17-27:

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.” Él replicó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.” Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme.” A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!” Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: “Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.” Ellos se espantaron y comentaban: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.”

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Homilías para escuchar

Versión

Fecha

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Más…

1

1997/05/26 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
El alma, por su propio peso va hacia Dios

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2

2011/02/28 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Recuperar una sana escala de valores lleva a conversión. Y nos lleva también a descubrir como imperativos de amor los consejos que Jesús susurra al oído.

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3

2011/02/28 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
¿Sucede la conversión en el ámbito de la vida religiosa y sacerdotal? He aquí un par de testimonios elocuentes.

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4

2013/05/27 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Mala noticia: se puede perder a Cristo. Buena noticia: hay siempre alguna pobreza nuestra que le puede servir de puerta.

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5

2015/05/25 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Jesucristo comparte con cada uno de nosotros consejos de amor a los cuales también hay que responder.

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Más información sobre este día aquí

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Homilía para leer

Temas de las lecturas: Retorna al Altísimo, aléjate de la injusticia * Alegraos, justos, y gozad con el Señor. * Vende lo que tienes y sígueme

1. La gran pregunta

1.1 El Papa Juan Pablo II nos ha regalado un espléndido comentario al evangelio de hoy. Se halla en su Encícilica “Veritatis Splendor”, a partir del número 8 y hasta el 18, de donde entresacamos los textos siguientes. No podemos perderlos. Escuchemos.

1.2 Desde la profundidad del corazón surge la pregunta que el joven rico dirige a Jesús de Nazaret: una pregunta esencial e ineludible para la vida de todo hombre, pues se refiere al bien moral que hay que practicar y a la vida eterna. El interlocutor de Jesús intuye que hay una conexión entre el bien moral y el pleno cumplimiento del propio destino. El es un israelita piadoso que ha crecido, diríamos, a la sombra de la Ley del Señor. Si plantea esta pregunta a Jesús, podemos imaginar que no lo hace porque ignora la respuesta contenida en la Ley. Es más probable que la fascinación por la persona de Jesús haya hecho que surgieran en él nuevos interrogantes en torno al bien moral. Siente la necesidad de confrontarse con aquel que había iniciado su predicación con este nuevo y decisivo anuncio: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mc 1, 15).

1.3 Es necesario que el hombre de hoy se dirija nuevamente a Cristo para obtener de El la respuesta sobre lo que es bueno y lo que es malo. El es el Maestro, el Resucitado que tiene en sí mismo la vida y que está siempre presente en su Iglesia y en el mundo. Es El quien desvela a los fieles el libro de las Escrituras y, revelando plenamente la voluntad del Padre, enseña la verdad sobre el obrar moral. Fuente y culmen de la economía de la salvación, Alfa y Omega de la historia humana (cf. Ap 1, 8; 21, 6; 22, 13), Cristo revela la condición del hombre y su vocación integral. Por esto, “el hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo -y no sólo según pautas y medidas de su propio ser. que son inmediatas, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes-, debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en El con todo su ser. Debe apropiarse y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se realiza en él este hondo proceso, entonces da frutos no sólo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo” .

1.4 Si queremos, pues, penetrar en el núcleo de la moral evangélica y comprender su contenido profundo e inmutable, debemos escrutar cuidadosamente el sentido de la pregunta hecha por el joven rico del Evangelio y, más aún, el sentido de la respuesta de Jesús, dejándonos guiar por El. En efecto, Jesús, con delicada solicitud pedagógica, responde llevando al joven como de la mano, paso a paso, hacia la verdad plena.

2. “Uno sólo es el Bueno” (Mt. 19, 17)

2.1 Jesús dice: “¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la VI da, guarda los mandamientos” (Mt 19, 17). En las versiones de los evangelistas Marcos y Lucas la pregunta viene formulada así: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10, 18; cf. Lc 18, 19).

2.2 Antes de responder a la pregunta, Jesús quiere que el joven se aclare a sí mismo el motivo por el que lo interpela. El “Maestro bueno” indica a su interlocutor -y a todos nosotros- que la respuesta a la pregunta, “¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?” , sólo puede encontrarse dirigiendo la mente y el corazón a Aquel que “solo es el Bueno” : “Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10, 18; cf. Lc 18, 19). Sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el bien, porque El es el Bien.

2.3 En efecto, interrogarse sobre el bien significa en último término dirigirse a Dios, que es plenitud de la bondad. Jesús muestra que la pregunta del joven es en realidad una pregunta religiosa y que la bondad, que atrae y al mismo tiempo vincula al hombre, tiene su fuente en Dios, más aún, es Dios mismo: Aquél que sólo es digno de ser amado “con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente” (cf. Mt 22, 37), Aquel que es la fuente de la felicidad del hombre. Jesús relaciona la cuestión de la acción moralmente buena con sus raíces religiosas, con el reconocimiento de Dios, única bondad, plenitud de la vida, término último del obrar humano, felicidad perfecta.

2.4 La Iglesia, iluminada por las palabras del Maestro, cree que el hombre, hecho a imagen del Creador, redimido con la sangre de Cristo y santificado por la presencia del Espíritu Santo, tiene como fin último de su vida ser “alabanza de la gloria” de Dios (cf. Ef 1, 12), haciendo así que cada una de sus acciones refleje su esplendor. “Conócete a ti misma, alma hermosa: tú eres la imagen de Dios -escribe san Ambrosio-. Conócete a ti mismo, hombre: tú eres la gloria de Dios (1 Cor 11, 7). Escucha de qué modo eres su gloria. Dice el profeta: Tu ciencia es misteriosa para mí(Sal 138, 6), es decir: tu majestad es más admirable en mi obra, tu sabiduría es exaltada en la mente del hombre. Mientras me considero a mí mismo, a quien tú escrutas en los secretos pensamientos y en los sentimientos íntimos, reconozco los misterios de tu ciencia. Por tanto, conócete a ti mismo, hombre, lo grande que eres y vigila sobre ti…” .

2.5 La afirmación de que “uno solo es el Bueno” nos remite así a la “primera tabla” de los mandamientos, que exige reconocer a Dios como Señor único y absoluto, y a darle culto solamente a El porque es infinitamente santo (cf. Ex 20, 2-11). El bien es pertenecer a Dios, obedecerle, caminar humildemente con El practicando la justicia y amando la piedad (cf. Miq 6, 8). Reconocer al Señor como Dios es el núcleo fundamental, el corazón de la Ley, del que derivan y al que se ordenan los preceptos particulares. Mediante la moral de los mandamientos se manifiesta la pertenencia del pueblo de Israel al Señor, porque Dios solo es Aquél que es bueno. Este es el testimonio de la Sagrada Escritura, cuyas páginas están penetradas por la viva percepción de la absoluta santidad de Dios: “Santo, santo, santo, Señor de los ejércitos” (Is 6, 3).

2.6 Pero si Dios es el Bien, ningún esfuerzo humano, ni siquiera la observancia más rigurosa de los mandamientos, logra “cumplir” la Ley, es decir, reconocer al Señor como Dios y tributarle la adoración que a El solo es debida (cf. Mt 4, 10). El “cumplimiento” puede lograrse sólo como un don de Dios: es el ofrecimiento de una participación en la Bondad divina que se revela y se comunica en Jesús, aquél que el joven rico llama con las palabras “Maestro bueno” (Mc 10, 17; Lc 18, 18). Lo que quizás en ese momento el joven logra solamente intuir será plenamente revelado al final por Jesús mismo con la invitación “ven, y sígueme” (Mt 19, 21).

3. “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt. 19, 17)

3.1 Sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el bien porque El es el Bien. Pero Dios ya respondió a esta pregunta: lo hizo creando al hombre y ordenándolo a su fin con sabiduría y amor, mediante la ley inscrita en su corazón (cf. Rom 2, 15), la “ley natural” . Esta “no es más que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Dios dio esta luz y esta ley en la creación” . Después lo hizo en la historia de Israel, particularmente con las “diez palabras” , o sea, con los mandamientos del Sinaí, mediante los cuales El fundó el pueblo de la Alianza (cf. Ex 24) y lo llamó a ser su “propiedad personal entre todos los pueblos” , “una nación santa” (Ex 19, 5-6), que hiciera resplandecer su santidad entre todas las naciones (cf. Sab 18, 4; Ez 20, 41). La entrega del Decálogo es promesa y signo de la Alianza Nueva, cuando la ley será escrita nuevamente y de modo definitivo en el corazón del hombre (cf. Jer 31, 31-34), para sustituir la ley del pecado, que había desfigurado aquel corazón (cf. Jer 17, 1). Entonces será dado “un corazón nuevo” porque en él habitará “un espíritu nuevo” , el Espíritu de Dios (cf. Ez 36, 24-28).

3.2 Por esto, y tras precisar que “uno solo es el Bueno” , Jesús responde al joven [en la versión de san Mateo]: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt 19, 17). De este modo, se enuncia una estrecha relación entre la vida eterna y la obediencia a los mandamientos de Dios: los mandamientos indican al hombre el camino de la vida eterna y a ella conducen. Por boca del mismo Jesús, nuevo Moisés, los mandamientos del Decálogo son nuevamente dados a los hombres; El mismo los confirma definitivamente y nos los propone como camino y condición de salvación. El mandamiento se vincula con una promesa: en la Antigua Alianza el objeto de la promesa era la posesión de la tierra en la que el pueblo gozaría de una existencia libre y según justicia (cf. Dt 6, 20-25); en la Nueva Alianza el objeto de la promesa es el “reino de los cielos” , tal como lo afirma Jesús al comienzo del “Sermón de la Montaña” -discurso que contiene la formulación más amplia y completa de la Ley Nueva (cf. Mt 5-7)-, en clara conexión con el Decálogo entregado por Dios a Moisés en el monte Sinaí. A esta misma realidad del Reino se refiere la expresión “vida eterna” , que es participación en la vida misma de Dios; aquélla se realiza en toda su perfección sólo después de la muerte, pero, desde la fe, se convierte ya desde ahora en luz de la verdad, fuente de sentido para la vida, incipiente participación de una plenitud en el seguimiento de Cristo. En efecto, Jesús dice a sus discípulos después del encuentro con el joven rico: “Todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna” (Mt 19, 29).

3.3 La respuesta de Jesús no le basta todavía al joven, que insiste preguntando al Maestro sobre los mandamientos que hay que observar: “”¿Cuáles?”, le dice él” (Mt 19, 18). Le interpela sobre qué debe hacer en la vida para dar testimonio de la santidad de Dios. Tras haber dirigido la atención del joven hacia Dios, Jesús le recuerda los mandamientos del Decálogo que se refieren al prójimo: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre y amarás a tu prójimo como a ti mismo” .(Mt 19, 18-19).

3.4 Por el contexto del coloquio y, especialmente, al comparar el texto de Mateo con las perícopas paralelas de Marcos y de Lucas, aparece que Jesús no pretende detallar todos y cada uno de los mandamientos necesarios para “entrar en la vida” sino, más bien, indicar al joven la “centralidad” del Decálogo respecto a cualquier otro precepto, como interpretación de lo que para el hombre significa “Yo soy el Señor tu Dios” . Sin embargo, no nos pueden pasar desapercibidos los mandamientos de la Ley que el Señor recuerda al joven: son determinados preceptos que pertenecen a la llamada “segunda tabla” del Decálogo, cuyo compendio (cf. Rom 13, 8-10) y fundamento es el mandamiento del amor al prójimo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 19, 19; cf. Mc 12, 31). En este precepto se expresa precisamente la singular dignidad de la persona humana, la cual es la “única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” . En efecto, los diversos mandamientos del Decálogo no son más que la refracción del único mandamiento que se refiere al bien de la persona, como compendio de los múltiples bienes que connotan su identidad de ser espiritual y corpóreo, en relación con Dios, con el prójimo y con el mundo material. Como leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica, “los diez mandamientos pertenecen a la revelación de Dios. Nos enseñan al mismo tiempo la verdadera humanidad del hombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto, indirectamente, los derechos fundamentales, inherentes a la naturaleza de la persona humana” .

3.5 Todo ello no significa que Cristo pretenda dar la precedencia al amor al prójimo o, más aún, separarlo del amor a Dios. Esto lo confirma su diálogo con el doctor de la Ley, el cual hace una pregunta muy parecida a la del joven. Jesús le remite a los dos mandamientos del amor a Dios y del amor al prójimo(cf. Lc 10, 25-27) y le invita a recordar que sólo su observancia lleva a la vida eterna: “Haz eso y vivirás” (Lc 10, 28). Es pues significativo que sea precisamente el segundo de estos mandamientos el que suscite la curiosidad y la pregunta del doctor de la ley: “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10, 29). El Maestro responde con la parábola del buen samaritano, la parábola-clave para la plena comprensión del mandamiento del amor al prójimo (cf. Lc 10, 30-37).

3.6 Los dos mandamientos, de los cuales “penden toda la Ley y los Profetas” (Mt 22, 40), están profundamente unidos entre sí y se compenetran recíprocamente. De su unidad inseparable da testimonio Jesús con sus palabras y su vida: su misión culmina en la Cruz que redime (cf. Jn 3, 14-15), signo de su amor indivisible al Padre y a la humanidad (cf. Jn 13, 1).

3.7 Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son explícitos en afirmar que sin el amor al prójimo, que se concreta en la observancia de los mandamientos, no es posible el auténtico amor a Dios. San Juan lo afirma con extraordinario vigor: “Si alguno dice:” Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1 Jn 4, 20). El evangelista se hace eco de la predicación moral de Cristo, expresada de modo admirable e inequívoco en la parábola del buen samaritano (cf. Lc 10, 30-37) y en el “discurso” sobre el juicio final (cf. Mt 25, 3 1-46).

4. “Si quieres ser perfecto” (Mt. 19, 21)

4.1 La respuesta sobre los mandamientos no satisface al joven, que de nuevo pregunta a Jesús: “” Todo eso lo he guardado;¿qué más me falta?”” (Mt 19, 20). No es fácil decir con la conciencia tranquila “todo eso lo he guardado” , si se comprende todo el alcance de las exigencias contenidas en la Ley de Dios. Sin embargo, aunque el joven rico sea capaz de dar una respuesta tal; aunque de verdad haya puesto en práctica el ideal moral con seriedad y generosidad desde la infancia, él sabe que aún está lejos de la meta; en efecto, ante la persona de Jesús se da cuenta de que todavía le falta algo. Jesús, en su última respuesta, se refiere a esa conciencia de que aún falta algo: comprendiendo la nostalgia de una plenitud que supere la interpretación legalista de los mandamientos, el Maestro bueno invita al joven a emprender el camino de la perfección: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme” (Mt 19, 21).

4.2 Al igual que el fragmento anterior, también éste debe ser leído e interpretado en el contexto de todo el mensaje moral del Evangelio y, especialmente, en el contexto del Sermón de la Montaña de las bienaventuranzas (cf. Mt 5, 3-12), la primera de las cuales es precisamente la de los pobres, los “pobres de espíritu” , como precisa san Mateo (Mt 5, 3), esto es, los humildes. En este sentido, se puede decir que también las bienaventuranzas pueden ser encuadradas en el amplio espacio que se abre con la respuesta que da Jesús a la pregunta del joven “¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?” . En efecto, cada bienaventuranza, desde su propia perspectiva, promete precisamente aquel “bien” que abre al hombre a la vida eterna; más aún, que es la misma vida eterna.

4.3 Las bienaventuranzas no tienen propiamente como objeto unas normas particulares de comportamiento, sino que se refieren a actitudes y disposiciones básicas de la existencia y, por consiguiente, no coinciden exactamente con los mandamientos. Por otra parte, no hay separación o discrepancia entre las bienaventuranzas y los mandamientos: ambos se refieren al bien, a la vida eterna. El Sermón de la Montaña comienza con el anuncio de las bienaventuranzas, pero hace también referencia a los mandamientos (cf. Mt 5, 20-48). Además, el Sermón muestra la apertura y orientación de los mandamientos con la perspectiva de la perfección que es propia de las bienaventuranzas. Estas son ante todo promesas de las que también se derivan, de forma indirecta, indicaciones normativas para la vida moral. En su profundidad original son una especie de autorretrato de Cristo y, precisamente por esto, son invitaciones a su seguimiento y a la comunión de vida con El.

4.4 No sabemos hasta qué punto el joven del Evangelio comprendió el contenido profundo y exigente de la primera respuesta dada por Jesús: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” ; sin embargo, es cierto que la afirmación manifestada por el joven de haber respetado todas las exigencias morales de los mandamientos constituye el terreno indispensable sobre el que puede brotar y madurar el deseo de la perfección, es decir, la realización de su significado mediante el seguimiento de Cristo. El coloquio de Jesús con el joven nos ayuda a comprender las condiciones para el crecimiento moral del hombre llamado a la perfección: el joven, que ha observado todos los mandamientos, se muestra incapaz de dar el paso siguiente sólo con sus fuerzas. Para hacerlo se necesita una libertad madura ( “si quieres” ) y el don divino de la gracia ( “ven, y sígueme” ).

4.5 La perfección exige aquella madurez en el darse a sí mismo, a que está llamada la libertad del hombre. Jesús indica al joven los mandamientos como la primera condición irrenunciable para conseguir la vida eterna; el abandono de todo lo que el joven posee y el seguimiento del Señor asumen, en cambio, el carácter de una propuesta: “Si quieres…” . La palabra de Jesús manifiesta la dinámica particular del crecimiento de la libertad hacia su madurez y, al mismo tiempo, atestigua la relación fundamental de la libertad con la ley divina. La libertad del hombre y la ley de Dios no se oponen, sino, al contrario, se reclaman mutuamente. El discípulo de Cristo sabe que la suya es una vocación a la libertad. “Hermanos, habéis sido llamados a la libertad” (Gál 5, 13), proclama con alegría y decisión el apóstol Pablo. Pero, a continuación, precisa: “No toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros” (ibid.). La firmeza con la cual el Apóstol se opone a quien confía la propia justificación a la Ley, no tiene nada que ver con la “liberación” del hombre con respecto a los preceptos, los cuales, en verdad, están al servicio del amor: “Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás, y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Rom 13, 8-9). El mismo san Agustín, después de haber hablado de la observancia de los mandamientos como de la primera libertad imperfecta, prosigue así: “¿Por qué, preguntará alguno, no perfecta todavía? Porque” siento en mis miembros otra ley en conflicto con la ley de mi razón”… Libertad parcial, parcial esclavitud: la libertad no es aún completa, aún no es pura ni plena porque todavía no estamos en la eternidad. Conservamos en parte la debilidad y en parte hemos alcanzado la libertad. Todos nuestros pecados han sido borrados en el bautismo, pero ¿acaso ha desaparecido la debilidad después de que la iniquidad ha sido destruida? Si aquella hubiera desaparecido, se viviría sin pecado en la tierra.¿Quién osará afirmar esto sino el soberbio, el indigno de la misericordia del liberador?… Mas, como nos ha quedado alguna debilidad, me atrevo a decir que, en la medida en que sirvamos a Dios, somos libres, mientras que en la medida en que sigamos la ley del pecado somos esclavos” .

4.6 Quien “vive según la carne” siente la ley de Dios como un peso, más aún, como una negación o, de cualquier modo, como una restricción de la propia libertad. En cambio, quien está movido por el amor y “vive según el Espíritu” (Gál 5, 16), y desea servir a los demás, encuentra en la ley de Dios el camino fundamental y necesario para practicar el amor libremente elegido y vivido. Más aún, siente la urgencia interior -una verdadera y propia “necesidad” , y no ya una constricción- de no detenerse ante las exigencias mínimas de la ley sino de vivirlas en su “plenitud” . Es un camino todavía incierto y frágil mientras estemos en la tierra, pero que la gracia hace posible al darnos la plena “libertad de los hijos de Dios” (cf. Rom 8, 21) y, consiguientemente, la capacidad de poder responder en la vida moral a la sublime vocación de ser “hijos en el Hijo” .

4.7 Esta vocación al amor perfecto no está reservada de modo exclusivo a una élite de personas. La invitación, “anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres” , junto con la promesa “tendrás un tesoro en los cielos” , se dirige a todos, porque es una radicalización del mandamiento del amor al prójimo. De la misma manera, la siguiente invitación “ven y sígueme” es la nueva forma concreta del mandamiento del amor a Dios. Los mandamientos y la invitación de Jesús al joven rico están al servicio de una única e indivisible caridad, que espontáneamente tiende a la perfección, cuya medida es Dios mismo: “Vosotros pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5, 48). En el evangelio de Lucas, Jesús precisa ulteriormente el sentido de esta perfección: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).

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