Hay en los Evangelios un texto que ha generado un número de diversas interpretaciones: “Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad. Asegúrate de que la luz que crees tener no sea oscuridad. Por tanto, si todo tu ser disfruta de la luz, sin que ninguna parte quede en la oscuridad, estarás completamente iluminado, como cuando una lámpara te alumbra con su luz.»” (Lucas 11,34-36; hay una versión ligeramente abreviada en Mateo 6,22-23).
Santo Tomás de Aquino, en su Catena Aurea, algunos de los modos como estas expresiones de Cristo han sido entendidas. ¿A qué se refiere el Señor con esta “lámpara” o “antorcha”? He aquí lo que han dicho algunos Padres de la Iglesia:
* Para San Beda, San Agustín y San Gregorio Magno, se trata de que nuestros pensamientos e intenciones sean puros y rectos.
* Para Remigio y para San Ambrosio, es la fe, que recibe su luz de la Palabra Divina.
* Para Teófilo, y también para el Pseudo-Crisóstomo y para Orígenes, Cristo está hablando de la inteligencia humana que, al reflexionar sobre los hechos maravillosos de Cristo, puede descubrirlo como Hijo de Dios.
* Para San Gregorio Nacianceno, puede entenderse también que el Señor está hablando de los prelados, que deben iluminar y guiar al pueblo.
* Para San Jerónimom hay aquí una alusión a la inocencia, que no debe perderse; o también a la capacidad de juzgar rectamente, o sea, con “sentido.”
* Para San Hilario, se trata de la “luz del corazón,” que brota de la Resurrección de Cristo y que corresponde, según su descripción, a la gracia divina.
Es hermoso ver cómo una palabra tan breve ha generado tanta fecundidad en la predicación de la Iglesia. ¿Cómo lo aplicarías a tu propia vida?