“Un pecado queda descatalogado, más o menos, cuando se dan estos signos: 1) cuando la predicación deja de hablar de una cierta virtud y de señalar los pecados contrarios; 2) cuando se ha generalizado de tal modo que llega verse como algo «normal», que no hace cargo de conciencia; 3) cuando es ya un pecado que no suele ser acusado en la confesión sacramental, ni siquiera por los pocos cristianos practicantes que se siguen confesando: no los estiman relevantes, ignoran en la práctica su pecaminosidad, aunque a veces tengan de el algún conocimiento doctrinal…”
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