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Alimento del Alma
Viernes 12 de junio de 2015
Convento de Santo Domingo, Bogotá, COLOMBIA.
Tel. +57 (1) 249-3385
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No. 8517
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Cada día tiene su gracia…
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* Para el VIERNES: Hechos de los Apóstoles de América *
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Elogios para Hernán Cortés, de sus contemporáneos
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Pero volvamos a nuestro protagonista. A juicio de Salvador de Madariaga fue «Cortés el español más grande y más capaz de su siglo» (555), lo que es decir demasiado, si no se ignoran las flaquezas del Capitán y las maravillas humanas y divinas del siglo XVI español. También elogiosa es la obra Hernán Cortés, escrita en 1941 por Carlos Pereyra. Pero los elogios vienen de antiguo, pues ya en el XVII Don Carlos de Sigüenza y Góngora, escribe el libro Piedad heróica de Don Fernando Cortés, que es publicado mucho más tarde en México, en 1928.
En nuestro siglo, el mexicano Alfonso Trueba, publica en 1954 su Hernán Cortés, libertador del indio, que en 1983 iba por su cuarta edición. Y en 1956, el también mexicano José Vasconcelos afirma en su Breve historia de México que Hernán Cortés es «el más grande de los conquistadores de todos los tiempos» (18), «el más humano de los conquistadores, el más abnegado, [que] se liga espiritualmente a los conquistados al convertirlos a la fe, y su acción nos deja el legado de una patria. Sea cual fuere la raza a que pertenezca, todo el que se sienta mexicano, debe a Cortés el mapa de su patria y la primera idea de conjunto de nacionalidad» (19). Por otra parte, «quiso la Providencia que con el triunfo del Quetzalcoatl cristiano que fue Cortés, comenzase para México una era de prosperidad y poderío como nunca ha vuelto a tenerla en toda su historia» (167).
Otro autor mexicano, José Luis Martínez, en su gran obra Hernán Cortés, más bien hostil hacia su biografiado, ha de reconocer, aunque no de buena gana: «el hecho es que mantuvo siempre con los indios un ascendiente y acatamiento que no recibió ninguna otra autoridad española» (823). Y documenta su afirmación. Cuando en 1529 se le hizo a Cortés juicio de residencia, el doctor Cristóbal de Ojeda, con mala intención, para inculparlo, declaró: «que así mismo sabe e vido este testigo que dicho don Fernando Cortés confiaba mucho en los indios de esta tierra porque veía que los dichos indios querían bien al dicho don Fernando Cortés e facían lo que él les mandaba de muy buena voluntad» (823). Y años más tarde, en 1545, el escribano Gerónimo López le escribe al emperador que «a Cortés no solo obedecían en lo que mandaba, pero lo que pensaba, si lo alcanzaban a saber, con tanto calor, hervor, amor y diligencia que era cosa admirable de lo ver» (824).
Ciertamente, hay muchos signos de que Cortés tuvo gran afecto por los naturales de la Nueva España, y de que los indios correspondieron a este amor. Por ejemplo, a poco de la conquista de México, Cortés hizo una expedición a Honduras (1524-1526), y a su regreso, flaco y desecho, desde Veracruz hasta la ciudad de México, fue recibido por indios y españoles con fiestas, ramadas, obsequios y bailes, según lo cuenta al detalle Bernal Díaz (cp.110).
Por cierto que Cortés, al llegar a México, donde tantos daños se habían producido en su ausencia, no estaba para muchas fiestas; «e así -le escribe a Carlos I- me fui derecho al monasterio de sant Francisco, a dar gracias a Nuestro Señor por me haber sacado de tantos y tan grandes peligros y trabajos, y haberme traído a tanto sosiego y descanso, y por ver la tierra que tan en trabajo estaba, puesta en tanto sosiego y conformidad, y allí estuve seis días con los frailes, hasta dar cuenta a Dios de mis culpas» (V Carta).
Y poco después, cuando la primera y pésima Audiencia, estando recluído en Texcoco, también en carta a Carlos I, le cuenta: «me han dejado sin tener de donde haya una hanega de pan ni otra cosa que me mantenga; y demás desto porque los naturales de la tierra, con el amor que siempre me han tenido, vista mi necesidad e que yo y los que conmigo traía nos moríamos de hambre… me venían a ver y me proveían de algunas cosas de bastimento» (10-10-1530).
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.
Fr. Nelson M.
amigos@fraynelson.com
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La Foto de Hoy
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¿Quién está en manos de quién? ¿La tecnología en nuestras manos, o al revés?
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Santo del Día
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Santo Domingo Savio, Niño..-
Domingo Savio tuvo una vida muy sencilla, pero en poco tiempo recorrió un largo camino de santidad, obra maestra del Espíritu Santo y fruto de la pedagogía de san Juan Bosco.
Había nacido en San Giovanni di Riva, cerca de Chieri, provincia de Turín, en una familia pobre de bienes materiales, pero rica de fe.
Su niñez quedó marcada por la Primera Comunión, hecha con fervor a los siete años, y se distingue por el cumplimiento del deber.
A sus doce años tuvo lugar un acontecimiento decisivo: el encuentro con San Juan Bosco, quien lo acoge como padre y guía en Valdocco, Turín, para cursar los estudios secundarios.
Al descubrir, entonces, los altos horizontes de su vida como hijo de Dios, apoyándose en la amistad con Jesús y María, se lanza a la aventura de la santidad, entendida como entrega total a Dios por amor.
Reza, pone empeño en los estudios, es el compañero más amable.
Sensibilizado en el ideal del Da mihi ánimas de San Juan Bosco, quiere salvar el alma de todos, y funda la compañía de la Inmaculada, de la que saldrán los mejores colaboradores del Fundador de los salesianos.
Habiendo enfermado de gravedad a los 15 años, regresa al hogar paterno de Mondonio, provincia de Asti, donde muere serenamente el 9 de marzo de 1857, con la alegría de ir al encuentro del Señor.
Pío XII lo proclamó Santo el 12 de junio de 1954.
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Cumpleaños
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Gabriel Ramez.-
Nicolás Osorio Celis.- Bogotá, Colombia – Dios te Bendiga en abundancia.
[Añade otro cumpleaños]
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Bautismos
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Aniversario de Ordenación Sacerdotal
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Aniversario de Matrimonio
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Grupos, Comunidades, Congregaciones…
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Evangelización Viva para hoy y los próximos días
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Conquistadores – Comunidad Betania.- Santa Cruz, Bolivia – Pedimos sus oraciones y a la vez invitamos a la campaña de evangelización que vamos a realizar en la universidad Gabriel Rene Moreno, para proclamar el maravilloso amor de Cristo nuestro señor a los jóvenes
[Añade otro evento de evangelización: Son bienvenidas fechas futuras, por ejemplo si deseas dar a conocer algún congreso, concierto, retiro, o similares]
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Otras fechas importantes para ti
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Fallecieron en un día como hoy…
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Emiro Barragán Ortiz.- Bogotá, Colombia (2006)- Siempre estarás en nuestro corazón. Dios abonó tus obras con tu generosidad. Familia Ruiz Martínez. Socorro, Santander. Colombia
Gertrudis Pardo de Betancourt.- Cartagena, Colombia (1966) – Que nuestro Señor la tenga en su gloria.
[Añade el nombre de personas fallecidas por las que quieres que oremos]
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Enlace recomendado para este día
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Testimonio del hombre que intentó violar a María Goretti
“Recogemos aquí el testamento espiritual del Alessandro Serenelli anciano, ya con casi 80 años, poco antes de su muerte, transformado por la fe de “Marietta” (hoy Santa María Goretti) y por la vivencia de la espiritualidad franciscana…” Haz click AQUÍ.
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Un poco de Humor…
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Claridad, ante todo
– ¡¡HOLA, ME VENDE CIGARRILLOS!!
– No grite que no soy sordo; además no vendo calzoncillo?s…
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Palabra de Dios
para alimentar tu día
Ciclo B, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
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Lecturas de la S. Biblia
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Temas de las lecturas: Se me revuelve el corazón * Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. * Comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano * Le traspasó el costado, y salió sangre y agua
Textos para este día:
Oseas 11,1b.3-4.8c-9:
Así dice el Señor: “Cuando Israel era joven, lo amé, desde Egipto llamé a mi hijo. Yo enseñe a andar a Efraín, lo alzaba en brazos; y él no comprendía que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer. Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta.”
Isaías,12,2-6 :
El Señor es mi Dios y Salvador: / confiaré y no temeré, / porque mi fuerza y mi poder es el Señor, / él fue mi salvación. / Y sacaréis aguas con gozo / de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor, / invocad su nombre, / contad a los pueblos sus hazañas, / proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, / anunciadlas a toda la tierra; / gritad jubilosos, habitantes de Sión: / “Qué grande es en medio de ti / el santo de Israel.” R.
Efesios 3,8-12.14-19:
Hermanos: A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, y aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designo eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.
Por esta razón, doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Juan 19,31-37:
En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron.”
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Homilías para escuchar
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Versión
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Fecha
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Escuchar
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Más…
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1
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1997/06/06 |
Contemplando el Corazón abierto de Cristo, descubrimos el abismo de nuestro propio corazón.
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2
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1997/06/06 |
Entremos por la puerta pequeñita, que está abierta en el Corazón de Cristo.
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3
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2003/06/27 |
Dios nos atrae con “cuerdas humanas y correas de amor”.
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4
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2012/06/15 |
En el Corazón de Cristo se muestra la grandeza de un amor que ha sabido y querido abajarse para alcanzarnos.
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5
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2012/06/15 |
Cristo es “el que esperábamos” porque su amor es cercano por humano, e infinito por divino.
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6
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2015/06/12 |
La Solemnidad del Corazón de Jesús que es una prolongación del Viernes Santo, que recorre desde el extremo del dolor hasta hasta el extremos de la dulzura.
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Más información sobre este día aquí
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Homilía para leer
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Temas de las lecturas: Se me revuelve el corazón * Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. * Comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano * Le traspasó el costado, y salió sangre y agua
1. Sobre el Amor de Cristo
1.1 El papa Pío XII nos regaló esa que podríamos llamar la “Carta Magna” de la devoción y amor al Corazón de Cristo en su Encíclica “Haurietis Aquas”, del 15 de mayo de 1956. De los números 18 al 21 de este documento inolvidable transcribimos algunos textos para nuestra meditación de hoy, dejando sin embargo nuestra numeración y titulación propias.
1.2 El adorable Corazón de Jesucristo late con amor divino al mismo tiempo que humano, desde que la Virgen María pronunció su Fiat, y el Verbo de Dios, como nota el Apóstol, al entrar en el mundo dijo: “Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me diste un cuerpo a propósito; holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: Heme aquí presente. En el principio del libro se habla de mí. Quiero hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad…” Por esta “voluntad” hemos sido santificados mediante la “oblación del cuerpo” de Jesucristo, que él ha hecho de una vez para siempre.
1.3 De manera semejante palpitaba de amor su Corazón, en perfecta armonía con los afectos de su voluntad humana y con su amor divino, cuando en la casita de Nazaret mantenía celestiales coloquios con su dulcísima Madre y con su padre putativo, San José, al que obedecía y con quien colaboraba en el fatigoso oficio de carpintero. Este mismo triple amor movía a su Corazón en su continuo peregrinar apostólico, cuando realizaba innumerables milagros, cuando resucitaba a los muertos o devolvía la salud a toda clase de enfermos, cuando sufría trabajos, soportaba el sudor, hambre y sed; en las prolongadas vigilias nocturnas pasadas en oración ante su Padre amantísimo; en fin, cuando daba enseñanzas o proponía y explicaba parábolas, especialmente las que más nos hablan de la misericordia, como la parábola de la dracma perdida, la de la oveja descarriada y la del hijo pródigo. En estas palabras y en estas obras, como dice San Gregorio Magno, se manifiesta el Corazón mismo de Dios: Mira el Corazón de Dios en las palabras de Dios, para que con más ardor suspires por los bienes eternos.
1.4 Con amor aun mayor latía el Corazón de Jesucristo cuando de su boca salían palabras inspiradas en amor ardentísimo. Así, para poner algún ejemplo, cuando viendo a las turbas cansadas y hambrientas, dijo: Me da compasión esta multitud de gentes; y cuando, a la vista de Jerusalén, su predilecta ciudad, destinada a una fatal ruina por su obstinación en el pecado, exclamó: Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que a ti son enviados; ¡cuantas veces quise recoger a tus hijos, como la gallina recoge a sus polluelos bajo las alas, y tú no lo has querido!. Su Corazón palpitó también de amor hacia su Padre y de santa indignación cuando vio el comercio sacrílego que en el templo se hacía, e increpó a los violadores con estas palabras: Escrito está: “Mi casa será llamada casa de oración”; mas vosotros hacéis de ella una cueva de ladrones.
2. Amor de Cristo en su Divina Pasión
2.1 Pero particularmente se conmovió de amor y de temor su Corazón, cuando ante la hora ya tan inminente de los cruelísimos padecimientos y ante la natural repugnancia a los dolores y a la muerte, exclamó: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; vibró luego con invicto amor y con amargura suma, cuando, aceptando el beso del traidor, le dirigió aquellas palabras que suenan a última invitación de su Corazón misericordiosísimo al amigo que, con ánimo impío, infiel y obstinado, se disponía a entregarlo en manos de sus verdugos: Amigo, ¿a qué has venido aquí? ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?; en cambio, se desbordó con regalado amor y profunda compasión, cuando a las piadosas mujeres, que compasivas lloraban su inmerecida condena al tremendo suplicio de la cruz, las dijo así: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos…, pues si así tratan al árbol verde, ¿en el seco qué se hará?.
2.2 Finalmente, colgado ya en la cruz el Divino Redentor, es cuando siente cómo su Corazón se trueca en impetuoso torrente, desbordado en los más variados y vehementes sentimientos, esto es, de amor ardentísimo, de angustia, de misericordia, de encendido deseo, de serena tranquilidad, como se nos manifiestan claramente en aquellas palabras tan inolvidables como significativas: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen; Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?; En verdad te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso; Tengo sed; Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
3. Los Dones que nos ha entregado ese Amor Infinito
3.1 ¿Quién podrá dignamente describir los latidos del Corazón divino, signo de su infinito amor, en aquellos momentos en que dio a los hombres sus más preciados dones: a Sí mismo en el sacramento de la Eucaristía, a su Madre Santísima y la participacion en el oficio sacerdotal?
3.2 Ya antes de celebrar la última cena con sus discípulos, sólo al pensar en la institución del Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, con cuya efusión había de sellarse la Nueva Alianza, en su Corazón sintió intensa conmoción, que manifestó a sus apóstoles con estas palabras: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer; conmoción que, sin duda, fue aún más vehemente cuando tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a ellos, diciendo: “Este es mi cuerpo, el cual se da por vosotros; haced esto en memoria mía”. Y así hizo también con el cáliz, luego de haber cenado, y dijo: “Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que se derramará por vosotros”.
3.3 Con razón, pues, debe afirmarse que la divina Eucaristía, como sacramento por el que El se da a los hombres y como sacrificio en el que El mismo continuamente se inmola desde el nacimiento del sol hasta su ocaso, y también el Sacerdocio, son clarísimos dones del Sacratísimo Corazón de Jesús.
3.4 Don también muy precioso del sacratísimo Corazón es, como indicábamos, la Santísima Virgen, Madre excelsa de Dios y Madre nuestra amantísima. Era, pues, justo fuese proclamada Madre espiritual del género humano la que, por ser Madre natural de nuestro Redentor, le fue asociada en la obra de regenerar a los hijos de Eva para la vida de la gracia. Con razón escribe de ella San Agustín: Evidentemente Ella es la Madre de los miembros del Salvador, que somos nosotros, porque con su caridad cooperó a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son los miembros de aquella Cabeza.
3.5 Al don incruento de Sí mismo bajo las especies del pan y del vino quiso Jesucristo nuestro Salvador unir, como supremo testimonio de su amor infinito, el sacrificio cruento de la Cruz. Así daba ejemplo de aquella sublime caridad que él propuso a sus discípulos como meta suprema del amor, con estas palabras: Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos. De donde el amor de Jesucristo, Hijo de Dios, revela en el sacrificio del Gólgota, del modo más elocuente, el amor mismo de Dios: En esto hemos conocido la caridad de Dios: en que dio su vida por nosotros; y así nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Cierto es que nuestro Divino Redentor fue crucificado más por la interior vehemencia de su amor que por la violencia exterior de sus verdugos: su sacrificio voluntario es el don supremo que su Corazón hizo a cada uno de los hombres, según la concisa expresión del Apóstol: Me amó y se entregó a sí mismo por mí.
4. El Corazón, Símbolo de Amor
4.1 No hay, pues, duda de que el Sagrado Corazón de Jesús, al ser participante tan íntimo de la vida del Verbo encarnado y, al haber sido, por ello asumido como instrumento de la divinidad, no menos que los demás miembros de su naturaleza humana, para realizar todas las obras de la gracia y de la omnipotencia divina, por lo mismo es también símbolo legítimo de aquella inmensa caridad que movió a nuestro Salvador a celebrar, por el derramamiento de la sangre, su místico matrimonio con la Iglesia: Sufrió la pasión por amor a la Iglesia que había de unir a sí como Esposa. Por lo tanto, del Corazón traspasado del Redentor nació la Iglesia, verdadera dispensadora de la sangre de la Redención; y del mismo fluye abundantemente la gracia de los sacramentos que a los hijos de la Iglesia comunican la vida sobrenatural, como leemos en la sagrada Liturgia: Del Corazón abierto nace la Iglesia, desposada con Cristo… Tú, que del Corazón haces manar la gracia.
4.2 De este simbolismo, no desconocido para los antiguos Padres y escritores eclesiásticos, el Doctor común escribe, haciéndose su fiel intérprete: Del costado de Cristo brotó agua para lavar y sangre para redimir. Por eso la sangre es propia del sacramento de la Eucaristía; el agua, del sacramento del Bautismo, el cual, sin embargo, tiene su fuerza para lavar en virtud de la sangre de Cristo. Lo afirmado del costado de Cristo, herido y abierto por el soldado, ha de aplicarse a su Corazón, al cual, sin duda, llegó el golpe de la lanza, asestado precisamente por el soldado para comprobar de manera cierta la muerte de Jesucristo.
4.3 Por ello, durante el curso de los siglos, la herida del Corazón Sacratísimo de Jesús, muerto ya a esta vida mortal, ha sido la imagen viva de aquel amor espontáneo por el que Dios entregó a su Unigénito para la redención de los hombres, y por el que Cristo nos amó a todos con tan ardiente amor, que se inmoló a sí mismo como víctima cruenta en el Calvario: Cristo nos amó, y se ofreció a sí mismo a Dios, en oblación y hostia de olor suavísimo.
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La importancia de reciclar
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