San José, guardián de Jesús y casto esposo de María, tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber, tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti. Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges. Tu también conociste pruebas, cansancio y trabajos. Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría por el íntimo trato que goza con el Hijo de Dios, el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre. Amén.