341. Cuba y la Ecología del Espíritu

341.1. No tardes más en escribirle al pueblo cubano. No retrases tú la hora de la esperanza y de la alegría. Dile a Cuba que es isla amada por Dios. Habla al corazón de cada hombre y cada mujer, cada niño, cada enfermo y cada anciano, y a todos cuéntales que el amor de Dios se desborda por ellos.

341.2. Es muy importante que el amor se adueñe pronto y muy firmemente en sus almas. Lo que más va a necesitar Cuba es amor. Sobre ella se han hecho cálculos complicados, basados en la política, la economía, la ciencia o el deporte. Pero lo que más necesita la isla y sus habitantes es la certeza del amor.

341.3. Lo que hay que hacer ahora, entonces, no es diseñar a Cuba. No cabe hacer nuevos planes sobre cómo convertirla en un gran negocio. Cuba no es un negocio, ni una hacienda, ni una casa de fiestas, es ante todo el hogar primero de cientos de miles de amados de Jesucristo. Grandes potencias y grandes potentados han mirado hacia Cuba pero pocas veces, o ninguna, han querido mirar desde el amor. Esa mirada es, sin embargo, la más necesaria, la única necesaria, y es también la única que permite acercarse con respeto y con provecho al alma cubana.

341.4. Si también en esta ocasión te pido que seas como un mensajero de mi voz es porque tu voz puede ya ser escuchada por miles de hermanos y hermanas. Ellos deben entender que no hay que esperar nuevos eventos sino que desde ahora, desde ya mismo, hay que enviar amor y oraciones a la isla grande del Caribe.

341.5. Dije: amor y oraciones, no negocios y planes. Los países tendrán que hacer planes y las empresas tendrán que hacer negocios pero si se quiere que brille lo mejor de la identidad de Cuba, hay que enviar primero y sobre todo mucho amor, un amor que pueda recubrir, sanar, consolar, alentar y que también permita tomar lo mejor de lo que han vivido los cubanos y cubanas en los últimos años.

341.6. Recuerda lo que dijo Nuestro Señor Jesucristo después de la multiplicación de los panes: “que nada se desperdicie” (Juan 6,12). Así debes pensar tú también: nada de la historia de Cuba, nada de la verdad de Cuba debe desperdiciarse. Cualquier visión sobre esta isla que quiera hacer caso omiso de lo que allá se ha vivido es una visión errada. Lo fundamental no es cancelar, ni mutilar, ni negar, sino asumir, integrar y en ese sentido amar todo lo que han sido, para alcanzar lo mejor de lo que han sido.

341.7. El amor tiene eso, que no deja desperdiciar. La mentalidad pragmática o la visión de muchas empresas consiste en tomar lo que les interesa y desechar lo demás. Observa que ese enfoque creó una cultura del desperdicio, una cultura que produce tanta basura que termina envenenando al medio ambiente, o por así decirlo: destruyendo la propia casa. Por eso surgen ahora con fuerza movimientos ecológicos que quieren que se pueda vivir en al casa sin destruirla a base de basura.

341.8. Hay que hacer una ecología semejante con las riquezas espirituales, que por supuesto son mucho más importantes y duraderas que las simplemente materiales. La ecología del espíritu es aquella actitud que quiere seguir con fidelidad de amor el mandato de Cristo: que nada se desperdicie. Este llamado que hago al pueblo cubano es porque te anuncio que si Cuba aplica fielmente lo que aquí te digo, ella será abanderada y vanguardia para la ecología espiritual de toda América, e incluso para el mundo entero.

341.9. Hay una vocación, hay un llamado para el pueblo cubano, y tú has de orar, e invitar a orar, para que ese llamado se cumpla, de modo que La-Isla-Muy-Amada viva y enseñe a vivir aquel amor de verdad que conduce a la verdad en el amor.