El lugar completamente singular que tienen los Estados Unidos de América en el mundo actual hace que las noticias que afectan a Norteamérica en primer lugar más tarde o más temprano nos afecten a todos. Y esta vez las noticias hablan de cambios notables, aunque ganados por estrecho margen. El resumen es que el senado y la cámara estarán ahora bajo dominio de una mayoría Demócrata. ¿En qué nos afecta eso?
Depende, por supuesto, de quién haga la pregunta. Para Donald Rumsfeld, el efecto ha sido inmediato: ha presentado ya su renuncia como Secretario de Defensa. Junto con su caída, que algunos consideran hubiera sucedido con o sin elecciones, cae también una forma de lenguaje y un estilo de política exterior de los Estados Unidos. ¿Qué, en concreto?
- La idea de que poder militar es sinónimo de victoria. Para todo ciudadano norteamericano tiene que resultar humillante que su país tenga tanto dinero, tanto poder y tanta tecnología, y que todo ello resulte insuficiente cuando se trata de lograr un Iraq pacificado que pudiera empezar a devolver el dinero que se ha devorado y pudiera servir de modelo de democracia para la región.
- La arrogancia como método de gobierno. Rumsfeld se va sin pedir disculpas una sola vez y sin reconocer un solo error. Quienes reseñen su gestión para la Historia serán mucho menos benévolos. Este es el hombre que dijo que no se podía abrir un debate sobre las armas de destrucción masiva en Iraq porque eso ya estaba completamente claro. Este es el hombre que repitió hasta el final que había que “mantener el curso” cuando ya todo gritaba (y sigue gritando) que el barco de Iraq se iba a pique.
- La vaciedad del orgullo de partido. Con estas elecciones uno de inmediato piensa en Iraq, y de hecho, no menos de un 60% de los votantes dijeron que las cuestiones de interés nacional pesaron sobre las de interés local, al decidir a quién elegir. Pero esos mismos electores destacaron como primera razón de su descontento no la guerra en Iraq sino la corrupción. El caso Foley, y lo que se ha venido llamando la hipocresía de la Derecha han desacreditado la autoridad moral de los conservadores, que en su mayoría se asocian con el partido Republicano.
Es decir, hay una tremenda lección de humildad y de realismo en todo esto.
Pero también hay mucho de qué preocuparse. Las continuas burlas hacia George W. Bush como persona, y las invectivas contra su política no pretenden la limpieza moral de los actuales partidos políticos ni se mueren de compasión por los civiles muertos en Iraq. La política es el arte de los pretextos. Se hace política para ganar poder, y luego se hace más política para conservarlo. Y por eso hay mucho qué temer en una serie de tópicos, porque las personas que han ganado el control de las cámaras legislativas en el país más poderoso del planeta han llegado allá diciendo un discurso pero en su manga tienen seguramente una agenda en la que estoy seguro que los atentados de Bagdad no tienen el primer lugar.
De hecho, nadie tiene claro qué se podría hacer en Iraq. ¿El nuevo congreso va a llamar las tropas a casa antes de Navidad? Aunque no importara el caos subsiguiente en Iraq, y aunque todo EEUU se tragara el orgullo de haber logrado tan poco a tan alto precio, hay todavía muchos cheques por cubrir. Alguien dijo que toda guerra era finalmente asunto de economía y los mismos contribuyentes que detestan que la guerra se prolongue detestarían que lo invertido no produjera más que unas disculpas ante el mundo.
Yo no espero entonces que un senado o una cámara dominados por Demócratas pueda hacer magia en Iraq. Espero en cambio con temor que otros puntos de sus propias agendas se conviertan en leyes que afecten de modo permanente a millones de norteamericanos y a muchos millones más en otras partes del mundo. Estoy pensando en la investigación con células madre tomadas de embriones humanos; estoy pensando en el avance del aborto legal; estoy pensando en el matrimonio homosexual, entre otras cosas. Cuando ya Iraq sólo sea un recuerdo vergonzoso (más) en la conciencia de un país con tantas invasiones y desmanes a sus espaldas, es muy posible que esas leyes sigan vigentes. Si algo le reprocho yo a los Republicanos es haber dado ocasión a este estado de cosas.
Y sin embargo, no debe uno apoyar irrestrictamente al GOP, Grand Old Party, el Partido Republicano. De hecho, la Iglesia Católica a menudo se ha visto más cercana a los Demócratas en temas tan sensibles como la situación de los inmigrantes. La típica solución republicana es hacer muros de miles de kilómetros, aumentar la seguridad, mejorar los controles. Eso, aplicado unilateralmente, conduce a la política exterior que hemos presenciado estos años: mucha tecnología, gran despliegue militar, centralización del poder en unas pocas cabezas que acaban ebrias de arrogancia y aturdidas de paranoia.
Hay, pues, una tremanda ambigüedad en todo esto, y sólo el tiempo irá mostrando qué frutos nacen de una elección que no por anticipada deja de ser impactante. Kyrie eléyson.
En Bogotá , en ámbitos energético-económicos se especula sobre la influencia ejercida por algunas corporaciones, para el caso Halliburton, con su actividad en reconstrucción de campos Iraquíes y acaso su manera encubierta de compensar con petróleo y otros negocios la fuerte inversión que los norteamericanos y británicos hicieron para la invasión. Claro, esas grandes empresas tienen su beneficio según el Gobierno de turno y las coalisiones en el Congreso.
Saludos Nelson o mejor fray Nelson y colaboradores.