* El barro necesita la presencia de la mano del alfarero: no sólo un toque, no sólo un momento; necesita la presencia. También la viña necesita el cuidado y la presencia de la mano del viñador. Cada poda es como una redirección en los recursos de la planta (su savia); así también Dios, al tomar lugar firme en nuestra vida, hace posible que nuestras fuerzas se multipliquen al concentrarse en lo que es bueno y no estéril.
* Pero, ¿qué es la vida? ¿Cómo medirla? La vida puede medirse por el amor que aprendemos a descubrir y que vamos dando a nuestro paso. Puede medirse por el tiempo que no dejamos perder. Puede medirse también por qué hacemos con las oportunidades que se nos presentan. Quien es consciente del amor que puede dar, del tiempo que puede aprovechar, y de las oportunidades que no puede dejar perder, se hace también consciente de la presencia de Dios.