[Retiro Espiritual en el Real Monasterio de Monjas Dominicas en Caleruega, Octubre de 2012.]
Tema 7 de 12: Sabiduria de la Cruz
* La paradoja de la cruz, que hemos descrito brevemente en las reflexiones anteriores, ayuda a entender la diferencia entre la sabiduría “según el mundo” y la sabiduría “según Dios.”
* Lo sabio, en la perspectiva del mundo, se condensa en el verbo “acumular,” y va de acuerdo con el apetito y las fortalezas de cada cual, de modo que el inteligente quiere juntarse sólo con los inteligentes, y el poderoso sólo con los poderosos. En ese enfoque, el único “dar” que vale es el de aquel que invierte para ganar más de lo que desea y le hace fuerte.
* Las cosas son de otro modo desde la perspectiva de Dios, pues él hace llover sobre justos e injustos. Su verbo propio es el verdadero “dar” que no es negociar, ni invertir, ni comprar o vender.
* Y puesto que no hay continuidad entre el acumular y el dar tampoco hay continuidad entre la sabiduría del mundo y la de Dios: tiene que darse un rompimiento, un punto de quiebre, una genuina conversión. Los movimientos eclesiales que conocemos son particularmente claros en ello: sólo recibe un nuevo corazón el que ha pasado por el quebrantamiento del viejo corazón.
* San Pablo habla de ello en 1 Corintios 1,21, texto que puede entenderse de dos maneras, por lo menos: (1) Como simple rompimiento; (2) Como rompimiento que ya estaba previsto en la sapiencia de Dios.
* En efecto, Dios parece responder al absurdo del pecar con el absurdo del padecer. Si es ilógico que abandonemos a un Dios bueno, a ello responde Dios con lo ilógico de buscar a la oveja perdida y entregarse por la descarriada.