Examen. -Labor diaria. -Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio. ¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la vida eterna?
A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo.
Una mirada al pasado. Y… ¿lamentarte? No: que es estéril. -Aprender: que es fecundo.
Pide luces. -Insiste: hasta dar con la raíz para aplicarle esa arma de combate que es el examen particular.
“Lo que debo a Dios, por cristiano: mi falta de correspondencia, ante esa deuda, me ha hecho llorar de dolor: de dolor de Amor. ‘Mea culpa!'” -Bueno es que vayas reconociendo tus deudas: pero no olvides cómo se pagan: con lágrimas… y con obras.
En días de retiro tu examen debe tener más hondura y más extensión que el tiempo habitual nocturno. -Si no, pierdes una gran ocasión de rectificar.
Acaba siempre tu examen con un acto de Amor -dolor de Amor-: por ti, por todos los pecados de los hombres… -Y considera el cuidado paternal de Dios, que te quitó los obstáculos para que no tropezases.