Partir de la realidad de los efectos del pecado
16. Estas definiciones, requisitos y condiciones implican la distinción de los diferentes niveles del ser a los cuales va orientada la educación.
Expliquemos esto: a causa del pecado original el hombre quedó dividido en su ser: en un “hombre exterior” y un “hombre interior”. Además el hombre exterior dividido en un hombre exterior bueno y otro desfigurado y con la imagen del mal, al cual san Pablo denomina “hombre viejo”.
Parte de la educación católica está destinada a comprender esta división del hombre, para poder lograr con la ayuda de la gracia y el esfuerzo propio la unidad del ser humano:
“La doctrina sobre el pecado original -vinculada a la de la Redención de Cristo- proporciona una mirada de discernimiento lúcido sobre la situación del hombre y de su obrar en el mundo. Por el pecado de los primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. El pecado original entraña ‘la servidumbre bajo el poder del que poseía el imperio de la muerte, es decir, del diablo’ (Cc. de Trento: DS 1511, cf. Hb 2, 14).
“Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social (cf. CA 25) y de las costumbres” (CEC 407).
“A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo” (GS 37, 2).
17. Si no se considera esta desarmonía en el ser del hombre, si no se toma en cuenta que está dividido y desfigurado en su ser, y que continuamente brotan de su interior inclinaciones que le llevan al mal. Y si no se tiene la convicción bien arraigada que sólo con la ayuda del Espíritu Santo es posible trascender estos problemas, lo que se haga para educarlo se establece en arenas movedizas y no en bases sólidas, pues:
“Si Dios no es el que construye, en vano se esfuerzan los constructores” (Sal 127, 1).
[Texto original de Juan de Jesús y María.]